Todavía se halla bajo investigación, pero el caso de Andrea Carballo, la joven que el viernes pasado, el día que cumplía 20 años, pereció después de que el coche que conducía su expareja se estrellase contra una gasolinera en Benicàssim (Castellón), reúne todos los elementos de un nuevo y espantoso asesinato machista.
La familia de la chica, que vivía en Vila-real, ha explicado que Andrea había madrugado para ir a trabajar en uno de los almacenes de naranjas de la zona.
«Nos despertaron unos gritos horribles, como los de una persona que cree que la van a matar, y mi mujer y yo nos asomamos a la ventana. Vimos a un tío que estaba arrastrando por encima de un paso de cebra a una chica, cogiéndola por el pelo. Empezamos a gritarle que la soltara. Otros vecinos también lo hicieron desde sus ventanas. Yo me aparté un momento para vestirme y bajar, y cuando volví a asomarme vi que ya la había subido en el coche. Cogí lo primero que vi, una estufa eléctrica, y se la lancé, pero el coche se alejó sin detenerse. Todo pasó muy rápido, en unos dos minutos. Cuando el coche estaba llegando a la rotonda camino de Benicàssim, llegó un coche de policía. Y 20 minutos después, la chica ya estaba muerta».
Eso afirma el testigo, que ha declarado ante la policía y pide a Ignacio Zafra de ‘El País’ que no revele su nombre.
El bolso de Andrea, agrega, quedó tirado en medio de la calle.
Los dos jóvenes, una chica de 20 años y un chico de 29, habían sido pareja sentimental pero rompieron la relación en noviembre, y este mes de diciembre un familiar de la chica denunció que el tipejo la había intentado atropellar.
Él tenía orden de alejamiento y no hay huellas de frenada en la gasolinera, lo que indicaría que pudo ser intencionado.
Inma la madre de Andrea, recuerda que durante dos años, su hiija sufrio malos tratos:
«Estuvo sufriendo malos tratos durante dos años y no sabíamos nada. Ella venía con heridas y decía que la había tirado el perro, que es muy grande».
Hace unos meses, según la madre, la golpeó y ella la convenció para ir a denunciar.
«Mi niña no quería denunciar pero yo me volvía loca y la convencí para ir al 016», asegura.
Victor conocido como «El Ponza» tenía una orden de alejamiento, que incumplió en varias ocasiones.
