"EL DESINTERÉS POR NUESTROS CLÁSICOS ESTÁ TANTO EN LA ENSEÑANZA COMO EN LA SOCIEDAD"

Rafael Narbona, crítico literario: «Vivimos como en ‘Fahrenheit 451’: se impone la idea que los libros son peligrosos porque nos hacen pensar»

"Delibes fue un visionario: advirtió en el año 75 cómo las grandes ciudades fomentarían la soledad y la deshumanización y la invasión de la intimidad por parte de las nuevas tecnologías"

Rafael Narbona, crítico literario: "Vivimos como en 'Fahrenheit 451': se impone la idea que los libros son peligrosos porque nos hacen pensar"

Nuestro entrevistado de esta ocasión, en ese intento que desde Periodista Digital a veces hacemos para escapar del ruido de la actualidad y de la dictadura de la instantaneidad, es escritor, crítico literario y ejerció la docencia durante veinte años como profesor de filosofía.

Desde hace años, Rafael Narbona se ha pasado al periodismo cultural, oficio al que le dedica su cuerpo, su alma y por supuesto, su mente.

No en vano, dedica la mayor parte del día al placer de la lectura y la escritura, aunque en su caso sea trabajo. Como confiesa en esta entrevista, su rutina, que pasa por leer y escribir, apenas se ha visto afectada durante el confinamiento.

Los textos de Narbona para el blog ‘Entreclásicos‘, alojado en ‘El Cultural‘, y ‘Viaje a Siracusa‘, en ‘Revista de Libros’, son extensos, bien armados, ricos en detalles. Quizás, por el fondo y la forma, supongan un grito de rebeldía contra el soporte digital donde se publican, terreno en el que manda la inmediatez, lo breve, lo superfluo. Dice escribir entre 80 y 90 páginas al mes, de las que salen miles de palabras, para cumplir con las entregas. Aparte, se haya inmerso en la finalización del que será su nuevo libro, ‘Peregrinos del absoluto’ (Taugenit Editorial), un ensayo sobre la mística.

– En tu blog de El Cultural ‘Entre Clásicos’ te propones actualizar a los clásicos que han marcado nuestra educación sentimental e intelectual. ¿A qué clásico aconsejas acudir para refugiarse de esta época tumultuosa?

Creo que, ya que estamos en el año Galdós, es una buena oportunidad para leerle. En los ‘Episodios Nacionales’ es donde ya se ven los conflictos seculares de España, la lucha de la modernidad contra la tradición. Son textos que buscan la concordia y hacen un llamamiento al diálogo.

Luego están sus novelas, que son espléndidas porque son un fresco de las pasiones humanas, como ‘Fortunata y Jacinta’ y ‘Misericordia’, que hay quién la considera la segunda mejor novela en lengua castellana después de El Quijote. Las reflexiones políticas, morales y religiosas nos ayudan a soportar mejor el nivel de crispación que hay en la actualidad.

– Por tu experiencia como profesor, ¿crees que el sistema educativo ha orillado a los clásicos, no se estudian bien, hay indiferencia o es una mezcla de todo ello? 

El desinterés por los clásicos está tanto en la enseñanza como en la sociedad, que al fin y al cabo es el reflejo de lo que pasa en la enseñanza y viceversa. Hoy en día te vas a la FNAC y te cuesta encontrar un libro de Valle-Inclán.

Creo que en la enseñanza se le da más importancia a las cuestiones instrumentales y procedimentales y no se va a los textos. Es un disparate que a un autor de la talla de Gabriel Miró se le dediquen dos líneas en un libro de texto de segundo de Bachillerato mientras que antaño lo que había eran unos manuales espléndidos de Lázaro Carreter.

Por lo que sea, no se hace mucho desde la enseñanza por promocionar a los clásicos, ni nuestros ni ajenos. De adolescente leí a Dumas, a Dickens… pero ahora ha florecido una literatura juvenil cuyos títulos ya echan para atrás. Es una pena porque como profesor me he encontrado en una clase de alumnos de 15 años que nadie sabía quién fue Ortega y Gasset. No se puede decir que en materia de enseñanza un partido lo haya hecho mejor que el otro.

Los índices de lectura son los que son. En los años 80 tú te ibas a un supermercado y encontrabas expositores con libros de García Márquez o de Pío Baroja pero ahora solo encuentras ‘bestseller’ que se nos intentan hacer pasar por literatura.

Hay que diferenciar entre entretenimiento y literatura,  que es una vivencia, una experiencia más bien, que diría Ortega, porque un buen libro te cambia por dentro y te deja huella. En cambio el entretenimiento es una manera de matar el tiempo. Es algo que viene del mundo anglosajón donde se promueve los ‘bestseller’. En Francia, en cambio, se cuida más a los clásicos, sobre todo propios pero también ajenos.  Ortega habló de la banalización y no hay más que ver la televisión actual. Es una especie de degradación que explica el auge de los políticos populistas, a uno y otro lado del espectro.

A pesar de este panorama yo no considero que sea un pesimista, pero si considero que ejerzo una perspectiva crítica. Hay que denunciar el deterioro y el olvido de la cultura, eso sí, pero a nivel humano no me tengo por un pesimista.

«Delibes fue un visionario»

– Este 2020 se cumple el centenario del nacimiento de Miguel Delibes y está pasando sin pena ni gloria. Tú sostienes que la sombra del escritor es alargada pero que se le lee poco

A Delibes le han perjudicado dos cosas, el auge de la novela experimental, ya que en los 80 casi todos querían escribir como Joyce, y por otro lado, que parezca que alguien de su sensibilidad (católico progresista, cazador) suene como de otra época. Algunos le verán como una figura apolillada, pero es una constante, pues otros compañeros de su generación como Julián Marías o el profesor Aranguren están olvidados y es injusto.

Todo lo que se haga por recuperar la figura de Delibes me parece poco. Hace no mucho apareció su obra completa en una edición y se agotó. Pues bien, aún así, esa edición ya es imposible de encontrar, aspecto que me indigna mucho. Espero que con el centenario se vuelva a poner en circulación.

– Aunque has dejado escrito que algunos en España sostienen que es un autor que ha envejecido mal, lo cierto es que su obra anticipaba muchos aspectos de nuestro presente (deshumanización, las relaciones personales en grandes centros urbanos, la epidemia de la soledad, la degradación de la naturaleza, la crisis de valores morales)

Su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua (RAE) del año 75 es el de un visionario. Él era un ecologista-humanista que advirtió lo que ahora está pasando: las grandes ciudades fomentan la soledad y la deshumanizacion y cómo las nuevas tecnologías invaden la intimidad de las personas.

Es muy injusto sentenciar que es un escritor anticuado porque no habla de, digamos, ‘problemas contemporáneos’, como las drogas o los problemas de identidad sexual.

Delibes se presentaba como un hombre de fidelidades. Fiel a su mujer, que falleció muy pronto a causa de un cáncer y que le llevaría años después a escribir ‘Señora de rojo sobre fondo gris’. Una fidelidad a su fe, como alguien humanista y cristiano. Y la fidelidad al Real Valladolid. Espero que el tiempo le haga justicia entre los grandes, al igual que hubo una época de desprestigio a Galdós que parece que ahora se ha rehabilitado.

– Uno de tus últimos artículos es sobre Heiddeger [‘Ser y tiempo’: Heidegger en la selva del lenguaje], un autor semidesconocido que ha puesto de moda un bestseller como Byung Chul Han, ¿qué es eso que llamamos existencia según las tesis de Heiddeger?

Heiddeger es un autor importante que sembró una escuela en España, puesto que María Zambrano no se entiende sin Heiddeger.

De él ha salido a relucir que estuvo en el Partido Nazi y que no hizo nada por ayudar a Hannat Arendt, que fue su alumna. Nunca pidió perdón por los crímenes del nazismo y jamás habló de Auschwitz.

Desde el punto de vista humano, es un personaje repelente. Como filósofo, es muy interesante, aunque ‘Ser y tiempo’ sea una experiencia cuanto menos difícil. Habla de la existencia como que el ser humano es el único ente que se plantea qué es el ser, cuestión que le lleva a crear mundo. Cada ser humano es un mundo porque los animales solo tienen entorno. Cuando habla de la existencia utiliza la expresión ‘dasein’, que se puede utilizar por “ser ahí” aunque me gusta más “estar ahí”.

La existencia es estar arrojado a una circunstancia personal, el hombre nunca está solo y crea un mundo a partir del paisaje que contempla. La muerte que tanto nos atemoriza transforma la vida de significado porque la existencia es un quehacer. Esa idea también está en Ortega, que también lo trato.

La existencia es sobre todo proyecto y un conjunto de posibilidades,  y esas posibilidades no las materializamos si no creemos en ellas.

– ¿En qué puede ayudarnos la filosofía en plena época de conectividad, hiperactividad, dictadura de las pantallas?

Me cuesta mucho leer en una pantalla. La lectura enseña a tener paciencia, a sentarte y a dialogar con el otro. Es una experiencia tan fecunda como el silencio porque es una especie de ejercicio de introspección que te ayuda a definir mejor quién eres y qué quieres hacer.

La pantalla te crea vértigo y te impide concentrarte. Hoy que está de moda la meditación, yo diría que la mejor meditación es coger un buen libro y dedicar lo que se pueda a la lectura diaria. Yo dedico a la lectura ocho horas diarias y trabajo 12 los siete días a la semana. Hay quién me dice que tengo adicción al trabajo pero a veces tengo la sensación que no trabajo porque es lo que me gusta. Un libro hay que abordarlo con el móvil apagado y sabiendo que es como meterte en el campo y acumular lecturas como tierra en el zapato.

«Una revista cultural no puede funcionar con criterios estrictos de mercado»

– Mantienes dos blogs literarios de nicho tan específico en El Cultural y Revista de Libros, ¿hay público suficiente para sostener estas aventuras o están condenadas a difuminarse en el reino de la bronca, los memes y los zascas que imperan en todos los digitales?

Los periódicos deberían hacer un esfuerzo ético por ofrecer contenidos serios y templados.

El caso de ‘El Cultural’ es el de un medio asentado, aunque ahora nos han bajado el sueldo a los colaboradores por la crisis derivada de la pandemia porque no ha habido publicidad pero espero que sea una situación transitoria.

‘Revista de Libros’, a pesar de su prestigio, ha interrumpido su andadura por problemas de financiación hasta en dos ocasiones, la primera en 2008 por la crisis financiera, ya que estaba sustentada por la Fundación Caja Madrid, hasta que pudo volver con apoyo de La Caixa, y ahora se ha aprobado una financiación nueva hasta la llegada de la pandemia.

Es cierto que una revista cultural no tiene un número de lectores alto y no puede funcionar por criterios estrictos de mercado, por tanto necesita ayuda de patronos o una Fundación aún sabiendo que puede ser dinero a fondo perdido.

La situación que vivimos me recuerda a la de la novela de Ray Bradbury ‘Fahrenheit 451’ (La novela presenta una sociedad estadounidense del futuro en la que los libros están prohibidos y existen «bomberos» que queman cualquiera que encuentren).

Tener libros ahora  se ha convertido en un delito. En los hogares hay múltiples pantallas de televisión y cada vez menos libros. El argumento de la novela, que es de 1953, es que los libros nos hacen pensar y por eso hacen infelices a los hombres.

Creo que en la literatura prolifera el pesimismo y que tiene una visión melancólica. A mí me ayuda para el optimismo la perspectiva religiosa. Voy a publicar un libro llamado ‘Peregrinos del absoluto’ que es un estudio de 12 místicos como Santa Teresa o San Juan de la Cruz porque la mística es una afirmación de la vida, que es algo que merece la pena y además hay esperanza. Hay que dar la batalla por el optimismo.

– Yo en esta cuestión soy pesimista y te apuesto, no porque lo merezca o no sea interesante, que esta entrevista se leerá poco o muy poco en relación a otro tipo de contenidos…

Los medios tienen su responsabilidad porque deberían optar por estimular el pensamiento crítico de la gente. Si a cambio les ofreces contenido superfluo y frívolo, como que Rajoy sale a hacer footing y le pillan, la casa de Pablo Iglesias o las declaraciones de Belén Esteban, vas formando una opinión basura dentro de la sociedad. Yo creo que los medios deberían hacer más por formar a un público más ilustrado. Ahora mismo, ya no se pueden ver ni los debates parlamentarios.

Claro que los medios actúan con cierto oportunismo. Si tú pones contenido pornográfico, siempre va a llamar más la atención que un cuadro de Rubens. Esta pornografía de la vida de los famosos embrutece al ciudadano.

Si embrutecemos al personal nos encaminamos al embrutecimiento de la política y luego no nos podemos extrañar de ver a un Putin prolongando su reinado o del inmenso apoyo popular que tuvo y tiene Donald Trump. Echo de menos a aquellos políticos que construyeron el proyecto europeo, donde primó el interés por formar algo por el bien común. Otra cosa es que solo cuente el beneficio y a la larga lo pagaremos todos

– Te pregunto por las redes sociales: ¿oportunidad o peligro? 

Las redes sociales son una herramienta extraordinaria y todo depende de cómo se utilicen. Twitter me ha puesto en contacto con grandes escritores y me ha permitido felicísimos encuentros. En mi cuenta hay un 90% bueno y solo un 10% que se dedica a soltar impertinencias. Lo que sucede es que lo notorio son cuentas con 200.000 seguidores que hacen apología del odio.

¿Cuantos seguidores tendría hoy Ortega y Gasset en caso de tener Twitter? No hay que demonizar las redes porque, al igual que sucede con los blogs, han dado voz a mucha gente que antes estaba silenciada pero es necesaria una regulación más estricta para acabar con lo nocivo.

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Autor

Roberto Marbán Bermejo

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente cursa el grado de Ciencias Políticas por la UNED, fichó en 2010 por Periodista Digital.

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