Desde que comenzó este año, en España los insectos son considerados alimento. El 1 de enero entró en vigor una ley aprobada por el Parlamento Europeo en 2015 y que está generando un mercado incipiente en el continente. Y no es algo tan raro: en el mundo consumen insectos 2.000 millones de personas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este organismo recomendó en 2013 fomentar el consumo y la producción de insectos para paliar el hambre.
Según informó la Comisión Europea (CE), este nuevo paquete legislativo, conocido como Novel Food (nuevos alimentos), tiene una nueva lista de productos autorizados en la Unión Europea. Antes, en otros países de Europa como Bélgica, Reino Unido, Holanda, Austria, Dinamarca y Finlandia yase permitían la venta de productos fabricados con insectos.
La decisión de subirse al carro europeo ha desatado polémica entre los consumidores y, sobre todo, una gran cantidad de interrogantes. Hemos hablado con Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos dedicada al asesoramiento de seguridad alimentaria para pequeñas empresas, para que nos resuelva todas las dudas que suscita esta (no tan novedosa) idea.
Dejando de lado la mayor o menor aprehensión que pueda provocarle a algunos la posibilidad de comer insectos, la pregunta que bulle en las cabezas de posibles consumidores es ¿qué riesgos tiene consumir este nuevo alimento?
Desde el punto de vista nutricional y considerando su composición no se pueden considerar perjudiciales. Es más, la FAO considera que son una alternativa saludable a alimentos proteicos habituales en la dieta como el pollo o el vacuno y destacan por su contenido en proteínas, grasas saludables y micronutrientes (vitaminas y minerales).
En cuanto a la seguridad alimentaria, la EFSA emitió una opinión científica en 2015 sobre los riesgos microbiológicos y químicos de consumir insectos como alimento en la que expuso que estos riesgos eran similares a los de consumir cualquier otro producto de origen animal. Llegó a la misma conclusión en relación con el impacto medioambiental que pueda tener la cría de insectos para el consumo. La FAO indica que no hay casos de enfermedades de transmisión alimentaria producidas por insectos si se manipulan en las mismas condiciones higiénicas que cualquier otro alimento.
A nivel nutricional, ¿qué van a aportarnos?
No hay muchos estudios que se centren en el valor nutricional de los insectos. La FAO concluyó en 2013, que aunque había variabilidad entre distintos insectos, «muchos insectos comestibles aportan energía y proteínas satisfactoriamente, cubren los requerimientos de aminoácidos, contienen altas cantidades de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados y son ricos en distintos micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, manganeso, fósforo, selenio y zinc» Y sobre el contenido en vitaminas indica que contienen «riboflavina, ávido pantoténico, biotina y, en alguno casos, ácido fólico».
Lo primero que hay que indicar es que el valor nutricional de los insectos es muy variable debido al gran número de especies y a que su composición varía según el momento del ciclo vital, el hábitat en el que se desarrollen o su dieta. Estos factores también tienen efectos sobre los riesgos microbiológicos y químicos.
¿Y por qué se ha elegido comercializar precisamente estas especies?
El estudio Extraction and characterisation of protein fractions from five insect species investigó la composición proteica de cinco insectos (gusanos de la harina, grillos, dos tipos de escarabajos y cucarachas) y consideró que el contenido en proteína cruda era similar al que tiene la carne, el contenido en aminoácidos esenciales era superior a los requerimientos diarios de un adulto y tenían propiedades tecnológicas deseables en la formulación de alimentos, como la capacidad para formar geles.
Por su parte, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considera que los insectos con mayor potencial para ser empleados como alimentos son las moscas, grillos, gusanos de la harina y gusanos de seda.
¿Cuál es la principal ventaja o desventaja de que comamos grillos o gusanos?
La FAO establece tres ventajas claras: el aporte de nutrientes del que ya hemos hablado; la sostenibilidad medioambiental: los insectos son más eficientes que otros animales a la hora de producir proteína de manera que necesitan menos cantidades de alimento y superficie, además, se reproducen fácilmente y pueden alimentarse de residuos; y da soporte económico a las zonas de producción.
Se comercializarán principalmente en harinas, ¿servirán para los mismos fines que las harinas de cereales actuales?
Los cereales son alimentos ricos en hidratos de carbono (aunque también tienen una parte proteica que les aporta importantes propiedades tecnológicas), mientras que los insectos como hemos visto son alimentos principalmente proteicos. De esta manera, las propiedades tecnológicas de las harinas de insecto se parecerán más a las de otros alimentos ricos en proteínas como las legumbres (de las que también se obtienen harinas) o las carnes.
Sí serán ingredientes adecuados para elaborar productos que imiten las características de la carne (como hamburguesas o albóndigas).
¿Existen pautas de consumo recomendado para los insectos?
No hay ninguna, pero podrían formar parte de una dieta saludable principalmente como fuente proteica.
Fuente: N+1