Trujillo universaliza Extremadura

Trujillo universaliza Extremadura
Trujillo

Trujillo se encuentra situado en la penillanura cacereño-trujillana, a 43 km. del río Tajo que le ha servido de frontera natural, y a 90 km.. del río Guadiana. Por lo que hidrográficamente pertenece a las dos grandes cuencas fluviales de España. La ciudad se asienta a 564 m. sobre el nivel del mar, en el centro de un monte-isla o batolito, constituyendo su entorno un paisaje muy peculiar, donde aflora el granito, llamado «El Berrocal». Son manchones graníticos de singular belleza que rodean a Trujillo en un perímetro de 5 km. Una copla popular recoge esta circunstancia: «Si fueres a Trujillo, por donde entrares, hallarás un legua de berrocales». Por lo demás, es un relieve llano.

Además de los pastos, predominan las encinas. Los cultivos son de secano: trigo, cebada, centeno y avena, que junto con la ganadería, constituyen la base de la economía trujillana. Otros cultivos leñosos son olivos, vides e higueras, propios del bosque mediterráneo. Con un término municipal de Trujillo tiene 689 Kilómetros cuadrados, es el segundo más extenso de la provincia de Cáceres

En el ganado vacuno predomina el retinto extremeño. En el ovino, los rebaños lanares de ovejas merinas, estantes y trashumantes. En el porcino, el cerdo ibérico, con sus dos variedades: negro y colorado.

Desde la Edad Media pasaba por el término municipal de Trujillo un ramal de la Mesta, que llegaba hasta Medellín, utilizada por los ganados trashumantes. En nuestros días todavía se practica la trashumancia. Los serranos, en el otoño, bajan con sus rebaños desde León y Castilla en busca de los templados inviernos y de los buenos pastizales de Extremadura. Así lo celebra el cantar popular: Ya se van los pastores a la Extremadura, ya se queda la sierra triste y oscura.

La época de la Edad de Oro de la nación española, que coincidió con la de mayor prosperidad de la ciudad trujillana, porque jugó un papel decisivo en la historia nacional y universal, por la participación que tuvo en aquellos determinantes hechos durante el reinado de los Reyes Católicos, que tuvieron Trujillo como capital de su Corte, para llevar a cabo su consolidación en el reinado de Castilla, cuya permanencia desencadenó el hecho más glorioso de la historia del mundo, el descubrimiento de las tierras de ultramar, cuya existencia sólo se encontraba en la imaginación de un visionario, y que llevada a cabo dio por resultado el descubrimiento de América. El nombre de la ciudad se impuso a puntos de islas, en Cuba y Santo Domingo; a bahía en Chile, a pueblos y ciudades, en Canarias, en Honduras, El Salvador, Venezuela, Colombia, Puerto Rico, México, Perú. …Rematando con los paladines la formación del Imperio Español, estuvieron los frailes de Trujillo y las mujeres trujillanas, tres de ellas con auténtico rango histórico. Se llamaban Inés Muñoz, María Escobar e Isabel Rodríguez. En Trujillo y en aquellos lugares del Nuevo Mundo llamados Trujillo; en el paisaje americano abierto al entendimiento entre Culturas milenarias, los nombres de Francisco Pizarro y Francisco de Orellana simbolizan ideales de universalidad; representan todas aquellas virtudes y defectos, triunfos y derrotas, proximidades y alejamientos que abrieron los caminos de la Hispanidad, título que doy por merecido y ha de otorgarse con justicia a la ciudad extremeña e hispana en la memoria de América: TRUJILLO.

Turaca -primer topónimo conocido- fue castro celtíbero. Después, con la romanización, Turgalium, colonia del imperio romano desde el año 206 a. de C., hasta el 414 de la era cristiana en que pasó a ser visigoda. Ocupada por los árabes en el año 714, permaneció en su poder hasta el 25 de enero de 1232, en que fuera reconquistada definitivamente por las tropas de Fernando III de Castilla, cuyo Rey Santo le concedió Escudo de Armas: En campo de plata, una imagen de Nuestra Señora, bajo la advocación de la Victoria (en recuerdo de la gran victoria sobre los agarenos), con el Niño Jesús en brazos, sobre la muralla almenada y acostada de dos torres, todo en gules y mazonado de plata. El 27 de julio de 1256, en Segovia, Alfonso X el Sabio le otorga Fuero. Sancho IV, le concede el título de Villa Realenga, en Medina, el 25 de abril 1302. El rey Don Pedro I, por la gran seguridad de la fortaleza, guarda sus tesoros en el Castillo de Trujillo, custodiado por su tesorero real, Samuel Leví. Don Juan II de Castilla, valorando los grandes servicios prestados a la Corona, le concede el título de Ciudad, por Real Cédula de 12 de abril de 1430, en Astudillo. Su hijo Enrique IV, en premio a su lealtad, el privilegio de Mercado franco los jueves de cada semana, favor que solo se concedía a muy determinadas ciudades. Abolido por los Reyes Católicos, Carlos I concedió nuevo privilegio de Mercado Franco, en las Cortes de Toledo en 1522, pero distinto al anterior y por distintos méritos, que aún se conserva vigente. En el reinado de los Reyes Católicos, Trujillo era capital de la provincia de Extremadura. Las honrosas distinciones otorgadas a Trujillo, Capital de Extremadura en aquel entonces.

En el Palacio de Luis de Chaves, escribieron los monarcas católicos: «Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando». En este acuerdo se habían sentado las bases para la Unidad de España, se había gestado la Hispanidad. De ahí que se haya escrito que Trujillo fuera la primera Capital de España, y que se la conozca como «Cuna de la Hispanidad».

En Trujillo se encontraba doña Isabel, donde tenía su cuartel general, cuando recibió la noticia del triunfo de sus tropas contra las de la Beltraneja y las portuguesas, en la batalla de La Albuera, el 24 de febrero de 1479. Su consecuencia fue la firma del documento que la historia conoce como la Paz de Trujillo, el 30 de septiembre siguiente, que se ponía término a la guerra de sucesión y acordaba la paz con Portugal (y Francia su aliada), con renuncia por la Beltraneja a cualquier derecho a la corona de Castilla. La firma se llevó a cabo en el alcázar de Luis Chaves, quien había perdido tres de sus hijos en estas luchas en favor de los Católicos, siendo recompensado con grandes privilegios.

Otro importante hecho tuvo lugar en Trujillo, para la unidad de España, el 29 de diciembre de 1479 y en dicho alcázar de Luis Chaves, cual fue la firma por los Reyes Católicos, del Primer Documento de Cancillería, donde aparecen por primera vez unidos Castilla y Aragón, figurando ya como Reyes de España. Las posteriores incorporaciones de Granada (1492) y Navarra (1512), lo serían a la corona de España.
Don Antonio Vargas – Zúñiga, Académico de Extremadura, refiriéndose a la unión de los reinos españoles, afirma que la primera Capital de España fue Trujillo, pues es allí donde se encuentran los Reyes Católicos cuando nace el reino de España, hechos que se produjeron en 1479, con los que termina la Edad Media.

En 1479, la Reina Isabel fundó en Trujillo la Santa Hermandad, para combatir el pillaje y el latrocinio, muy extendido en aquellos tiempos. El gran comportamiento de los trujillanos -arquitectos, colonizadores, descubridores, frailes y conquistadores- en América es de todos bien sabido y reconocido mundialmente.

Trujillo fue una de las ciudades que dispuso de la fuerza conocida por Los Pardos, creada en 1526 por el Cardenal Cisneros, para el respeto y defensa interior de España. En 1790 Trujillo disponía del Partido judicial de mayor extensión de la provincia de Extremadura, al que se hallaban adscritos 84 villas y aldeas, llegando su jurisdicción hasta Belalcázar e HInojosa del Duque, de la provincia de Córdoba y por el norte incorporaba aldeas de Toledo, como Valdeverdeja; quedando también incluidas poblaciones importantes, como son Guareña, Medellín, Don Benito, Puebla de Alcocer, Herrera del Duque…, solamente agregar que los demás Partidos Judiciales tenían: 61, 48, 45, 40, 37, 36, 20 y 18 villas y aldeas en sus demarcaciones. Hecho suficientemente elocuente para demostrar la importancia de Trujillo dentro de la provincia de Extremadura, de la que fue su Capital durante siglos.

La fuerza militar en la ciudad, ya en 1815, la componía el Regimiento Provincial de Trujillo, que permanecería hasta 1873. La Administración provincial de Correos fue creada en Trujillo, de la que dependían subalternas, todas las estafetas, permaneciendo hasta 1857. En 1888 se estableció en Trujillo uno de los cuatro Colegios Preparatorios Militares, creados en España por el Ministerio de la Guerra, que funcionó con gran aprovechamiento durante muchos años. El nivel cultural y sanitario de la ciudad era tan elevado, que a finales del siglo XIX, disfrutaba de agua corriente abundante, cuyos gobernantes habían conseguido con grandes esfuerzos y sacrificios, con la canalización de las aguas de la garganta de Santa Lucía, en las Villuercas, con un recorrido de unos cincuenta kilómetros, el primer proyecto se había realizado en 1874, sin duda debió ser una de las primeras obras de su categoría a nivel nacional. Por Decreto 2223/1962, del 5 de septiembre, «se declara Ciudad Monumental Histórico-artística, el Conjunto Urbano de la Ciudad de Trujillo». Por sus valores arquitectónicos, históricos y culturales, en 1975, mereció ser la aportación de España al año Europeo del Patrimonio Arquitectónico de Europa. El 29 de diciembre de 1979, se reunía en Trujillo la Junta Gestora para crear la Academia de Extremadura, recordando que en esa fecha cinco siglos antes, se había firmado en la ciudad, por los Reyes Católicos, el Primer Documento de Cancillería, en el que aparecían unidos por primera vez Aragón y Castilla, como Reyes de España. El resultado de aquella reunión fue el Real Decreto 1422/1980, de 6 de junio que creaba la Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, con sede en Trujillo. Y el 3 de diciembre de 1980, se inauguraba en Trujillo, con toda solemnidad, la Real Academia de Extremadura, representando a los Monarcas, sus hermanos los Duques de Badajoz.

La Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, gestada en Trujillo el 29 de diciembre de 1979 y fundada en la misma ciudad el 3 de diciembre de 1.980, en el artº. 4º. de sus Estatutos, establece: «La sede de la Academia estará en Trujillo, ciudad que resume el acerbo de cuantos valores históricos y artísticos encierra la región extremeña y aglutina su vocación hacia los pueblos de América, a los que la Academia pulsando el hondo sentir de Extremadura, dedicará singular atención».

Esencialmente, se quedó la sede de la Real Academia en Trujillo porque Trujillo fue la primera Capital de España y la ciudad donde se realizó por primera vez la unidad territorial de España, y porque aquí se firmó la primera capitulación entre don Fernando y doña Isabel, y sobre todo, cuando muere don Juan II de Aragón, aquí se firma el primer documento de cancillería donde están unidos los reinos de Castilla, León, Aragón, las dos Sicilias con el reino de Valencia y el condado de Barcelona.
Trujillo se estructura en dos partes claramente diferenciadas: la villa y la ciudad, que separadas por la muralla, presentan evidentes diferencias arquitectónicas y urbanísticas. Comenzando la descripción por la «villa», es preciso hacer referencia en primer lugar al Castillo, que emplazado en la parte más elevada del promontorio trujillano, domina visualmente la ciudad. Construido originalmente en tiempos calífales y reformado tras la Reconquista, consta de un cuerpo cuadrado al que se adosan diferentes elementos de fortificación. El segundo cuerpo del Castillo lo forma el albacar construido durante los siglos XIII y XIV, cuyo perímetro irregular alberga en su interior la ermita de San Pablo, edificada en el siglo XVI, que dispone de una sola nave dividida en tres tramos por arcos apuntados y cabecera poligonal. Las murallas, de cuyo origen musulmán apenas quedan restos, conforman un recinto rectangular de mampostería y sillería jalonado por diecisiete torres dispuestas a intervalos irregulares. Al parecer, la cerca dispuso de siete puertas, de las cuales se conservan cuatro: la de la Coria, la del llamado Arco del Triunfo, la de San Andrés y la de Santiago. En el interior del recinto «villano» se conservan dos ejemplos del sistema de almacenamiento de agua de origen árabe. Nos referimos a la Alberca, depósito abierto destinado a diversos usos (baño, abrevado, etc.) situado en las proximidades de la iglesia de San Andrés, y a los Aljibes de la plazuela de Altamirano. Estos últimos, de tracería árabe, disponen de tres naves cubiertas con bóveda de cañón.
Dentro de la arquitectura trujillana de la «villa», es necesario referirse a las grandes casas fuertes que formaban parte de la fortificación de la ciudad antigua. Tal es el caso del Alcázar de Luis de Chaves el Viejo, una de cuyas torres custodia la puerta de Santiago. El edificio data originariamente del siglo XIV, pero sería reestructurado a fines del siglo XV, como testifican los conopios que coronan los vanos de la fachada meridional. La puerta es de arco apuntado y sus ventanas están protegidas por artísticas rejas del siglo XVI que se rematan con el escudo de los Chaves.
Defendiendo la puerta de San Andrés se halla la casa fuerte de los Escobar. Data de fines del siglo XV y está edificada a base de mampostería. Es característica de esta construcción su gran torre rectangular desmochada y la de- nada de los alfices de las ventanas -algunas geminadas- y cornisas. Como en el resto de este tipo de edificios trujillanos, durante el siglo XVI la casa seria remodelada abriéndose los grandes vanos rectangulares protegidos por fuertes rejas que contrastan con el goticismo de las ventanas de la fábrica primitiva.

Del alcázar de los Bejarano, casa fuerte que custodiaba el llamado Arco del Triunfo, únicamente se conservan dos torres por su desigualdad y la distancia que las separa, se piensa que pudieran haber pertenecido a dos edificios diferentes. La planta de ambas es cuadrangular y estan construidas a base de mampostería. La obra de ladrillo de las ventanas es de un evidente sabor mudéjar. El origen de la mas pequeñas de las torres se ha llevado al siglo XIII y a fechas posteriores al de la otra. La estructura varia de la «villa» tiene en la plaza de Santa Maria su principal centro urbano. Situado en una de las zonas mas elevadas de la ciudad antigua, hacia ella se encaminan quebradas y empinadas calles que ponen esta plaza con el resto de la ciudad intramuros. En torno a este nodo urbano se localizan las mas importantes casas solariegas. Este es el caso del palacio de los marqueses de Lorenzana, ha sido objeto de restauración para albergar la sede de la Real Academia de Extremadura. De lo que aun queda en pie, es de reseñar la artística decoración renacentista que marca la ventana del siglo XVI. Muy próximo a este edificio y en una calleja que lleva al Castillo se encuentra la casa de Francisco Pizarro de Vargas. El edificio, en el que habría de nacer Gonzalo Pizarro padre del gran conquistador trujillano, es hoy día un Museo. La planta baja acondicionada como una casa solariega del siglo XV y el piso superior contiene objetos y plotters expositivos sobre la Historia del Imperio Inca.
En la calle de Palomas se encuentra la casa de Francisco de Orellana, recia obra de mampostería que se construye en el siglo XV. Presenta una sencilla portada de arco apuntado y diferentes de vanos. Próximo al edificio anteriormente citado se halla la casa solariega de los Rol Zárate y Zúñiga, conocida popularmente como «casa de las Palomas» por tomarse como tales las tórtolas del escudo de los Rol que bajo el alfiz, se sitúa sobre la puerta de arco escarzano. Se trata de una obra de sillería y mampostería de fines del siglo XV, en la que es preciso destacar su interesante patio de estilo gótico, como atestiguan los pilares, capiteles y tracería del antepecho que recorre la galería de aquel.

La arquitectura civil del Trujillo extramuro muestra con respecto a la villana unas características notablemente diferente en los que a la estructura y decoración de los edificios se refiere. La mayoría de los mismos data del siglo XVI, concluyéndose las obras de algunos entrados ya en el siglo XVII. Es en torno a la Plaza Mayor donde se localizan los ejemplos mas importantes de la arquitectura nobiliaria de la «ciudad». En efecto; durante el siglo XVI la «villa» va a perder su carácter de zona residencial por excelencia en pro del nuevo centro de la vida pública y comercial. Objeto de constantemente preocupación municipal, la Plaza conocerá a lo largo de los siglos diferentes aditamentos y reformas. Entre los primeros es preciso hacer referencia al monumento que es parte de su etapa más conocida: la estatua ecuestre de Francisco Pizarro, que existe una copia en Lima y que sería inaugurada en 1929.

En la desembocadura de la calle Ballesteros hacia el lado norte de la plaza, se encuentra el palacio de los marqueses de Santa Marta, construido a finales del siglo XVI y reformados en el siglo XVIII. El inmueble, edificado a base de sillería, se estructura en cuatro pisos de alturas decrecientes que se individualizan exteriormente por la portada- el de la planta baja y por la hileras de vanos los de la restante. La portada es adintelada dispone de modillones en forma de ese; presenta casetones en el friso y sobre un frontón. Es necesario destacar del edificio el salón de planta cuadrangular existente en el primer piso. Dicha estancia se abriría al exterior a modo de galería, hoy cegada. El salón, a modo de patio claustrado, dispone de cuatro lados de arterias de medio punto sobre columnas de capiteles compuestos.
En el portal alto de la Plaza y junto a otras casas nobles como las de los Cervantes Gaetes, Bejarano, etc., sobresale la llamada Casa de la Cadena, Pon la que cuelga sobre la puerta como símbolo de la estancia de Felipe II en 1583 de paso a Portugal. La fachada muestra hoy un aspecto diferente al original, pues la reforma que sufre el edificio en el siglo XIX y la reconstrucción del actual han hecho desaparecer la logia que en el último piso se abría a la Plaza, como puede apreciarse en algunos grabados de principios del siglo pasado. Al palacio pertenece la torre que se llama del Alfiler, donde actualmente se encuentra el Centro de Interpretación de la Historia de Trujillo y que originalmente formaba parte del alcázar de los Chaves-Orellana. Se trata de una obra de fines del siglo XV de planta cuadrada, ventanas góticas con alfiz, cornisa de bolas, crestería gótica y cúpula de ladrillo en la que, desde la Plaza, puede verse el escudo cerámico de los Chaves-Orellana.

Un poco antes de la desembocadura de la Cuesta de la Sangre en la Plaza, se halla la casa de los Orellana, obra de sillería del siglo XVI, en cuya fachada se abre un pórtico de cinco vanos de medio punto sobre pilares en cuyas enjutas, además de blasón de los Orellana, se alojan escudos de diferentes linajes trujillanos. Dispone de un patio de arco de medio punto peraltado que apoyan en columnas dóricas. En la galería superior, el mismo tipo de arcos apean sobre columnas de origen jónico.
La casa de los Chaves Cárdenas, conocida popularmente como casa del Peso Real y situada en el frente oeste de la Plaza, ha sufrido diferentes reformas y mutilaciones, de manera que en la actualidad la portada es uno de los pocos testimonios de su origen. El edificio se levanta a principios del siglo XVI, datando de esta‚ poca las ventanas con elementos góticos de la fachada y la portada flanqueada por columnas tosas; eco esto último del estilo manuelino portugués.

Haciendo esquina con la calle de la Carnicería -hoy de Hernando Pizarro- se encuentra el palacio de los marqueses de la Conquista, uno de los edificios civiles más importantes de Trujillo. Comenzando en la segunda mitad del siglo XVI por Hernando Pizarro sobre las antiguas casas de las carnicerías, el edificio domina visualmente el conjunto arquitectónico urbanístico de la Plaza. El palacio se estructura en cuatro plantas, siendo la primera y al exterior una galería porticada que armoniza los soportales del espacio en el que se asienta. Las tres plantas restantes se individualizan exteriormente por una serie regular de vanos de dimensiones decrecientes en altura. Dichos vanos se protegen con fuertes y artísticas rejas de la época de edificación.

El palacio de los duques de San Carlos, situado en una de las esquinas de la desembocadura de la calle de Domingo Ramos en la Plaza, es, sin duda, el edificio civil de la ciudad extramuros de mayores proporciones. Los trabajos de edificación debieron comenzar en el segundo tercio de siglo XVI prolongándose los mismos hasta mediad9os del siglo XVII sin que el proyecto pudiera ser totalmente concluido. La portada ostenta una copiosa decoración renaciente que abarca dos niveles del inmueble. En la fachada que da al la calle de Domingo Ramos se abre un pórtico de arcos de medio punto y una logia adintelada. Además del blasón de esquina es preciso destacar la serie de ventanas de último cuerpo del palacio y la amplia cornisa volada que lo remata así como las curiosas chimeneas de ladrillo de la cubierta. En el interior se abre un elegante patio de arcos rebajados sobre columnas toscanas.

Del primitivo edificio concejil construido en la primera mitad del siglo XVI apenas quedan restos ya que este habría de sufrir numerosas reformas sobre todo durante los siglos XIX y XX. Hacia 1585 se llevan a cabo algunas obras y se decoran la capilla con unos interesantes frescos con termas historiales y alegóricos del buen gobierno en el altar de dicha capilla se conserva una tabla de la Asunción de la Virgen, obra del pintor del siglo XVI Pedro Mata.

Atravesando el llamado Cañón de la Cárcel bajo la estructura de antiguo edificio consistorial se llega al palacio de Pizarro de Orellana se trata de una obra de Alonso Becerra construida en la segunda mitad del siglo XVI a iniciativa del que fuera primer corregidos de la ciudad de Cuzco, Juan Pizarro Orellana. Aquí terminó de escribir Cervantes su obra póstuma «Los Trabajos de Persiles y Segismunda».

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