«Le monde est un livre et ceux qui ne voyagent pas n’en lisent qu’une page» (Saint-Augustin)
«Oleum», acertado vademécum del Marqués de Griñón (Sevilla, 1937) sobre la temática del olivar, detalla con estilo ameno, en once didácticos capítulos agradablemente ilustrados, el fabuloso periplo de un árbol emblemático cuyo cultivo y explotación se funden con la historia de la tierra mediterránea, donde el milagro de un benigno clima singular permitió su crecimiento y propagación vegetativa. Cinco veces milenario, símbolo pacífico y primero en emerger del desastroso diluvio universal, el plateado, modesto y humilde árbol, fuertemente ligado al poder religioso y económico de su cuenca originaria, figura como mítico referente en los libros sagrados de los credos monoteístas. Uno de los máximos maestros de la vida espiritual de la Iglesia Católica, San Alfonso de Ligorio, en «Las Glorias de María (IX, 1)», confirió al discreto árbol y a su «aceite de misericordia» que nutre, ilumina, embelleza y cura, una dimensión mariana, por su riqueza, perenne verdor, generosidad e infinita dulzura.
De los 800 millones de olivos plagando el mundo mundial, 500 hunden sus raíces en Europa y 300 en España, convirtiendo la península en la primera potencia mundial productora y exportadora del género, con una superficie dedicada al olivar rondando los 2,5 millones de hectáreas, según datos de La Interprofesional del Aceite de Oliva Español y el muy serio Planétoscope (http://www.planetoscope.com/Commerce/1244-production-d-huile-d-olive-dans-le-monde.html)
En un apasionante mix de leyendas, historias, recorrido botánico, concisos consejos prácticos, saludables efectos y selecto recetario -cortesía de su amigo Ferrán Adriá-, Carlos Falcó, después de siete años de reflexión, presta nuevamente su certero talento literario al estudio de ese oro líquido tan genuinamente ibérico, esencia de la cocina peninsular y de la pirámide alimentaria mediterránea.
En la cercanía reverberante de los dorados montes de Toledo, desde su feudo mítico del Dominio de Valdepusa, Quinto Casa de Vacas, vigilado bajo un sol de justicia por golondrinas, cernícalos y halcones peregrinos que dieron nombre a su familia («falco, el de vista aguda como los halcones«), un éden abrazado por vid, gigantesco olivar, aromáticos senderos de lavanda, tomillo y romero, el Marqués de Griñón y su hija Sandra reunieron en cónclave la prensa afín para presentar esa nueva joya literaria brevemente titulada «Oleum«. El libro está dedicado a la memoria del Dr. Marco Mugelli, amigo, colaborador, científico agrónomo e investigador oleícola italiano y a la actual directora de su compañía vinícola y maestra de almazara, su hija Sandra, que recibió con piropos versificados al empezar la rueda de prensa. Sin arriesgar mucho, apostamos que esa obra monotemática, de verde envoltorio como la cromática del icónico árbol, se convertirá, por su concisión, fácil lectura y calidad, en otra success story literaria, tal como su primer libro laureado con una miríada de galardones patrios e internacionales («Entender de Vino«, 15 ediciones, Ed. Martínez Roca, ISBN 9788427036185).
Cabe recordar que por su visionario empeño, creatividad inagotable y emérito tesón perfeccionista, la familia Falcó recibió recientemente de la prestigiosa guía italiana «Flos Olei» («Flor de la cosecha«, apodo aplicado a los aceites de oliva «vips» del imperio romano, hoy referencia internacional para los superlativos aceites «VE» (vírgenes extra)), el codiciado premio al «Mejor Productor del Año» por su floral y aterciopelado aceite extra virgen de pago, «Oleum Artis«, genial combinación de Picual y Arbequina. Como resultado, se quedaron sin existencias.
Resulta un hito excepcional, ya que por vez primera, un aceite español de dicha categoría se alza con un honor semejante, redundando en un éxito para el gremio oleícola patrio, en justo reconocimiento para la familia Falcó y gozo para los paladares gourmets globales. El sublime aceite VE, actual estrella del Gotha gastronómico del siglo XXI, de alma atomatada puntuada de frescas notas de trufa, hierba recién cortada y alcachofa, es el Rolls de su gremio y el must castizo de las mesas sibaritas. Destila grandeza patria por los cuatro costados y puro lujo para el paladar. Por su singular exquisitez, repleta de ricos matices y sensualidad, la delicada sensación gustativa que provoca su sabrosa armonía, destacó entre las 2.800 catas propuestas, llevándose 98 de los 100 puntos de la edición 2013 del certamen y el membrete del fragante terroir de Malpica de Tajo tanto por la geografía europea, el País de Mickey, los potentes mercados emergentes de China y la Federación de Rusia. Otro sueño adolescente cumplido, cuando con quince años, desde el Castillo de Malpica, propiedad de su familia desde el siglo XIII, Carlos Falcó confesó a su abuelo Joaquín, sus intenciones de ser «embotellador de aceite de oliva«. Un admirable tour de force del protagonista, artista, creador y benefactor de la Humanidad gourmet, uno de los trescientos españoles ostentando Grandeza de España y cuyo título nobiliario está unido desde 1292 al leyendario Dominio de Valdepusa.
A sus vitalistas 76 primaveras desentendidas de la palabra jubilación, culpa segura de sus antioxidantes aceites VE, ese amable, generoso, culto y educadísimo caballero, mezcla de gentleman farmer, socialité e intelectual, incansable viajero, poco urbanita y distinguido poliglota, sigue habitado por sus deseos de perfección, retos e innovación. Sus decisiones fueron un elemento dinamizador para la comarca donde vive y el tiempo roedor no trastocó, afortunadamente, sus mágicos afanes creativos, escala de altísimos valores, ni sus deseos de mejora constante de los refinados productos de elite que comercializa. Tampoco sus inclinaciones personales hacia ese arte mayor, la poesía, incluso de propia cosecha. Para muestra, los versos que adornan la etiqueta de su vino de Syrah y Garnacha, «El Rincón«: «Palacio madrileño envuelto en tu secreto de cedros, ruiseñores y madroños… Por tus praderas de escarcha juegan en invierno las ardillas y en primavera sonríen las violetas entre fuentes y adornos berroqueños…»
El quinto Marqués de Grinón, primo de la incombustible Duquesa de Alba y del actual monarca español, descendiente del Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar), nacido en el mismo palacio sevillano que Antonio Machado (el de Dueñas), europeísta, pionero, Presidente del Círculo español del lujo Fortuny, uno de los fundadores del Club Siglo XXI, ingeniero agrónomo formado entre Madrid, Bélgica (Lovaina) y EE. UU. (Davis, California), heredó de su abuelo Joaquín una parte muy especial de Valdepusa, el Quinto Casa de Vacas, cuya tierra arcillo-caliza le permitió realizar su sueño de viticultor y oleicultor. Para ello, desafió en 1974 las prohibiciones franquistas y coleccionó las multas por introducir a hurtadillas, en un camión repleto de manzanas, unas cepas francesas de Cavernet Sauvignon quienes muchas lunas más tarde, jubilados los dictatoriales años de plomo, ya en el posfranquismo y con nulo apoyo institucional, revolucionarían el sector vinícola patrio. A nivel europeo, sus viñedos señoriales del Dominio de Valdepusa toledanos han sido pioneros en la introducción de nuevas tecnologías como el riego por goteo (1974), las espalderas Smart-Dyson (1994) el sistema de riego conocido como partial root drying (PRD) en 1999, el uso de dendrómetros para monitorizar el estrés hídrico y el crecimiento de las vides. En 2003, el Dominio subió todavía más el listón, convirtiéndose en la primera D.O. reconocida a nivel nacional y comunitario y concedida a una sola finca o pago. Como resultado, los vinos del mediático aristócrata de bullente imaginación y férrea voluntad emprendedora se venden por el mundo entero y sus pulcras bodegas revisten la categoría de tecnología puntera.
Aceite y vino, bálsamo divino… El olivo nourricier y los selectos productos de las fértiles tierras del marquesado, paradigmas de clase y distinción gastronómicas, se comercializan hoy en más de cuarenta países del mundo. Inmune al desazón de la infinita crisis actual que mucho afectó sus negocios pero que supo reconducir con esa nueva aventura oleícola, pronto Carlos Falcó nos sorprenderá con otra estilosa línea de delikatessen que por el momento, resulta un secreto mejor guardado que Fort Knox. Y posiblemente, con la publicación de sus esperadas memorias, que promete redactar «sin cortapisas». Igualmente tiene en ciernes un proyecto de club de golf. En fin, mucho de qué seguir ocupando su ya de por sí, activa existencia. De ese pionero, trabajador incansable, reclamado/aclamado conferenciante, excelente pluma y mejor persona, poeta discreto y elegante, tolerante y liberal, es reconfortante poder esperar, en esos tiempos convulsos, la excelencia en todos sus aspectos, el cuidado mimo de la excelente materia prima, el fiel compromiso con la alta gama y la garantía de una excelsa calidad. Sus apellidos con solera, garantía de buen hacer, humanismo y honestidad empresarial, son el verdadero legado existencial y los oros de ese versátil aristócrata moderno, tachado de Don Quijote en sus principios. Pasando de los agoreros inmovilistas, lobbies locales y graníticas resistencias de todo tipo, transformó sus retadoras utopías en una brillante realidad, basada sobre la cultura del esfuerzo y del mérito propio. La heredó un consolidado relevo generacional de idéntica filosofía, que igual y pacientemente sabe llevar el nombre de España y sus glorias gastronómicas por todos los nichos gourmets del planeta. Para prueba, la brillante oratoria que nos brindó la talentosa Sandra, preciosa anfitriona y docta «guía» del noble lugar, actitud circunscrita al linaje Falcó. Nobleza y genética obligan…
«Oleum, la cultura del aceite de oliva», Carlos Falcó, Marqués de Griñón, Grijalbo, ISBN 978-84-253-5057-3″