Largas horas al sol, lociones autobronceadoras u olvidar usar crema solar son algunas de los grandes peligros del verano. La obsesión por estar bronceado ha traído una última tendencia: usar refrescos de cola sobre la piel antes de exponerse al sol.
Estas bebidas carbonatadas de gran consumo en todo el mundo también son utilizadas para limpiar el óxido de superficies metálicas e incluso como desatascador de retretes, pero ¿hasta donde llega el peligro de echarse este líquido por el cuerpo para broncearse?
La tendencia surgió por primera vez en 2006, cuando el artista australiano Peter Andre declaraba que solía empaparse de este mejunje antes de tomar el sol. Los dermatólogos son contundentes y advierten de que utilizar un refresco como aceite bronceador conlleva una serie de peligros, como que los componentes químicos de la bebida azucarada puedan llegar a provocar la eliminación de varias capas de células muertas e irritar la dermis, sobreexponiendo aun más nuestra piel a los rayos perjudiciales.
Según publica Informalia, también advierten que este tipo de prácticas pueden derivar en un cáncer de piel: «A corto plazo puedes obtener eritema inducido o también llamado quemadura debido a los rayos UVA y UVB. Pero a largo plazo, sabemos que sin fotoprotección, no sólo aumenta el riesgo de envejecimiento prematuro, sino que también provoca cambios en el ADN celular que aumenta el riesgo de cáncer de piel», declaraba la doctora Lisa Kellett al portal Global News.
Estas bebidas no solo son peligrosas utilizadas inadecuadamente, sino que su alto nivel de azúcar provocan otros problemas de salud. Según un estudio elaborado por el farmacéutico Niraj Naik, en el que analizaban los primeros sesenta minutos después de tomar una lata, se llegó a la conclusión que tras 20 minutos de la ingesta el azúcar eleva considerablemente los niveles de insulina en sangre haciendo trabajar al hígado forzosamente.
