Mundo curioso

El mito del trapo con cloroformo; ¿Sabes por qué es imposible noquear al instante a alguien usando esta sustancia?

Es uno de los lugares comunes favoritos del cine

En el cine el villano de turno se abalanza sobre alguien y le tapa la nariz y la boca con un trapo. En apenas unos segundos, la víctima se desploma inconsciente a merced del criminal. Es cierto que el cloroformo es un potente anestésico, pero no tanto como nos han hecho creer, según recoge Carlos Zahumenszky en gizmodo.

Un simpático vídeo que se ha hecho viral recientemente muestra a un individuo tratando de demostrar que el cloroformo no funciona. Tras inhalar profundamente de un trapo empapado en la sustancia, el supuesto escéptico se desploma contra el armario antes de que pueda terminar la frase: «Lo véis, no funciona». El vídeo es muy chistoso, pero es falso por una simple razón: el cloroformo no funciona así.

El tricloruro de metilo (CHCl3) o cloroformo es un un líquido incoloro y de olor dulzón con propiedades sedantes y anestésicas si se inhala o ingiere. El mecanismo exacto por el que actúa una vez entra en el organismo no se ha determinado con precisión, pero se cree que incrementa el movimiento de los iones de potasio en el sistema nervioso.

Lo que sí sabemos es que sus efectos no son instantáneos. Hace falta respirar la sustancia durante entre dos y cinco minutos para caer inconsciente. Los efectos inmediatos de una concentración de 100 partes por millón en el aire son mareos, cansancio y dolor de cabeza, pero no una inconsciencia tan fulminante como la que vemos en el vídeo. Por otra parte, es preciso seguir administrando la sustancia para que la persona permanezca dormida. De lo contrario recupera la consciencia en minutos. Es posible que el protagonista de nuestro vídeo llevara ya tiempo inahalando la sustancia por no manejarla con la debida precaución, pero desde luego no basta con inhalar el trapo durante dos segundos.

Aunque tuvo su momento de popularidad como anestésico quirúrgico, el cloroformo dejó de usarse en los quirófanos más allá de los años 30, y había una buena razón para ello: puede matar al paciente.

Los médicos pronto descubrieron que es muy difícil determinar la dosis correcta de cloroformo para mantener a una persona anestesiada sin peligro. Si no se tiene cuidado, anestesia la lengua y esta se retrae, obstruyendo las vías respiratorias. Además de poder morir de asfixia, el cloroformo alcanza niveles tóxicos muy rápidamente. En caso de sobredosis causa náuseas, vómitos, hipertermia, dificultades respiratorias, coma por insuficiencia hepática o incluso la muerte por paro cardíaco. Para rematar, hay indicios firmes de que es cancerígeno

En definitiva, que respirar cloroformo de un trapo y grabarlo para YouTube no es la mejor de las ideas. Aunque ya no se usa como anéstésico, la sustancia se sigue empleando a nivel industrial como pesticida, limpiador y disolvente. Es también una de las pocas sustancias de su clase que se produce en la naturaleza sin intervención humana. Varias especies de algas y hongos la generan, y de hecho el 90% de las emisiones mundiales de cloroformo provienen de estas fuentes naturales. Por fortuna, el compuesto es tan volátil que se evapora y se descompone en el aire antes de que pueda tener ningún efecto.

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