La peregrinación en la que 3 millones de mujeres hindúes cocinan para su diosa

(PD/Agencias).- La capital del estado indio de Kerala recibe este sábado a dos millones y medio de peregrinas hindúes, dispuestas a ofrecer un dulce tributo a la diosa Durga. Aunque la policía es aún más optimista y espera más de tres millones, después de que la última edición del célebre libro Guinness lo recogiera como el mayor encuentro religioso del mundo de carácter femenino.

Desde las seis de la mañana, cientos de altavoces emiten fuertes sonidos por toda la ciudad y un auténtico reguero de saris inunda las calles, cerradas al tráfico en un radio de cinco kilómetros alrededor del templo de Attukal.

En el centro de la calzada – aunque en rigor, en Trivandrum las aceras no existen- la multitud de devotas cocina pongala con leña, en ollas de barro que se venden por decenas de millares en puestos callejeros, por un valor de veinte céntimos de euro. El pongala – arroz endulzado con azúcar moreno, coco y frutos secos- será su ofrenda a la diosa Durga.

Antes de poder efectuar esta ofrenda, las mujeres deberán guardar largas colas bajo un sol de justicia – es la época más calurosa del año en la bochornosa Kerala-, durante horas, hasta poder acceder al abarrotado y colorido templo. Aunque las ceremonias empezaron hace ocho días, en la jornada de hoy sólo las mujeres tienen acceso al recinto sagrado de la capital, Trivandrum.

Por ello, en su interior se han desplegado 250 mujeres policía, poco habituales en India. Una vez bendecido el arroz dulce por los brahmanes, las mujeres lo llevarán de vuelta a su hogar, no sin antes acompañar la procesión de la diosa, con elefantes incluidos. Durga o Kali – conocida localmente como Attukalamma- es la diosa negra de la creación y la destrucción. Su antiguo templo en las afueras de Trivandrum se erige donde supuestamente se apareció una encarnación de la diosa, Bhagavathy, heroína de una epopeya tamil.

De este modo, coincidiendo con la luna llena, culminarán los diez días de uno de los festivales más importantes del sur de India. En el escenario cercano al templo se han sucedido las escenificaciones religiosas y épicas, así como los recitales de música tradicional del sur dravídico del país.

«No se puede bailar», nos advierten, aunque sí tirar petardos bajo la luz de miles de bombillas que perfilan la silueta del templo. Las fritangas y los aperitivos para el pueblo más humilde – zanahorias, pepinos, cacahuetes, todo convenientemente aliñado para ahuyentar al occidental- no han faltado. Los ciudadanos pagan unas monedas para que unos robots más antiguos que C3PO les soplen su futuro en unos auriculares: «No fumes» o «Te casarás con tu prometida», le dicen al oyente.

Dada la potencial clientela, sartenes, macetas y bisutería llenan otros puestos. No en vano, en hindi, templo y mercado son palabras casi idénticas, aunque la lengua propia del lugar sea el malayalam, emparentado con el tamil.

Los dos idiomas son conocidos. Así lo demuestra que en los cines de Trivandrum puedan verse, además de películas en malayalam – «muy aburridas», según explican unos jóvenes-, otras cintas en hindi – «en ésas si que hay vestidos brillantes», comentan con entusiasmo los mismos chicos-. Deseosos de ser útiles al periodista extranjero, los muchachos agregan que también se proyectan filmes en lengua tamil o inglesa.

En el recinto ferial también tiene su espacio el kathakali,el fastuoso teatro tradicional de Kerala, estado tropical que también se enorgullece de poseer el menor índice de analfabetismo de India y de ser la cuna de la medicina ayurvédica y del kalarippayat,que aseguran que es la madre de todas las artes marciales.

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