El sentido del Xacobeo y la orientación de la publicidad

(PD).- En las etapas previas a los años xacobeos siempre hemos tenido que escuchar la misma cantinela institucional de que estamos ante una oportunidad histórica de situar a Galicia en el mundo. Un propósito que se revela vano y estéril cuando vemos en qué ha consistido hasta ahora esa proyección internacional.

Subaraya Carlos Reigosa en la Voz de Galicia que basta con recordar los viajes absurdos y las ruedas de prensa sin apenas destinatarios por Europa adelante.

¿Puede creer alguien que así se logra «colocar a Galicia no mundo», como decía el anterior conselleiro de Industria? No. La verdad es que ha llegado el momento de capitalizar culturalmente el Camino y dejar de tirar el dinero en una comunicación pública ineficaz.

La concepción turística del Camino es tan legítima como otra cualquiera, pero no debe ser la única, si queremos que la gallina xacobea siga poniendo huevos de oro. Es necesario reforzar la dimensión internacional del Camino -porque es justamente un Camino internacional- y esto se consigue no mediante actos de presentación en las principales capitales europeas, sino por medio de manifestaciones creativas permanentes en los distintos ámbitos de la cultura.

Imagínense por ejemplo un musical sobre el Camino que se estrene en esas mismas capitales europeas y que, para colmo, resulte rentable económicamente. Imagínense una gran película, una buena obra de teatro, una convocatoria de artes plásticas, es decir, todo aquello que consiga poner el Camino en el centro mismo de nuestra cultura más vigorosa, y no en los arrabales del turismo barato.

No es de recibo que, una y otra vez, se hable de la difusión internacional del Camino de Santiago y luego se acabe dándonoslo a conocer a quienes más sabemos de él, es decir, a los gallegos.

La propaganda mediática tiene su utilidad, pero, para asegurar su sentido y su éxito, antes tiene que producirse la recuperación cultural del Camino, que es la única capaz de garantizar su esplendor y su efervescencia creativa.

Lo contrario sería reducir nuestra misión a la de servicio doméstico de la ruta jacobea. Queremos diez millones de turistas el año próximo, y podemos conseguirlos. Solo tenemos que darles, a cambio de venir, un Camino tan vivo como lo estaba en la Edad Media.

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