Celerina: «En muchos pueblos leoneses sólo viven ya jubilados»

Celerina: "En muchos pueblos leoneses sólo viven ya jubilados"

Apoyada en el marco de la ventana de su casa que da a la Plaza de la Iglesia de Carral de la Vega, Celerina espera la llegada de la furgoneta que reparte el pan por una veintena de aldeas alrededor de Astorga. «Ay, hijo», se lamenta. «En estos pueblos sólo viven ya jubilados. Sóis los primeros ‘turistas’ que pasáis por aquí en mucho tiempo».

Celerina nos invita a tomar un café en su cocina y al poco toca el claxon la furgoneta.

«No se preocupe señora», le decimos. «Ya vamos nosotros por el pan».

Al poco llega su marido, Tomás. Le han operado de cadera y se mueve con muletas.

«Aquí en Carral de la Vega vivimos veinte vecinos y todos jubilados», dice el hombre.

Nos cuentan que el campo ya no da para vivir. El coste de producción no compensa el trabajo y la gente joven se ha ido marchando poco a poco a Astorga, León, Ponferrada…

Antaño estas tierras daban judias, remolacha, maiz. Todavía se ven algunos sembrados, pero la sensación que se tiene al atravesar muchos de estos pueblos es de desolación.

La entrada del pueblo es un reflejo de la situación de los pueblos de la zona. Un campo de maiz que apenas da para alimentar a los animales.

Celerina y su marido Tomás.

La Iglesia del pueblo, a donde da la venta de Celerina y junto a la que para la furgoneta del pan. «El cura se reparte entre varias localidades y viene los domingos», explica Celerina.

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