En 2050 el 34,5% de la población española tendrá más de 65 años, y el país será el tercero más viejo del mundo, solo por detrás de Japón (36,5%) y de Corea del Sur (34,9%).
Son cálculos de la ONU y, aunque es difícil predecir su impacto, es evidente que la situación no va a mejorar con la salida de inmigrantes (que habían conseguido frenar, aunque solo fuera ligeramente, el proceso de envejecimiento) y de jóvenes españoles al extranjero que mostraba la estadística de migraciones del INE publicada esta semana.
J. A. Aunión explica en un reportaje en El País titulado No hay niños en el parque que todo empezó hace décadas, con un gran aumento de la esperanza de vida (de 69,57 a 79,4, los hombres, y de 75,06 a 85,1, las mujeres, desde 1970) que no fue compensado con más nacimientos. La natalidad comenzó a descender a finales de los setenta y, tras el ligero repunte de la última década, ahora ha vuelto a caer, con 9,69 nacimientos por cada 1.000 habitantes en 2012, cifra similar a la de 1999.
El descenso de la fertilidad tiene que ver con cambios sociales y económicos, pero los demógrafos hablan sobre todo de la “revolución reproductiva”.
El profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Fernando Bermejo, a El País.
“Puesto que las condiciones de vida ofrecen una probabilidad muy alta de que los nacidos alcancen su madurez, las familias pueden asegurar su reemplazo generacional con menos nacimientos. Esto ha permitido dedicar más recursos a los hijos y liberar a la mujer del cuidado familiar como único y principal objetivo vital.”
El profesor de Geografía de la Universidad de Extremadura Antonio Pérez Díaz:
“El envejecimiento se ha agudizado porque los medios rurales, tradicionalmente fecundos, han adoptado las mismas pautas de comportamiento ante la natalidad que los urbanos, con lo que ha desaparecido su carácter de reservorio de fecundidad”..
SOSTENER EL ESTADO DE BIENESTAR
Uno de los principales problemas del envejecimiento es el aumento del gasto sanitario (los mayores suponen el 41,9% de las altas hospitalarias y sus estancias son más largas) y en dependencia (a los 80, más de la mitad tiene problemas para realizar actividades cotidianas). Pero el gran miedo es que no haya suficiente gente trabajando para pagar las pensiones de esa creciente masa de jubilados.
El investigador del Instituto de Análisis Económico del CSIC Ángel de la Fuente, a El País:
“Esto supone un problema enorme para el sostenimiento del Estado del bienestar, porque durante las próximas décadas todo el peso recaerá sobre una fracción cada vez más pequeña de la población, que es la que está en edad de trabajar”.
E investigador del Departamento de Población del CSIC Diego Ramiro, rechazan “el alarmismo” —el envejecimiento no es el mayor problema para el Estado del bienestar, sino “la falta de actividad económica, el desempleo, la ausencia de crédito, el fraude fiscal o la inadecuación del sistema impositivo”—, aunque admite que es un problema y una preocupación.