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Hay alimentos como el pollo, la carne roja o los huevos, que nunca deberías de tomar crudos. Sin embargo, otros pierden parte de sus nutrientes si son cocinados.
Este es el caso de muchos vegetales, algunos de los ejemplos:
Ensaladas. De todas las formas y combinaciones posibles. Como base puedes elegir lechuga, escarola, canónigos, rúcula o endivia. Siempre combinados con otros vegetales que sirven para añadirle textura y sabor a la mezcla.
Fruta fresca. Variedades hay para aburrir. Se pueden tomar solas o bien en forma de macedonia o para acompañar otros alimentos.
Frutos secos. Tienen un gran valor nutricional aunque no hay que abusar de su consumo.
Se puede tomar un puñadito al día y si lo prefieres, añadirlos a las ensaladas.
Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan ingerir al menos 400 gramos o cinco porciones de frutas y verduras al día para reducir riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles.
Lo cierto es que consumir vegetales crudos mejora los síntomas de trastornos digestivos (como hinchazón abdominal, gases, flatulencias o dispepsias).
Además ayudan a retrasar el envejecimiento, ya que la mayoría de los alimentos antioxidantes son vegetales crudos. El resultado es un organismo más nutrido, con más vitalidad y energía.