El neurocientífico Russell Foster de Oxford sostiene que antes solíamos dormir en dos segmentos con un período de vigilia intermedia. De hecho, el sueño en dos partes fue practicado en el siglo XX por personas en América Central y Brasil y todavía se practica en áreas de Nigeria, según recoeg Sergio Parra en xatakaciencia.
El sueño segmentado, también conocido como sueño interrumpido o sueño bifásico, funcionaba así:
- El primer sueño empieza alrededor del anochecer, con una duración de tres a cuatro horas.
- La gente se despertaba alrededor de la medianoche durante unas horas de actividad, para hace cosas como rezar, cortar leña, socializar con vecinos y tener relaciones sexuales. R. Roger Ekirch, historiador de Virginia Tech, describe en su libro diversos casos históricos en los que se mencionan esta clase de sueño intermedio: por ejemplo, hay una referencia médica en la Francia del siglo XVI que decía que el mejor momento para concebir era en este segundo segmento de vigilia.
- El «Segundo sueño», o sueño matutino, comenza después del período de vigilia y dura hasta la mañana.
Ekirch dice que los datos históricos demuestran que la gente durmió de esa manera durante miles de años. ¿Por qué se dejó de hacer? Con el advenimiento de la iluminación moderna, sin embargo, hubo una explosión en toda clase de actividades nocturnas, y finalmente dejó a la gente exhausta. Permanecer despierto toda la noche y caminar sonámbulo durante el día llegó mal visto desde el punto de vista social y médico.
Junto con el deseo de eficiencia promovido por la industrialización, estar despierto por la noche se consideraba cada vez más como una interrupción inútil del muy necesitado descanso.
Sin embargo, que dormir en dos segmentos parezca ser lo más natural para nosotros, no parece lo más saludable, a la luz de diversos estudios. Según el especialista en sueño Timothy A. Connolly, del Centro de Medicina del Sueño del Hospital Episcopal de San Lucas en Houston, los adultos que duermen consistentemente entre siete y ocho horas cada noche viven más tiempo.
Porque cada vez que se interrumpe el sueño, se afecta a cada célula, tejido y órgano, y aumentan la probabilidad de sufrir una serie de problemas graves, como apoplejía, enfermedades cardíacas, obesidad y trastornos del estado de ánimo.
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