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¿Sabías que el color del yogur de fresa no viene de la fruta, sino de un insecto aplastado del tamaño de una garrapata?

¿Sabías que el color del yogur de fresa no viene de la fruta, sino de un insecto aplastado del tamaño de una garrapata?
Yogur YT

Si lo piensans mucho no te los comes. Hoy vamos a hablar de la «magia» del color rosado o rojizo que tienen muchos productos del supermercado. Porque aunque el yogur «de fresa» lo sea por sabor e incluso textura, no lo es por el color. Eso se lo debemos a unos insectos aplastados del tamaño de una garrapata, según recoge Science Insider y Miguel Jorge en gizmodo

Para ser más exactos, se lo debemos a insectos hembra aplastados y luego pulverizados: la cochinilla. Gracias a ello, se obtiene ese rojo brillante que denominamos carmín.

El carmín de la cochinilla se obtiene del ácido carmínico producido por estos insectos que normalmente se crían sobre nopales o tunas. Cuentan los historiadores que durante miles de años la gente ha estado usando el insecto cuyo interior es de un color rojo púrpura (debido a los higos que chupan) para teñir todo, desde la ropa hasta la cerámica. La cochinilla luego fue exportada por los españoles de Mesoamérica a Europa en el siglo XVI.

Sea como fuere, su uso actual está tremendamente extendido. Para ello, se prepara hirviendo las cochinillas previamente secas y pulverizadas en una solución amoniacal (o de carbonato de sodio). De esta forma se extrae el ácido carmínico, y las partículas insolubles se eliminan mediante filtrado. Luego, la solución resultante se trata con alumbre para que el colorante se precipite.

Hoy el colorante se usa para todo tipo de productos comerciales que van desde telas o medicamentos hasta alimentos (como el yogur de fresa), bebidas, jabones o cosméticos. Es lo que en la industria alimentaria se ha designado con el número E120.

Se calcula que solo en Estados Unidos, desde 1955 a 2010 el consumo de colorantes alimentarios aumentó en un 500%, sobre todo gracias a los colores superficiales. Sin embargo, una corriente comenzó a cambiar algo a finales del siglo XX: los consumidores se mostraron más preocupados acerca de los productos químicos sintéticos que había en las comidas, exigiendo ingredientes más naturales.

Muchas empresas se volvieron entonces al carmín: no tiene sabor, resiste la degradación de la luz, el calor y la oxidación, y a diferencia de algunos colorantes sintéticos, no se ha relacionado con el cáncer o el crecimiento de tumores.

Así fue como el carmín terminó en yogures de fresa, frappuccinos o jugos de pomelos. Para averiguar si algún producto lo incluye tan solo busca en los ingredientes «carmín» o «extracto de cochinilla«. En cualquier caso, el carmín es cada vez más difícil de conseguir, razón por la que muchas compañías lo han eliminado de sus ingredientes.

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