El 1 de enero es el primer día del año para todo el mundo. Excepto si eres astrónomo.
La ausencia del 0 en el calendario es un foco de confusión desde que se decidió que se iba a empezar a contar los años comenzando por el 1 y no por el 0.
El año siguiente al -1 a.C. fue el 1 d.C.; no se pasó por el 0. Es lo que provocó, por ejemplo, los debates sobre si el año 2000 era el primero del siglo XXI o el último del XX, como efectivamente es.
«Al primer día del 2018 lo llamaremos 1 de enero, pero técnicamente todavía no habrá transcurrido un día entero dentro de ese año», le dice a BBC Mundo Jorge Núñez de Murga, catedrático del Departamento de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Barcelona y director del Observatorio Fabra.
¿Contamos días o los ordenamos?
La ausencia del año 0 y de los días 0 se explica porque «nombramos los días en números ordinales, hablamos del primer día del año, del segundo…«
Por lo tanto, no existe el día 0 antes del 1 por la misma razón que en una lista ordenada no existe una posición previa a la primera.
En el momento en que se tiene que hacer cálculos sobre el tiempo -usando números cardinales- surgió la necesidad de designar un día 0.
Por ello, la astronomía optó por usar como recurso el último día del año. «Es muy sencillo -dice Núñez-, el 0 de enero es el 31 de diciembre del año anterior».
Un recurso para hacer cálculos astronómicos
Como explica Núñez, el 1 de enero de 2018 a las 12 del mediodía habrán transcurrido 0,5 días de 2018. Y el día 1 de 2018 se completa justo a la medianoche, cuando en nuestro calendario pasa a ser el 2 de enero.
Este lapso entre el nombre que el calendario da a los días y el tiempo por el que efectivamente transcurren genera un problema para los cálculos astronómicos.
«Es muy útil para los cálculos en los que tienes que usar fracciones de año o de mes. De hecho, los libros de efemérides publican los datos de posición de astros y planetas con fecha de 0 de enero, y las tablas astronómicas empiezan por ese mismo día».
¿Hay que cambiar el calendario?
El director del Observatorio Fabra es claro: «Si los meses fuesen del día 0 al 30, no existiría este problema».
Pese a ello, reconoce que el 0 de enero es «simplemente un recurso usado para los cálculos astronómicos», y que a la hora de publicar los datos se adaptan al calendario regular.
El 0 de enero seguirá apareciendo en los libros técnicos de astronomía, aunque «ahora, con los ordenadores, ya no es tan importante», señala.
Sin embargo, afirma Núñez, «el concepto del 0 de enero existe. El próximo 31 de diciembre será el 0 de enero de 2018».