Eso sí, si hay algo peor que tirar un alimento caducado a la basura es comérselo
Como consumidor, lo primero que le interesa es distinguir entre fecha de consumo preferente y fecha de caducidad.
«Cuando un producto caduca quiere decir que a partir de esa momento los fabricantes no pueden garantizar la seguridad de los alimentos, mientras que el consumo preferente indica que a partir de la fecha, puede haber un deterioro sensorial (color, olor, sabor, apariencia), pero no implica un riesgo sanitario. El poner fecha de caducidad a un producto con una acidez como la del yogur no es imprescindible.»
Así lo explica María Dolores Selgas, directora del departamento de Nutrición , Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Universidad Complutense de Madrid, a Cristina Garrido en ABC, quien ha recogido la opinión de expertos sobre el tema.
La decisión del Gobierno sobre el yogur se enmarca dentro de una estrategia nacional a tres años denominada «Más alimento, menos desperdicio» que tiene por objetivo evitar el despilfarro. No es el único producto sobre el que se va a actuar.
Pero el yogur no es el único alimento que no caduca. Las magdalenas, las galletas, la pasta, la miel o los derivados de cereales son alimentos que tienen fecha de consumo preferente, por lo que no implica un riesgo para la salud consumirlos después.
Alfonso Carrascosa, científico del CSIC y experto en seguridad alimentaria:
«Nunca hay que tirar a la basura un alimento con fecha de consumo preferente.»
Otros productos que no caducan son las legumbres, el vino, el jamón curado, las bebidas con una graduación superior a un 10%, la cerveza, los productos de panadería o confitería sin cremas, los vinagres, la sal de cocina, los azúcares en estado sólido, las gomas de mascar y algunas conservas, enumera el científico del CSIC al ABC, que desmonta otro mito:
«Los huevos tampoco caducan. No hay por qué desecharlos después de la fecha de consumo preferente. La cáscara es impenetrable para los microbios. Si se comen fritos o cocidos, se mata cualquier riesgo y en mayonesa basta con añadir unas gotas de limón y sumergir previamente el huevo en agua con unas gotitas de lejía para aumentar la seguridad. Si está rota sí hay que tirarlo porque puede haber caído algún microbio.»
Aunque no existe un límite fijado para tomar un producto después de su fecha de consumo preferente, los expertos llaman al sentido común. Mirar, oler y catar. Si hay algún sabor o aroma desagradable, no hay por qué comerlo.
«Un embutido se te puede enranciar y lo dejas de consumir por rancio, pero no porque suponga un riesgo para la salud.»