Una de chocolate

El sensual Tiramisú

Una de chocolate
"Puedo resistir a todo, excepto a la tentación" (Oscar Wilde)

¿Os acordáis de la deliciosa comedia «Chocolate» de Lasse Aström, con Juliette Binoche y Johnny Depp? Toda la historia giraba alrededor de unos irresistibles bocados achocolatados fabricados por la misteriosa Vianne, recién llegada al apacible pueblo de Lansquenet durante el ayuno del Cuaresma.

Esa película encantó especialmente a los italianos, quienes saben como nadie trabajar ese sombrío objeto del deseo universal. En su recetario destaca un postre de infinita sensualidad e irresistible sabor, el tiramisú. Muchas de sus regiones reivindican su invento, por algunos fechado hacia el siglo XVI, cuando el metrosexual Cosimo III de Médici, probando en Siena esa ignota dolcezza, lo consideró su postre predilecto y llevó su receta a su feudo personal. Así reinó, blasonado y reverenciado sobre las mesas pudientes, devorado por los sibaritas imperantes. Turisteando de Florencia a Piamonte, hizo parada y fonda en el refinado Veneto (capital Venecia), donde unos expertos reposteros, sometiéndolo a un intenso lifting de mascarpone, moldearon sus definitivas forma y textura que pronto volverían locos a los golosos planetarios.

Cuentan que se utilizó profusamente durante la primera contienda mundial, ya que las novias idearon una suerte de tiramisú muy personal: aromatizaron con café los restos de bizcochos y postres a modo de charlotte, los colocaron en latas de latón y los regalaron a sus amados marchando para la guerra.

Al raso o en trincheras, entre bombas y cotidianas horrores bélicas, los sufridos soldados, oliendo ese envolvente aroma casero, soñaban del dulce hogar desvanecido evocado por ese «tiramisú», traducido, según tocaba, por «piensa en mí», «no me olvides» o «llévame al cielo». En dialecto veneciano significaría igualmente «te tira su», equivalencia de «tentempié», en ese caso hipercalórico y bienvenido durante las horrendas noches heladas que tocaba vivir.

Sea como sea, del delicioso tiramisú existen tantas elaboraciones como apasionados golosos acomodándole a su capricho y creatividad. Por tanto, versionada en miles de combinaciones, la formula integró la liturgia reposteril italiana.

Aunque huérfanos de su exacta receta, proponemos una que se realiza muy rapida y fácilmente. Empezaremos preparando la crema del tiramisú: mezclar 4 yemas de huevo con 50 gr. de azúcar blanco en polvo, 300 gr. de queso mascarpone y 4 claras de huevo montadas a punto de nieve. Distribuir en flaneros individuales unos trocitos de bizcochos tipo soletilla, rociarlos con una mezcla de ron, licor de amaretto, café soluble muy fuerte o licor de café. Repartir una capa de la crema, otra de bizcochos y terminar con la crema.

Los más golosos pueden añadir unas cerezas amaretti confitadas para endulzar un poco más ese postre ya de por sí tan suave. Terminar rallando una pizca de chocolate negro encima y espolvorear generosos centímetros de cacao amargo. Refrigerar unas diez horas y degustar esa mullida, hipercalórica e irresistible maravilla. 

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Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

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