Las pinturas de la Ermita de Talaván (Cáceres), en peligro de extinción

Las pinturas de la Ermita de Talaván (Cáceres), en peligro de extinción
Cúpula con esgrafiados

Al norte de la ciudad de Cáceres, entre los ríos Tajo y Almonte se encuentra Talaván a 367 mtrs. de altitud. Forma parte del conjunto de villas conocidas como «Los Cuatro Lugares», junto con Hinojal, Monroy y Santiago del Campo. Una población de la que se tienen las primeras referencias históricas en el año 1167, fecha en la cual el rey Fernando II de León conquista la Villa y el castillo de Alconétar, entregándola a los templarios, por su privilegiada situación, con extensas y fructíferas tierras que cayeron bajo su jurisdicción, incluida la villa de Talaván, los templarios hicieron a Alconétar cabeza de encomienda.

En el año 1790, Talaván era villa de señorío del Conde Duque de Benavente.
El mayor impacto le encontramos en la ruinosa ermita del cementerio viejo que conservan sus muros maestros, pero en lamentable estado de conservación. Es de una nave con capilla mayor cubierta con bóveda vaída decorada profusamente a base de tramas de distintos esgrafiados en doble encintado en posición rentangular con motivos vegetales y cenegas geométricas, corre una inscripción que hace alusión al sacrificio de Cristo que fecha las pinturas al fresco: «OBLATUS EST QVIA. IPSE VOLUIT. ET PECCATA NOSTRA. IPSE. PORTAVIT E SAIES. SB MARZO 15 DE 1628 ANOS» (del libro bíblico del profeta Isaías 52.13), y cabezas de querubines infernales alados, símbolos eucarísticos, de los que parten hojas que se reparten por todo el espacio. La capilla mayor se cubre con esgrafiados, técnica decorativa utilizada para revestir este paramento interior, basada en la superposición de capas de revoques utilizando los colores blanco y negro, aplicándose una lechada de cal que servía de base al dibujo trasladado al muro, en este caso motivos vegetales, friso de roleos entrelazados y motivos figurativos a base de angelotes que portan cartelas con los motivos pasionales de la Pasión de Cristo: clavos de Cristo, la Columna y los flagelos, el Santo Sudario. Estos querubines alados que hemos mencionado son conocidos mediáticamente como «los condenados» de Talaván o «ángeles malos» a raíz del programa televisivo de Iker Jiménez «Cuarto Milenio», que argumentara una serie de misterios sin ninguna base científica, son ángelees con sus alas que nos quieren indicar que son almas; sus rostros de dientes afilados y expresión terrorífica, nos indican que estas almas pertenecen a réprobos con destino al infierno. Todas las cabezas visten unos gorros enigmáticos, de apariencia festiva, acaso a modo de capirote penitencial. Unas representaciones pictóricas dignas de un estudio científico y una urgente restauración. Se hace precisa, con urgencia, alguna medida de protección al respecto, siquiera para evitar que la lluvia y otros agentes atmosféricos destruyan por completo la ya ruinosa capilla.

La sacristía se encuentra en el lado del Evangelio, se cubría con bóveda de aristas, conservándose los jarjamentos de la misma, en su frente se conserva una hornacina con dintel avenerado de hacia 1550, y a ambos lados una ventana.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído