Después de leer este artículo, seguramente más de uno se pensará si tomarse esa copa de fin de semana o elegir un refresco sin alcohol. Alguna de las consecuencias que provocan bebidas como el whisky, el ron o el vodka, tienen que ver con la aparición de cáncer y el prematuro envejecimiento. Y todo por unas ‘copitas’ de más.
En el estudio publicado en el diario Telegraph, Drinking accelerates ageing of cells, realizado por investigadores de la Universidad de Milán (Italia), analizaron más de 250 voluntarios de los que algunos bebieron más de cuatro bebidas alcohólicas por día. Con edades similares y otros factores que podrían afectar a la longitud del telómero (los extremos de las hebras de ADN), como la dieta, el ejercicio físico, el estrés relacionado con el trabajo y las exposiciones ambientales.
Los resultados mostraron que la longitud del telómero se redujo drásticamente en aquellos que consumían cantidades excesivas de alcohol. En algunos la longitud de los telómeros fue casi la mitad de los que no bebían.
Dado que el acortamiento del telómero se cree que incrementa el riesgo de cáncer, los investigadores especularon que los que tenían telómeros más cortos debido al consumo excesivo de alcohol podría tener un mayor riesgo de cáncer.
Andrea Baccarelli, el principal investigador de la Universidad de Milán:
«Las personas que beben alcohol en exceso tienden a parecer vigilia, y comúnmente se piensa que beber en exceso conduce al envejecimiento prematuro y la aparición temprana de las enfermedades del envejecimiento.»
Cuando el ser humano envejece, la longitud del telómero se acorta progresivamente y, finalmente, se daña tanto la célula que muere. El estudio halló que la ingesta de alcohol acelera este proceso, por lo que además de una mayor probabilidad de padecer cáncer, se envejece más rápido.
