Los rayos cósmicos son chorros de partículas subatómicas aceleradas a enormes velocidades, que continuamente bombardean la Tierra
La ráfaga llegó cuando una nube de plasma gigante eyectada desde la corona solar, y moviéndose con una velocidad de unos 2,5 millones de kilómetros por hora, golpeó nuestro planeta, causando una fuerte compresión de la magnetosfera terrestre equivalente a entre 11 y 4 veces el radio de la Tierra. Ello desencadenó una severa tormenta geomagnética que generó auroras, y fuertes interferencias de radio en muchos países de latitudes elevadas.
Los rayos cósmicos son chorros de partículas subatómicas aceleradas a enormes velocidades, que continuamente bombardean la Tierra. Una parte de ellos se debe a la acción directa o indirecta del Sol. Otra parte, que recibe el calificativo de «galácticos», se origina fuera de nuestro sistema solar aunque mayormente dentro de nuestra galaxia.
La magnetosfera terrestre se extiende a lo largo de un radio de un millón de kilómetros, actuando como primera línea de defensa, escudándonos del continuo flujo de rayos cósmicos solares y galácticos, protegiendo así la vida en nuestro planeta.
El campo magnético de la Tierra redirigió estas partículas unos 180 grados, desde el lado diurno al lado nocturno del planeta, donde fueron detectadas como una ráfaga por el telescopio de muones GRAPES-3.