1. No te toques la cara!
Con esa orden, tu progenitora probablemente se refería a que no convirtieras esa pequeña espinilla en un estropicio total. Pero también al hecho de que tus manos están en contacto con gérmenes de todas partes las 24 horas del día. Piensa en las barandillas, los teléfonos, las monedas o los bolígrafos que han pasado por otras muchas personas antes de que tú las toques. Pues todos esos microbios pueden acabar en la piel de tu rostro si tienes la mala costumbre de pasarte las manos por él todo el tiempo sin lavarlas antes. Y los efectos sobre tu flora bacteriana pueden ser devastadores, según recoge mujerhoy.
2. ¡Cepíllate la melena 100 veces cada día!
Aunque pueda parecer exagerado, es uno de los mejores consejos que madres y abuelas del siglo pasado podrían darte. Sobre todo, si estás preocupada por el brillo y la caída. Pero no es cuestión de hacerlo con cualquier cosa. Lo suyo es utilizar (como todos los grandes estilistas de cabello, desde Sam McKnight a Eugene Souleiman) un cepillo de cerdas de jabalí.
¿Qué tiene de bueno? Que estimula el riego sanguíneo del cuerpo cabelludo y consigue una distribución homogénea del sebo natural por todo el cabello. Eso sí, tienes que hacerlo siempre en seco, porque cuando el cabello está húmedo es mucho más frágil y quebradizo.
3. ¡Nunca duermas con el maquillaje puesto!
En esto no podemos estar más de acuerdo. En un día de entre semana lo que acumulas, además de capas de maquillaje, son partículas de contaminación y sebo que tienen todas las papeletas para obstruir tus poros, asfixiar tu piel y producir granos, imperfecciones y hasta un halo grisáceo por la falta de oxigenación. Y si, además, hablamos de volver a las tantas con maquillaje nivel heavy y tirarte sobre la almohada, añade sudor, partículas de tabaco y toxinas de alcohol e imagina cómo estará tu piel al día siguiente.
