Sus efectos nocivos no pueden pasar a través de la atmósfera y afectarnos
Estamos en el punto de mira.
Y a su alcance.
Cada 50 años se produce una tormenta en el Sol con capacidad para destruir buena parte de la infraestructura de la civilización humana
En septiembre de 2022 se producía una erupción solar que, poco tiempo después, provocaba preciosas auroras en los extremos del Planeta Tierra.
Fue muy intensa, pero apenas una suave brisa si se compara con la tormenta solar de agosto y septiembre de 1859, que provocó que en latitudes tan bajas como Cuba o España la aurora iluminara la noche, las brújulas de los barcos se volvieran locas y hasta las estaciones de telégrafo ardieran.
Sólo el escaso desarrollo tecnológico de entonces evitó el desastre.
Hoy, la civilización humana es mucho más dependiente de los caprichos del Sol.
Las erupciones solares son explosiones repentinas, que liberan grandes cantidades de radiación electromagnética, partículas cargadas y viento solar en el espacio.
Suelen estar asociadas con regiones activas del Sol, como las manchas solares.
El Sol no sólo es luz; también es un gigantesco campo magnético, con líneas magnéticas recorriendo de polo a polo.
Su fuerza rotatoria va torciendo estas líneas imaginarias en un ciclo que dura unos 11 años.
En el clímax de su torcimiento se crean las manchas solares en la zona ecuatorial de la estrella
Los sistemas de alerta temprana han mejorado considerablemente en las últimas décadas, lo que permite tomar medidas para proteger la tecnología y minimizar los riesgos, pero el peligro es real.
Los principales riesgos asociados con las erupciones solares incluyen:
- Interferencia en las comunicaciones: Las erupciones solares pueden causar interferencia en las señales de radio y las comunicaciones por satélite. Esto puede afectar las comunicaciones de radio, televisión, GPS y sistemas de navegación, así como las redes de telecomunicaciones.
- Daño a satélites y sistemas de navegación: Las partículas cargadas liberadas por las erupciones solares pueden dañar satélites en órbita y sistemas de navegación por satélite, lo que podría afectar la navegación aérea, marítima y terrestre.
- Problemas en la red eléctrica: Las erupciones solares pueden inducir corrientes eléctricas en las redes de transmisión de energía de la Tierra, lo que podría provocar apagones y dañar transformadores.
- Riesgo para astronautas y equipos en el espacio: Los astronautas que se encuentren en misiones espaciales fuera de la protección de la magnetosfera de la Tierra están expuestos a mayores niveles de radiación solar durante una erupción solar. También puede dañar equipos espaciales no protegidos.
- Impacto en la salud humana: A nivel de la superficie terrestre, las erupciones solares no suelen tener un impacto directo en la salud humana, ya que nuestra atmósfera y campo magnético actúan como escudos protectores. Sin embargo, los astronautas y los pasajeros de vuelos de larga distancia pueden estar expuestos a niveles elevados de radiación.
EL CAÑON DE FUEGO
300.000 kilómetros o, lo que es lo mismo, 25 veces el diámetro de la Tierra.
La NASA ha descubierto un enorme ‘cañón de fuego‘ en la superficie del sol.
Esta brecha se abrió tras la gigantesca erupción de febrero de 2022 y fue captada por el Observatorio de Dinámica Solar.
Las imágenes rojas captan el plasma solar, a 50.000 grados centígrados, y permiten observar la formación y la erupción de los filamentos.
Las amarillas, por su parte, captan el plasma a 550.000 grados centígrados y son útiles para observar cómo se curva el plasma alrededor de los campos magnéticos.
Mucho más calientes, las imágenes oscuras estarían a 1.000.000 grados y sirven para mostrar el contorno del fenómeno.
La NASA recuerda que las llamaradas solares son explosiones de gran alcance de la radiación
.A pesar de que sus efectos nocivos no pueden pasar a través de la atmósfera de la Tierra para afectar físicamente a los seres humanos, cuando son lo suficientemente intensas pueden perturbar el ambiente a la altura de los GPS y señales de comunicación, lo que puede interrumpir las señales de radio, desde minutos a horas.