Varios criptoanalistas y los propios empleados de la agencia han conseguido sacar a la luz el significado de tres cuartas partes de la escultura
La inscripción más célebre en la sede de la Agencia Central de Inteligencia solía ser la frase bíblica cincelada en mármol:
«Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres»
Pero desde hace dos décadas, hay otro texto que obsesiona mucho más a los agentes de la CIA. Son sólo 865 caracteres perforados en una escultura de granito rojo, cuarzo grabado sobre cobre, piedra imán, y madera petrificada, pero traen de cabeza a los agentes y a los miembros del gobierno estadounidense.
Paradójoicamente, el misterio está en una escultura llamada Kryptos, creada por el artista James Sanborn. Recibió el encargo en 1988 cuando la CIA estaba construyendo un nuevo edificio y como parte de un concurso en el que el ganador se llevaría a casa 250,000 dólares.
«Kryptos es arte, pero también es un enigma».
Así califica Dan Brown, en su novela El símbolo perdido, la escultura que se instaló en 1990 en el patio de los cuarteles de la CIA , en Langley, Virginia, no muy lejos de Washington DC.
Kryptos, término griego para designar lo oculto o escondido, es una creación del artista James Sanborn.
«Se ha convertido en algo legendario», se remarca en la novela superventas. Consiste en una enorme pieza en forma de S, de paneles de cobre sobre los que hay escritas «cerca de mil letras en un desconcertante código», precisa Brown.
Su elucubrante búsqueda en la ficción no impide que su descripción resulte de lo más real.
NOTA EN NYT
No muy diferente de la que el 21 de noviembre de 2012 realizaba The New York Times, en cuyas páginas el escultor deslizó una pista para facilitar las pesquisas sobre el misterio, o hacerlo creer.
De los cuatro mensajes que cinceló, el último continúa encriptado. A Sanborn le tiene algo frustrado tanta espera.
«Pensé que este acertijo sería descubierto en un tiempo bastante más corto», confesaba al Times.
Como explicó en su día Francesc Peirón en ‘La Vanguardia’, en 1999 se consiguió dar sentido a en torno a un millar de los caracteres, que son los que configuran tres de las leyendas.
Para facilitar despejar la incógnita, el artista ofrece el significado de una serie de seis caracteres –NYPVTT-, que una vez descifrados se leen como Berlín.
Todavía quedan otros 91 y sus órdenes correspondientes por determinar.
Los propios empleados de la agencia han conseguido sacar a la luz el significado de tres cuartas partes de la escultura. Sin embargo, lo que han descubierto no ha hecho más que hacer que el rompecabezas sea más confuso.
LA WEB DE LA CIA
Según la página web de la CIA, el artista, después de leer mucho sobre la inteligencia y la criptografía, decidió hacer una interpretación en términos de cómo la información se acumula a lo largo de los siglos.
Para generar el código para Kryptos, trabajó durante cuatro meses con un excriptógrafo de la CIA con el fin de elaborar los códigos utilizados en la escultura.
Una labor que le llevó a realizarla en la clandestinidad ya que los propios agentes querían ser los primeros en descifrarlo.
Los afortunados fueron David Stein, un analista de la CIA, y Jim Gillogly, un informático. De lo que se ha descifrado puede rescatarse lo siguiente:
«Between subtle shading and the absence of light lies the nuance of iqlusion» (Entre la sombra sutil y la ausencia de luz yace la novedad de la iqlusión).
Aunque parezca que está mal escrito, el artista eligió hacerlo así para crear mayor confusión en la resolución.
POCA AYUDA
Nadie previó en la agencia de inteligencia la fiebre que suscitaría la resolución de esta cuestión. En buena medida se ha visto alentada en los últimos años con los relatos de Dan Brown, en especial por El código Da Vinci.
James Sanborn ganó el concurso cuando la CIA planificó la expansión de su hogar. La agencia puso en contacto entonces al escultor con Edward Scheidt, un agente retirado especializado en criptografía.
Este agente fue quien le adiestró y dio las claves para convertir un conjunto de letras en cuatro pasajes camuflados.
Que el enigma perdure resulta compatible con ciertas dosis de acritud. El escultor considera que la influencia de Brown sobre su creación no ha sido del todo positiva.
Asegura que le molesta el retrato que se hace en El símbolo perdido respecto a que su obra esconde «un viejo secreto masónico».
Incluso añade que la relevancia que pueda tener el mensaje para la CIA está mucho más matizado que una parte de la trama de un best seller.
Sanborn, sin embargo, es más que consciente de que «cualquiera que tiene un secreto, por trivial que sea, se sitúa en una posición de poder».
CORREOS ELECTRÓNICOS
Él lo sabe bien. El aluvión de correos electrónicos que recibía le ha llevado a abrir un sitio en la web en el que da respuesta -siempre negativa- a las resoluciones que aportan los estudiosos.
En algunos casos se extienden en más de cien folios de razonamientos.
«No puedo esperar mucho más tiempo», ironiza al recordar su edad, 67 años.
Habrá quien replique que, además de Krytos, la CIA tiene otros trapos ocultos. Y sucios, sin el brillo del trabajo de este artista.
En esta ocasión nadie dudará de que viene como anillo al dedo, o como frase final a un artículo, que se recurra al dicho de «pero esa es otra historia».