La menores asiáticas vienen engañadas por mafias que las ocultan en pisos donde son explotadas sexualmente

El nuevo ‘boom’ del sexo en España: «Puta, china y de 16 años»

Se dispara el número de embarazos ya que se les impide usar protección porque así el cliente paga más

El nuevo 'boom' del sexo en España: "Puta, china y de 16 años"
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La prostitución esclaviza en la región a mujeres cada vez más jóvenes. Muchas de ellas, menores de edad. Es el cambio más significativo de un negocio en constante evolución y que se amolda a lo que en cada momento demanda el cliente.

«Es crudo decirlo, pero quieren «carne joven» y las mafias se la traen», reconoce Rocío Nieto, presidenta de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp).

Se trata, en su mayoría, de adolescentes de 16 y 17 años que caen en manos de organizaciones criminales en sus países de origen.

A veces, incluso, viajan a Madrid engañadas por su propia familia o su novio, con la promesa de que trabajarán cuidando a ancianos.

Pagan ellas mismas el billete de avión por tres veces su valor y, una vez instaladas en la ciudad, se ven abocadas a prostituirse en un club o en un piso.

Los polígonos industriales de localidades como Fuenlabrada y enclaves en la capital como la Casa de Campo, Colonia Marconi, Montera o Capitán Haya siguen siendo algunos de los puntos marcados en negro en el mapa madrileño de la trata de personas.

A la mayor llegada de menores, se une al aumento de mujeres procedentes de países como Brasil, Rumanía y Paraguay.

«Antes tampoco veíamos prostitución de jóvenes chinas y ahora lo vemos», recuerda Rocío Nieto.

A falta de un recuento riguroso, desde Apramp aseguran haber detectado un total de 1.200 mujeres trabajando para estas organizaciones criminales en la comunidad.

El perfil de las víctimas de este tipo de redes mafiosas comprende, mayoritariamente, el rango de edad comprendido entre los 18 y los 35 años.

Y otro de los preocupantes fenómenos en alza es el hecho de que cada vez más mujeres embarazadas se ven obligadas a seguir «trabajando» para pagar las deudas que han contraído.

Los embarazos, los posteriores abortos y la multiplicación de los casos de enfermedades de transmisión sexual son las consecuencias más directas de que estas mujeres, en muchas ocasiones, se vean obligadas a practicar sexo sin protección, lo que eleva su «tarifa».

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