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Los 10 responsables de que engordemos en invierno

La insuficiente exposición a la luz solar durante meses contribuye al aumento de peso

Los 10 responsables de que engordemos en invierno
Comida, dieta, amor, pareja y hogar. PD

Aunque al personal le cuesta asimilarlo, no solo la Navidad es culpable de todos los kilos extra que ganamos en invierno.

Las comidas familiares y la tendencia al exceso durante las fiestas son el disparadero perfecto para emborronar una dieta saludable, pero la realidad es que la llegada de los meses de frío y de lluvia supone de por sí una carrera de obstáculos en nuestras pretensiones por cuidar la línea.

Enero se convierte en el mes de las promesas por excelencia.

Son una serie de factores los que intervienen en la dejadez típica del invierno. Para el especialista, existe un motivo social por el que nos gusta estar mejor físicamente y que nos vean:

«La operación bikini y la obsesión por mostrar nuestro cuerpo en playas y piscinas tiene su contrapunto en los meses en los que no tenemos que lucirnos».

La mirada de los otros juega un papel muy importante en nuestra mente, pero no es una razón menor los cambios en nuestro patrón alimenticio, determinados con el aumento en invierno de platos más calóricos y contundentes y la reducción de la ingesta de comidas ligeras y bajas en calorías, como los gazpachos o las ensaladas estivales.

Aunque la solución está en preparar los guisos sin ingredientes grasos poniendo en un primer plano las verduras y hacer un esfuerzo por mantener las frutas, no resulta tan apetecible como en los meses cálidos.

Cuestión aparte son los antojos. Está científicamente demostrado que buscamos dulces cuando el sol escasea: la exposición a la luz solar puede alterar los niveles circulantes de serotonina, lo cual reduce significativamente los umbrales de reconocimiento del sabor dulce.

Eso nos impulsa a buscar más azúcar y no sentirnos saciados con los niveles que consumimos habitualmente.

Y si tendemos a encerrarnos y cambiar nuestra dieta, de la mano va la disminución del ejercicio físico. Lo que para un deportista profesional puede ser un placer -el aire es más limpio y los caminos están menos transitados-, lidiar contra el frío y la lluvia para la mayoría de los mortales supone inevitablemente una pérdida de compromiso.

Estamos más cómodos en casa

Ciertas razones psicológicas, como la pérdida de motivación para correr en la oscuridad o la tendencia al sueño o a la depresión, se asocian habitualmente con el invierno. Sin embargo, y siempre que estemos bien equipados, nuestro cuerpo agradecerá las salidas invernales a la calle.

Más allá de razones dietéticas, podría haber una explicación científica basada en las condiciones climáticas. Así lo piensa un equipo de investigadores de la Universidad de Alberta, que recientemente ha descubierto que la falta de luz solar puede ser en parte culpable de por qué tendemos a engordar durante el invierno.

De acuerdo al estudio, las células grasas que se encuentran debajo de nuestra piel se contraen cuando se exponen a la luz azul emitida por el sol.

Peter Light, autor principal del estudio y profesor de Farmacología y director del Instituto de Diabetes de Alberta, afirma que la insuficiente exposición a la luz del sol que tenemos durante los meses de invierno puede provocar el almacenamiento de grasa y contribuir al típico aumento de peso que algunos tenemos.

Aunque los investigadores advierten que el hallazgo es solo una observación inicial y que perseguir la exposición a la luz solar no es, en ningún caso, una forma segura o recomendada de perder peso -en ese caso nuestra piel se puede ver seriamente afectada-, se trata de un novedoso descubrimiento que abre nuevas vías de exploración científica y que pone el punto de mira en posibles tratamientos futuros basados en la luz para combatir los problemas de sobrepeso.

«Tal vez la exposición a la luz solar que dirige nuestros patrones de sueño y vigilia también puede actuar de manera sensorial, estableciendo la cantidad de grasa que los humanos queman dependiendo de la temporada. Ganamos peso en el invierno y luego lo quemamos en el verano».

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