La ausencia de caninos protuberantes en los machos indica que eran socialmente poco agresivos

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El "Ardipithecus ramidus" demuestra distintos caminos evolutivos

El reto es descubrir un ancestro, que debió vivir hace seis millones de años, a partir del cual simios y homínidos se separaron

La madeja de la evolución humana se va desenredando. La abuela ‘Lucy‘ ya no es el homínido más antiguo conocido. Ahora ‘Ardi‘, una frágil ‘mujer’ de 50 kilos y apenas 120 centímetros se ha ganado el título de bisabuela.

Ardi vivió en Etiopía, a 225 kilómetros al Noroeste de Addis Abeba y a 60 kilómetros de donde se encontraron los restos de Lucy, un millón de años más joven y considerada, hasta ahora, el antepasado del hombre más remoto.

Es la estrella de la edición de esta semana de la revista Science, a la que dedica su portada y 11 artículos, en los que han participado 47 investigadores de 10 países.

Ardi pertenece a la especie homínida Ardipithecus ramidus que, según los análisis de los restos del cráneo, dientes, pelvis y manos, tenía una mezcla de rasgos compartidos con sus predecesores y otros con los homínidos posteriores.

Lo más llamativo es que varios de éstos no aparecen en los simios africanos de la época moderna, tal vez porque hayan evolucionado rápidamente desde que compartimos el último ancestro común.

Por tanto, quizás estos primates no sean un buen modelo para comprender nuestra propia evolución.

ESPECIE MOSAICO

En opinión de Tim White, de la Universidad de Berkeley y uno de los autores principales, «en Ardipithecus tenemos una forma no especializada que no ha evolucionado en la dirección de Australopithecus (especie a la que pertenece Lucy).

Analizando estos restos de la cabeza a los dedos del pie, lo que vemos es una criatura mosaico, que no es ni chimpancé ni humano.

Es Ardipithecus». Los abundantes restos hallados en la zona han permitido a los investigadores reconstruir casi al detalle cómo vivían Ardi y sus congéneres: en un entorno boscoso, donde treparon a cuatro patas a lo largo de las ramas de los árboles, pero no permanecían colgados mucho tiempo de ellas, como los chimpancés, sino que caminaban erguidos, a dos patas.

«Con un esqueleto tan completo y con tantos individuos de la misma especie en el mismo horizonte temporal, podemos realmente entender la biología de este homínido», destaca Gen Suwa, de la Universidad de Tokio y otros de los autores de la investigación.

Los informes que publica Science son el resultado de 17 años de estudio, cuando se encontraron los primeros restos de Ardipithecus.

En la zona se cogieron, además de los huesos de Ardi, otros 110 especímenes, correspondientes, al menos, a 36 individuos diferentes.

También se recogieron 145 dientes, cuyos patrones de desgaste revelan que los individuos comían plantas y otros vegetales pequeños y no eran grandes comedores de frutas, como gorilas y chimpancés.

«Los homínidos y los simios africanos han seguido diferentes caminos evolutivos y no se puede considerar a los chimpancés como sustitutos de nuestro antepasado común».

Tim White ofrece una explicación en la línea de las teorías de Darwin:

«El padre de la evolución insistía en que debíamos ser muy cuidadosos. La única forma en que podremos saber realmente a quién se parece nuestro antepasado común es encontrándolo. Ya hemos descubierto algo bastante próximo, y tal como Darwin entendió, la evolución de los linajes de los simios y el linaje humanos han avanzado independientemente desde que se separaron, desde nuestro último antepasado común».

Los científicos subrayan que este es un momento crucial para comprender la evolución del hombre.

El principal reto está en descubrir un ancestro, que debió vivir hace unos seis millones de años, a partir del cual simios y homínidos se separaron.

Para Brooks Hanson, subeditor de Science, «estos artículos contienen una enorme cantidad de datos y abren una ventana a un periodo de la evolución humana de la que hemos sabido poco, cuando los homínidos se estaban estableciendo en África poco después de separarse del último antepasado común».

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