Cada vez que explota una estrella en una galaxia distante los gases supercalientes vaporizan cualquier cosa que haya alrededor; hasta que el polvo resultante se asienta y comienza a flotar entre planetas y galaxias. Este polvo extraterrestre contiene partículas de estrellas desaparecidas y son la materia prima con la que se formarán futuros cuerpos celestes. Cada año caen a la Tierra decenas de miles de toneladas de este polvo cósmico que se mezcla con los minerales terrestres. Esta mezcla de químicos, minerales y partículas intergalácticas acaban depositadas en las superficies de casa, según recoge Nacho Palou en microsiervos.
Y además de los restos de piel y de pelo y del polvo intergaláctico tampoco faltan en el polvo de casa los habituales ácaros, polen, partículas químicas y contaminantes, fibras de ropa… y dependiendo de la geología local puede haber partículas carbón, de cuarzo o cenizas volcánicas: “la combinación resultante para cada hogar puede ser tan única como lo es una huella dactilar.”