La madre ataca a la clínica gaditana

Así fue la sospechosa muerte de Sandra al reducirse el pecho

"No sé quién ha tenido la culpa, si el hospital o el cirujano, aunque sospecho que las dos partes son responsables"

Así fue la sospechosa muerte de Sandra al reducirse el pecho
Sandra EE

Tras una primera autopsia no se puedo dictaminar la causa del fallecimiento de la joven madre

El de Sandra es un caso con mas preguntas que respuestas, hasta la fecha. 15 minutos antes de ponerse en manos de un cirujano para someterse a una reducción de abdomen y a un reafirmamiento mamario, la gaditana Sandra Martín Cortés, de 33 años, envió una foto al grupo de Whatsapp de su familia. En la imagen se le veía sonriente con un gorro y una bata azules de quirófano. «Lista», decía la mujer. A los pocos minutos, una prima hermana le respondía: «Anda, qué guapa. Antes muerta que sencilla», según recoge Andros Lozano en El Español.

Esa misma noche, tras casi ocho horas de operación, Sandra murió. Ya era 1 de noviembre, día de Todos los Santos. Desde entonces, su familia no sabe la causa real del fallecimiento de la joven, madre de dos niños de 12 y 14 años. El Juzgado de Instrucción número 3 de Cádiz se ha hecho cargo de la investigación.

«Pienso y siento que a mi hija la subieron [a planta] para que muriera a mi vera», explica este martes Juana Cortés, la madre de Sandra, cuando la noche comienza a caer sobre la ciudad de Cádiz.

«Llegaré hasta el final con tal de saber qué pasó para que mi hija muriera al rato de salir del quirófano. Sé que iremos a juicio y que va a ser duro. Al cirujano le dije mirándole a los ojos: ‘Quédate con mi cara porque voy a ir a por todas'».

La familia de Sandra se encuentra ahora a la espera de conocer los resultados de la segunda autopsia a la que se va a someter a los órganos vitales del cadáver. En caso de negligencia médica, demandarán al hospital donde se le operó.

Juana Cortés es la madre de la mujer fallecida. Recibe a EL ESPAÑOL este martes en Cádiz, donde reside. La señora, de 56 años, muestra un collage de fotos con imágenes de su hija junto a sus dos hermanos.

Miércoles 31 de octubre. Son las 13.55 horas. Sandra, acompañada de su madre, ingresa en el Hospital de la Salud de Cádiz. Se trata de una clínica privada. La mujer lleva meses esperando este día. Va a someterse a un reafirmamiento del pecho y a una abdominoplastia.

Sandra no fuma, no bebe y suele practicar deporte. Es una mujer sana. Ha pagado 10.000 euros por la doble intervención, otros 500 por un seguro que le exige la clínica y 800 más por dos bolsas de plaquetas por si son necesarias en caso de pérdida de sangre. Es una medida por mera precaución: como su madre, Sandra padece de plaquetas bajas y, en caso de hemorragia, usarían las que ha adquirido a través del hospital.

Sobre las 3.30 de la tarde, una enfermera se la lleva a quirófano. Minutos después -sobre 30 minutos más tarde, según calcula la familia-, comienza la intervención. El cirujano empieza por las mamas.

Tras cuatro horas y media, desde quirófano llaman a la habitación donde esperan Juana y una amiga. A la madre de Sandra le dicen que la primera intervención ha sido un éxito y que ahora van a quitarle los pequeños pliegues de grasa que su hija tiene en el abdomen. Tres horas después, vuelven a llamar para contarle que la operación ha terminado de forma satisfactoria.

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