¿Tienes que adelgazar? Evita las dietas rápidas
Una dieta demasiado restrictiva lo único que hace es que tu cuerpo mantenga la grasa y pierda masa muscular. El resultado es un aumento de la flacidez y, además, la recuperación de los kilos perdidos en poco tiempo. Si tienes que perder peso, hazlo con una dieta equilibrada y no bajes más de medio kilo por semana. Una manera fácil de hacerlo es siguiendo el «método del plato», recomendado por la Universidad de Harvard (EE. UU.).
Toma proteína (en su justa medida)
No se trata de seguir una dieta hiperproteica, pero sí de consumir las proteínas suficientes. ¿Cómo saberlo? Calcula 0,8 g de proteína por kilo de peso corporal. Si pesas 65 kilos debes tomar unos 52 g. ¿Y eso cuánto es? Unos 100 g de pollo son unos 22 g de proteína, por ejemplo, según recoge clara.
Dieta baja en grasa (pero no sin)
La grasa es importante para que el cuerpo realice algunas de sus funciones, pero en exceso es un problema, porque puede hacer que acumulemos kilitos y nos sea más difícil combatir la flacidez. Así que es mejor que tu dieta sea baja en grasa. Opta por lácteos desnatados y carnes blancas (pollo, pavo, conejo) o pescado blanco, que tienen menos grasa. Y alíate con alimentos quemagrasas, como cereales integrales, especias picantes, té verde, rábanos, etc.
El colágeno se come
Recuperar el consumo de alimentos como los pies de cerdo o las partes más tendinosas de la carne (rabo, brazuelo, etc.) o huevos nos da un plus de colágeno, la proteína responsable de la firmeza de los tejidos, de la que nuestra dieta suele ser deficitaria. Para que se asimile bien, lo ideal es consumirlos con otros alimentos ricos en vitamina C (kiwis, fresas, cítricos, pimiento). También se puede tomar un suplemento natural de colágeno.
Refuerza el consumo de vitamina C
La vitamina C es fundamental en la formación del colágeno, y además, ayuda a asimilar las proteínas. Por ello, para conseguir un cuerpo más firme, debes consumir alimentos ricos en vitamina C como kiwis, cítricos, pimiento rojo, brócoli…
Dúchate con agua fría
El calor causa flacidez, por ello, lo ideal es ducharte con el agua lo más fría que puedas aguantar. Empieza con agua tibia y ve enfriándola hasta donde te sea posible resistir.
