Bangkok: el timo del aeropuerto dorado

Cuando el rey de Tailandia decidió bautizar al deslumbrante nuevo aeropuerto de Bangkok como «El dorado» nunca pudo suponer las negativas connotaciones que con el tiempo iban a mancillar irremisiblemente el que pretendió ser el modélico hub aeronáutico de toda Asia.

Explica Francisco Caulés en La Vanguardia que la vergonzosa «okupación» de Suvarnabhumi por las masas radicales de los «camisa amarillas» de la sedicente Alianza Popular por la Democracia obligo a cerrarlo por algo más de una semana. Los 300.000 pasajeros inmovilizados y sin poder salir de Tailandia fueron un golpe durísimo al buen nombre de un país que pretende ser una potencia turística mundial.

Los millones de euros perdidos para la economía han dado y siguen dando un fuerte mordisco al PIB. El desprestigio de Tailandia y la anarquía de aquel diciembre han reducido las estadísticas de entradas turísticas en los 5 primeros meses de este año en algo más del 30%.

La guinda al pastel del ridículo ha culminado cuando primero la prensa británica, luego la tailandesa y hasta la BBC han ido divulgando los frecuentes timos y estafas de los que son víctimas los desprevenidos viajeros una vez pasado el control de pasaportes en plena zona de las tiendas del aeropuerto. La zona de tiendas duty free nos recuerda más a un centro comercial que a un aeropuerto. El monopolio que el concesionario King Power detenta le ha permitido ocupar mucho más espacio del legalmente contratado con sus lujosas boutiques. Los precios en estas tiendas son siempre superiores a los de los mismos artículos que se pueden comprar en Bangkok.

Los británicos Stephen Igram y su esposa, Xi Lin, hacían tiempo mientras esperaban embarcar en el vuelo QFF1 para Heathrow el pasado sábado 25 de abril. Iban recorriendo las tiendas cuando de pronto la Policía Turística los detuvo. Les acusaban de haber hurtado una cartera de Givenchy valorada en 120 euros y que efectivamente fue hallada dentro de su equipaje de mano. No podían entender nada y fueron llevados a unas dependencias del mismo aeropuerto mientras veían que su vuelo iba a salir sin ellos. Nerviosos, desconcertados por la situación kafkaiana apareció un ceilanés, Sunil «Toni» Rathnayaka, como interprete «voluntario» de la policía turística que les iba a ayudar. Fueron llevados a un motel, el Valentine Resort, ya fuera del aeropuerto. Tras cinco largos días consiguieron escapar de sus raptores y contactar con la embajada británica. Mientras habían transferido el oneroso rescate de 8.000 euros a una cuenta bancaria que les facilitaron los gangsters.

Habían sido acusados de shoplifting mientras la policía les pedía 8.000 euros por archivar el caso y dejarles libres. Si no accedían a la extorsión tendrían que esperar al juicio lo que podía tomar varios meses. Libres y de nuevo en el Reino Unido han encargado su caso a unos buenos profesionales del Colegio de Abogados de Tailandia.

Poco a poco ha salido a la luz que casos como el del matrimonio británico no son incidentes aislados. Personas acusadas falsamente de hurtar un simple lápiz de labios, un paquete de tabaco o cualquier otro pequeño objeto expuesto en las tiendas del King Power han pasado por terribles y similares experiencias.

Un periodista del Sunday Times consiguió que lo tomaran por turista normal y después de varios días fue acusado sin pruebas de un pequeño hurto. Cuando le pidieron una fianza de 100.000 bahts (unos 2.000 euros) por dejarle libre de cargos el periodista reveló su real identidad. Ninguno de los participantes del timo se dejó identificar ni menos fotografiar.

La conclusión es clara, entre los empleados de las tiendas del aeropuerto, existen algunos policías corruptos y quizás ciertas autoridades del mismo aeropuerto. Entre todos se reparten el botín.

Con este escalofriante relato no querríamos que ninguno de nuestros lectores decidiera anular un programado viaje a este bello país de las sonrisas. Tailandia es uno de los mejores destinos para unas vacaciones inolvidables. La amabilidad de la población thai, la belleza de sus paisajes, el servicio VIP de unos hoteles fantásticos, la variada y apetitosa gastronomía y un nivel de precios que nos convierte en millonarios en cuanto cambiamos unos euros aconsejan visitar el país de los hombres libres. Las reprobables conductas de unas pocas personas y de una pequeña minoría de policía corrupta no nos han de hacer desistir de conocer este maravilloso país.

Este artículo sólo pretende abrir los ojos a quienes en su ultimo día de estancia se pasean ingenuamente entre las lujosísimas tiendas del gran aeropuerto de Suvarnabhumi. Compren sus souvenirs, más baratos en el mismo Bangkok y procuren no acercarse a los comercios duty free para no ser víctimas del «timo del aeropuerto».

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