Aunque parezca sencillo, lo cierto es que freír un huevo no es tan fácil como parece.
Los errores más habituales van desde la forma de conservación en los supermercados hasta la manera en la que lo cocinamos.
Empezando porque este alimento no debe conservarse en la nevera del mercado ya que los cambios bruscos de temperatura pueden dañar la cutícula que protege al interior del huevo de posibles bacterias como la salmonera, si esta se altera pueden acumularse en las cáscara penetrando dentro del huevo e infectando la yema y la clara.
Por eso se recomienda que pase del frío a temperatura ambiente.
Añade harina para evitar que salte
Es una de las meteduras de pata más frecuente, nunca hay que echar un huevo a la sartén en aceite muy caliente si acabas de sacarlo de la nevera, puede causar que el aceite salte con fuerza y cause grandes quemaduras.
Un truco para evitar un disgusto es añadir una pizca de harina al aceite, de esta forma evitamos que pueda saltar a la cara o al cuerpo.