Cuesta incluso imaginar el dolor de esa familia.
Un niño de tres años falleció en la medianoche del 31 de diciembre de 2018 al 1 de enero de 2019 en Gijón tras atragantarse con una de las tradicionales uvas de Nochevieja en su domicilio de la calle Independencia, ubicada en el barrio del Natahoyo.
Después de que el pequeño se atragantara con la uva, los padres avisaron a la Policía Local que se desplazó a la vivienda y evacuó al menor al hospital de Jove.
El trágico suceso se produjo en el barrio de El Natahoyo, concretamente en la calle Independencia. La familia, de origen ecuatoriano, estaba celebrando la despedida del año 2018.
El niño llegó al centro sanitario sin respiración ni pulso por lo que los intentos de reanimación que se le realizaron resultaron infructuosos.
Un reciente informe de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) lleva preocupación a quienes suman a ese ritual a los más pequeños de la familia.
El estudio indica que las uvas y los frutos secos pueden deslizarse en la boca del niño sin ser masticadas y taponar las vías aéreas.
La entidad médica advirtió que comer uvas enteras -con piel y semillas- es la tercera causa de asfixia en menores de cinco años.