EL PESO DE LA HISTORIA

‘Iván el Terrible’: Hay una Rusia antes y otra después

Cuando llegó al trono, Rusia se conocía solo como Moscovia, el territorio que rodeaba Moscú

Nadie encarna mejor el espíritu tremendo a Rusia.

Iván el Terrible (en ruso, Иван Грозный, Ivan Grozniy) es una película rusa histórica-dramática escrita y dirigida por Serguéi Eisenstein.

Es la primera parte de un díptico sobre la historia y la figura del zar Iván IV de Rusia, más conocido como Iván el Terrible.

La primera parte se estrenó en 1944, en plena II Guerra Mundial, cuando Stalin necesitaba insuflar espíritu patriótico a las tropas rusas que luchaban encarnizadamente contra los nazis.

EL PERSONAJE REAL

Hay una Rusia antes y otra después de Iván IV, también conocido como Iván el Terrible.

Cuando llegó al trono, Rusia se conocía solo como Moscovia, el territorio que rodeaba Moscú.

A su muerte, el suyo era un país grande y fuerte, que limitaba al sur con el mar Caspio y al este con los montes Urales, y con un pie al norte en la costa del Báltico.

Nacido el 25 de agosto de 1530 en Kolomenskoye, Rusia.

Fue hijo del zar Basilio III y Elena Glinskaya, del linaje varego de Riúrik. Iván asumió el poder de Rusia en 1547.

Durante su gobierno quiso conseguir una alianza con una de las familias más influyentes de la época, los Románov, por lo que se casó con la princesa Anastasia Románovna ese mismo año.

Iván se nombró: Zar de todas las rusias y quiso convertir a Rusia en la sucesora de Constantinopla, incluso con el apoyo del Macario, obispo de Moscú, logró establecer un parentesco con los primeros césares del Imperio romano.

Con la muerte de Anastasía en 1560, Iván se transformó en un zar autoritario y psicópata que le valió el apodo de ‘el Terrible’. Se dice que durante un viaje a Inglaterra llegó a pedirle matrimonio a la reina Isabel I, pero ella lo rechazó.

Su personalidad psicópata se desarrolló durante su infancia y pubertad. Tras la muerte de su padre, Iván fue coronado Gran Príncipe de Moscú a los tres años, pero el reino fue administrado por su madre que cinco años después fue envenenada por los boyardos —grandes terratenientes eslavos— que se disputaban el poder.

Durante esos años fue recluido en el Palacio del Kremlin. Iván vivió sus días en este lugar como un mendigo y era humillado por los boyardos, lo que despertó su odio hacia ellos, que después se tradujo en persecuciones y matanzas que organizó en su contra al asumir el poder.

En 1552, tras la conquista de Kazán, arrasó con todos sus habitantes. Acción que repitió en Nóvgorod con ayuda de los opríchnik —nobles destinados a servir—. Investigadores estiman que el número de víctimas fue entre dos y tres mil habitantes.

Un pasaje oscuro en su vida ocurrió cuando en un arranque de cólera, en 1580, golpeó con su bastón a su hijo mayor, el zarévich Iván, a tal grado de matarlo, hecho del cual se arrepintió y en ocasiones le daban ataques en los cuales se jalaba el cabello y la barba e incluso arañaba paredes.

Además, llegó a matar a varios de sus enemigos y amigos, lo que hizo que se volviera aún más psicópata. Iván se refugió en creencias paganas y brujería.

Algunos historiadores sugieren que los ataques psicóticos sufridos por el zar fueron el resultado del tratamiento con mercurio al que se sometía para combatir su sífilis, lo que le provocó daños cerebrales que derivaron en cambios constantes de humor, ataques eufóricos y coléricos, con tintes psicóticos.

Tras veintisiete años, y presionado internamente por el clero y los boyardos, perdió la guerra con Livonia y se vio obligado a entregar a Suecia las regiones de Ingria y Karelia Meridional.

Iván el Terrible heredó un estado endeudado, y las campañas no ayudaron. Además, las guerras sucesivas drenaron la nación, así como de hombres y recursos.

Iván IV inició la construcción de la Catedral de San Basilio e introdujo la imprenta en Rusia.

Las crueldades de Iván, cada vez más sediento de sangre, fueron en aumento y culminaron cuando mató a su hijo mayor, Iván Ivanovich.

Algunas fuentes lo atribuyen a un ataque de rabia cuando este se atrevió a protestar por los maltratos del zar a su nuera embarazada.

Al parecer, Iván golpeó al zarévich con la contera de hierro de su bastón y le clavó la punta en la cabeza. El Terrible lloró esta muerte y los remordimientos trastornaron el resto de sus días.

Se tiraba del pelo y la barba como un loco y por las noches arañaba con las uñas la pared de su habitación. El dolor, sin embargo, no le impidió continuar con sus miras expansionistas.

Envió expediciones cosacas hacia el este, al mando de Yermak Timofei, que cruzaron los montes Urales y emprendieron la conquista de Siberia.

El zar murió en Moscú, corroído por múltiples enfermedades, cuando se disponía a jugar una partida de ajedrez.

Lo enterraron con sus antepasados en la catedral de San Miguel Arcángel, en un lugar cercano al altar, junto a su primogénito. Y la leyenda dice que quienes pasaban junto al sarcófago oían gritos de dolor y se santiguaban y rezaban para que el terrible zar no resucitara nunca.

En la actualidad existe un movimiento que quiere otorgarle la santidad.

La Iglesia ortodoxa rusa se ha manifestado en contra.

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