Las vueltas de la vida. Anthony Bayer es un australiano de 26 años que hoy por hoy se mantiene en forma. De hecho, algo más que eso: tiene un cuerpo de gimnasio que muchos envidiarían. Pero no siempre fue así. De hecho, cuando iba al instituto pesaba sesenta kilos más, según recoge el autor original de este artículo 20minutos y comparte Francisco Lorenson para Periodista Digital.
Bayer, de Queensland, Australia, era un joven obeso que llegó a pesar 157 kilos a causa de su adicción a la comida basura. Sin embargo, era un chico valiente que se atrevió a pedirle a una chica bonita, una de las más populares del instituto, que fuera con él al baile de fin de curso. Para su sorpresa, la chica dijo que sí.
«Estaba esperando que ella me rechazara de inmediato y se riera en mi cara. Pero sorprendentemente, ella dijo que sí, que no podía creerlo. Estaba tan emocionado por el baile que compré un traje nuevo, me corté el pelo y alquilé una limusina», contaba el joven a Unilad.
Pero llegado el día del baile, cuando fue a buscara a su casa, ocurrió algo horrible. «Ella abrió y solo dijo ‘lo siento, estás demasiado gorda para pasar por la puerta’, y cerró la puerta en mi cara». Aún así Anthony fue al baile, pero fue aún peor, pues sufrió las risas y burlas de sus compañeros, que ya sabían lo que había pasado.
Fast food addict who was only ever asked out on a date as a prank loses 60kg – and now HE'S being wooed by the women who used to reject him
via https://t.co/BR8uKYmiL9 https://t.co/FG4X0qFSdV— GEOFF’S WORLD,RETIRED ROCK MUSO&SOLO ENTERTAINER. (@Geoffkernow) October 3, 2019
Con el tiempo el joven superó su problema alimentario y comenzó a hacer ejercicio, con lo que, sesenta kilos menos después, consiguió convertirse en un hombre musculoso que, según dice, tiene mucho éxito con las mujeres. Incluso con aquella que le había roto el corazón.
«Hace aproximadamente un año esa misma chica que fue tan cruel conmigo de alguna manera obtuvo mi número a través de mi página de Instagram y me envió un mensaje de disculpa por ser una abusona y me preguntó si podíamos ir a una cita», narraba Bayer. «No podía creerlo y ni siquiera respondí. La perdonaré, pero nunca lo olvidaré».