Columnas de humo y cenizas de más de 500 metros de altura

El escalofriante instante en que el volcán Krakatoa entra en erupción

Cuando la Tierra habló: La erupción que cambió el mundo y nos recordó el poder de la naturaleza

El 27 de agosto de 1883, el mundo despertó con un estruendo que resonaría en la historia.

El volcán Krakatoa, situado en el estrecho de la Sonda entre las islas de Java y Sumatra en Indonesia, explotó con una fuerza tan colosal que alteró el curso de la historia geológica y climática del planeta.

Esta erupción no solo dejó una huella indeleble en la memoria colectiva, sino que también nos recordó, de la manera más brutal posible, el inmenso poder que yace dormido bajo nuestros pies.

Imaginen por un momento el escenario: una mañana aparentemente normal en el sudeste asiático se convierte en el apocalipsis en cuestión de horas.

El cielo se oscurece, la tierra tiembla y el mar se agita con furia desatada.

El Krakatoa, que llevaba meses dando señales de inquietud, finalmente libera toda su furia contenida en una serie de explosiones que literalmente partieron la isla en pedazos.

La magnitud de esta erupción es difícil de comprender para la mente humana.

Estamos hablando de una explosión que se escuchó a más de 4.800 kilómetros de distancia, con ondas de presión que dieron la vuelta al mundo varias veces.

Para ponerlo en perspectiva, imaginen un sonido tan fuerte que pudiera escucharse desde Madrid hasta Moscú. Eso es el Krakatoa.Pero el ruido fue solo el principio.

La erupción desencadenó tsunamis de más de 40 metros de altura que arrasaron las costas cercanas, llevándose consigo más de 36.000 vidas.

Las cenizas y los gases expulsados a la atmósfera crearon efectos globales: atardeceres de colores imposibles se vieron en todo el mundo durante meses, y la temperatura global descendió casi un grado centígrado durante los años siguientes.

El Krakatoa no fue solo un evento geológico; fue un recordatorio brutal de nuestra vulnerabilidad ante las fuerzas de la naturaleza.

Y aquí es donde entra en juego nuestra fascinación actual por los volcanes.

Porque, seamos honestos, ¿quién no ha sentido una mezcla de terror y asombro al ver imágenes de lava fluyendo o columnas de ceniza elevándose hacia el cielo?

Desde aquella fatídica erupción de 1883, la vulcanología ha avanzado a pasos agigantados.

Hoy en día, contamos con sistemas de monitoreo sofisticados que nos permiten predecir erupciones con mayor precisión.

Sin embargo, como nos recordó recientemente la erupción del Cumbre Vieja en La Palma, los volcanes siguen siendo en gran medida impredecibles y capaces de causar enormes daños.

Pero no todo es destrucción cuando hablamos de volcanes.

Estos gigantes de fuego y roca también son creadores.

Los suelos volcánicos son algunos de los más fértiles del planeta, sustentando ecosistemas únicos y agricultura próspera.

Además, la energía geotérmica, derivada del calor volcánico, se perfila como una fuente de energía limpia y renovable para el futuro.

Ahora bien, ¿cómo se compara el Krakatoa con otras grandes erupciones de la historia?

  1. TamboraIndonesia (1815): Considerada la erupción más poderosa en la historia registrada, el Tambora expulsó tanto material a la atmósfera que causó el «año sin verano» en 1816, llevando a hambrunas globales.
  2. VesubioItalia (79 d.C.): Aunque no tan poderosa como otras en esta lista, la erupción del Vesubio es famosa por sepultar las ciudades de Pompeya y Herculano, preservándolas para la posteridad.
  3. LakiIslandia (1783): Esta erupción liberó gases tóxicos que mataron a gran parte del ganado de Islandia y causaron hambrunas en Europa.
  4. Monte PeléeMartinica (1902): Destruyó la ciudad de Saint-Pierre, matando a casi todos sus 30.000 habitantes en minutos.
  5. Monte Santa HelenaEstados Unidos (1980): La erupción más destructiva en la historia de los EE.UU., que cambió drásticamente el paisaje y captó la atención mundial.

Cada una de estas erupciones nos enseña algo diferente sobre el poder de los volcanes y su impacto en nuestro planeta y nuestras sociedades.

El Krakatoa, sin embargo, sigue siendo único en muchos aspectos. Su explosión no solo fue una de las más poderosas, sino que ocurrió en una era en la que la comunicación global estaba lo suficientemente avanzada como para que el mundo entero fuera testigo de sus efectos.

Pero, ¿qué hay de la situación actual de los volcanes en el mundo? La realidad es que vivimos en un planeta geológicamente activo, con cientos de volcanes potencialmente peligrosos.

El llamado «Anillo de Fuego del Pacífico», que se extiende desde Sudamérica hasta Asia pasando por la costa oeste de Norteamérica, es hogar de algunos de los volcanes más activos del mundo.

En Europa, además del famoso Vesubio, tenemos el Etna en Sicilia, uno de los volcanes más activos del continente. Y no olvidemos las Islas Canarias, cuya reciente erupción nos recordó que incluso en lugares aparentemente tranquilos, el fuego de la Tierra puede despertar en cualquier momento.

La pregunta que muchos se hacen es: ¿podría ocurrir otra erupción como la del Krakatoa en la actualidad?

La respuesta corta es sí.

La larga es que, aunque es posible, nuestras capacidades de predicción y respuesta han mejorado significativamente.

Sin embargo, una erupción de esa magnitud en una zona densamente poblada podría tener consecuencias catastróficas.

Es fascinante pensar en cómo ha evolucionado nuestra comprensión de los volcanes a lo largo de la historia. En tiempos de los romanos, el Vesubio era considerado una montaña sagrada, hogar de dioses y espíritus.

Los antiguos hawaianos veneraban a Pele, la diosa del fuego y los volcanes. Incluso durante las invasiones almorávides y almohades a España, los volcanes eran vistos con una mezcla de temor y reverencia.Hoy en día, nuestra relación con los volcanes es más científica, pero no menos asombrosa.

Cada erupción nos brinda nuevos datos, nos ayuda a comprender mejor la dinámica interna de nuestro planeta y, en última instancia, nos recuerda nuestra pequeñez frente a las fuerzas de la naturaleza.

En cuanto a las zonas de mayor riesgo volcánico en la actualidad, además del ya mencionado Anillo de Fuego del Pacífico, debemos prestar atención a:

  • Indonesia: Hogar del Krakatoa y muchos otros volcanes activos.
  • Islandia: Donde la actividad volcánica es constante y puede afectar el tráfico aéreo europeo.
  • Italia: Con el Vesubio y el Etna como principales preocupaciones.
  • Japón: Con más de 100 volcanes activos, incluyendo el famoso Monte Fuji.
  • Estados Unidos: Especialmente la zona del Parque Nacional de Yellowstone, hogar de un supervolcán dormido.

La situación actual de los volcanes es un recordatorio constante de la naturaleza dinámica de nuestro planeta. Mientras escribo estas líneas, hay volcanes en erupción en algún lugar del mundo. Algunos, como el Kilauea en Hawái, han estado activos durante décadas.

Otros, como el Fagradalsfjall en Islandia, nos sorprenden con erupciones repentinas después de siglos de inactividad.

Es importante destacar que, aunque las grandes erupciones como la del Krakatoa son raras, las erupciones menores son bastante comunes.

Cada año, decenas de volcanes entran en erupción en todo el mundo.

La mayoría de estas erupciones son relativamente pequeñas y manejables, pero todas nos brindan valiosa información sobre el funcionamiento interno de nuestro planeta.

Ahora bien, ¿qué podemos esperar en el futuro? Los vulcanólogos están constantemente mejorando sus métodos de predicción y monitoreo.

Las tecnologías satelitales y los sensores sísmicos nos permiten detectar señales de actividad volcánica mucho antes de que se produzca una erupción.

Sin embargo, la naturaleza siempre tiene la última palabra, y los volcanes siguen siendo, en gran medida, impredecibles.

Lo que sí sabemos es que los volcanes seguirán siendo una parte integral de nuestro planeta.

Continuarán moldeando paisajes, influyendo en el clima y, ocasionalmente, recordándonos nuestra vulnerabilidad.

Pero también seguirán fascinándonos, inspirándonos y enseñándonos sobre la increíble fuerza y belleza de nuestro hogar planetario.

En conclusión, el Krakatoa y su legendaria erupción de 1883 siguen siendo un hito en nuestra comprensión de los volcanes y su impacto global. Nos recuerda que vivimos en un planeta vivo, dinámico y a veces peligroso.

Pero también nos muestra la increíble resiliencia de la naturaleza y de la humanidad.

Después de todo, donde una vez hubo destrucción, ahora hay nueva vida: el Anak Krakatoa o «Hijo del Krakatoa» se eleva hoy donde una vez estuvo su predecesor, un testimonio del ciclo eterno de destrucción y creación que define a nuestro planeta.

Como dijo una vez el famoso vulcanólogo Haroun Tazieff«Los volcanes son ventanas a las profundidades de la Tierra». Y qué vista nos ofrecen: aterradora, hermosa y absolutamente fascinante.Curiosidades sobre volcanes:

  1. El volcán más alto del sistema solar no está en la Tierra, sino en Marte. El Monte Olimpo mide 21,9 km de altura.
  2. Hay volcanes de hielo, llamados criovolcanes, en algunas lunas de Júpiter y Saturno.
  3. El lago de lava permanente más grande del mundo está en el volcán Nyiragongo en la República Democrática del Congo.
  4. Los «volcanes de lodo» no expulsan lava, sino una mezcla de agua, gases y sedimentos.
  5. Algunos científicos creen que las erupciones volcánicas podrían haber jugado un papel crucial en el origen de la vida en la Tierra.
  6. El volcán más activo de la Tierra es el Kilauea en Hawái, que ha estado en erupción casi continuamente desde 1983.
  7. Las «bombas volcánicas» son rocas fundidas que se solidifican en el aire después de ser expulsadas por un volcán.
  8. El color de la lava puede variar dependiendo de su composición química y temperatura, desde rojo hasta azul.
  9. Los volcanes submarinos representan el 75% de la producción anual de magma de la Tierra.
  10. La palabra «volcán» viene del dios romano del fuego, Vulcano.

EL VOLCÁN DEL VÍDEO

Las imágenes corresponden al Viernes Santo de 2020, cuando  en el Anillo de Fuego del Pacífico entró violentamente en erupción el volcán Krakatoa.

El mítico volcán, situado en la provincia indonesia de Lampung, explosionó expulsando una columna de cenizas y humo de hasta 500 metros de altura.

La primera erupción comenzó en torno a las 21.58 del 10 de abril de 2020 y duró un minuto y 12 segundos.

Fue seguida de una nueva detonación, la más potente, a las 22.35, que se prolongó durante 38 minutos y 4 segundos.

Esta segunda erupción que arrojó una columna de cenizas de 500 metros de altura hacia el norte, según el comunicado recogido por el ‘Jakarta Post’.

Tras las dos grandes explosiones, el volcán siguió arrojando ceniza y humo hasta bien entrada la madrugada.

VOLCANES Y CALENTAMIENTO GLOBAL

El cambio climático es la mayor amenaza medioambiental a la que se enfrenta la humanidad.

Desde hace décadas nuestro planeta esta experimentando los cambios de un calentamiento global propiciado por la acción humana.

Son cada vez más frecuentes las sequías, olas de calor, incendios e inundaciones en todo el mundo, y lo serán aún más en los próximos años si no se mitigan sus efectos.

Según el ultimo informe del Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC) la situación se complicará si a final de siglo la temperatura media del planeta asciende 1,5ºC o lo que es aún peor, si sube hasta 2ºC respecto a la actual.

 ¿Puede ser una erupción volcánica tan potente como para disminuir drásticamente la temperatura media global?

Por ello, son muchas las cuestiones que surgen alrededor de cómo podríamos “solucionar” —o más bien mitigar— el principal problema medioambiental del planeta. La implantación global de energías renovables, la reducción de las emisiones de CO2, la mejora de la eficiencia de los transportes… son algunos de los aspectos que deberían cumplirse para poder finalizar el siglo en el mejor de los escenarios.

Sin embargo, la pregunta surge también en el ámbito natural ¿podría la Tierra producir una respuesta que reduzca los efectos del cambio climático? ¿Puede ser una erupción volcánica tan potente como para disminuir drásticamente la temperatura media global?

Volcanes ¿aliados contra el cambio climático?

Lo primero que debemos saber es que las erupciones volcánicas pueden reducir la temperatura del planeta ¿Por qué?

Básicamente porque las partículas y gases que expulsan quedan retenidas en la estratosfera y no dejan pasar la radiación solar, reflejándola de vuelta al espacio.

Para que esto ocurra la erupción debe ser lo suficientemente potente como para enviar la columna de partículas a la atmósfera y que estas sean lo suficientemente abundantes como para provocar este efecto.

Ejemplos no faltan en la historia. El Pinatubo —un volcán situado en Filipinas— arrojó en 1991 a la atmósfera toneladas de roca y ceniza y más de 15 millones de toneladas de dióxido de azufre.

Estos gases y partículas formaron aerosoles al Unirse al vapor de agua atmosférico y estos reflejaron la radiación solar durante años.

Como consecuencia, se produjo una disminución de la temperatura media global en unos 0,5ºC.

Si nos remontamos más atrás en el tiempo, nos encontramos con el Krakatoa, cuya erupción en 1883 arrojó cenizas a 80 kilómetros de altura en la atmósfera.

También con el volcán Tambora, el cual se consideró la erupción más potente jamás registrada, lanzando a la atmósfera 151.75 kilómetros cúbicos de polvo, cenizas y piedras.

Sucedió en 1815 y, al permanecer las cenizas varios años en la atmósfera las temperaturas bajaron notablemente, provocando lo que se conoció como «el año sin verano«.

Logró disminuir la temperatura media global más de 2,5ºC.

Geoingeniería para enfriar la atmósfera

Sin embargo, los volcanes no erupcionan cuando nosotros lo deseamos y algunos científicos ya han planteado la posibilidad de intervenir en la atmósfera —inyectando partículas de aerosoles— para enfriar el Planeta y combatir, de este modo, el calentamiento global.

El mayor problema de esto, además de producir una intrusión no natural en el sistema climático, es el hecho de que se pueden producir cambios en los patrones de circulación en el caso de inyección de dióxido de azufre, algo que también puede afectar a la formación de la microfísica de nubes.

Podría tener impacto además sobre los seres humanos produciendo una pérdida del ozono estratosférico y por lo tanto contribuyendo a que llegue mayor radiación solar.

Esto produciría índices de radiación ultravioletas elevados y mayor posibilidad de cáncer de piel y enfermedades derivadas.

Lo que está claro es que, si queremos que la Tierra continúe siendo un lugar habitable, se deben tomar medidas contra el cambio climático, un fenómeno global que cada vez preocupa más a los investigadores, gobiernos y población en general.

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