La Batalla de Torrelobatón, última ofensiva del movimiento Comunero

Después del varapalo de la pérdida de Tordesillas, la victoria en Torrelobatón despertó el entusiasmo de los comuneros y la inquietud entre la alta nobleza: los comuneros habían atacado las posesiones del mismísimo Almirante de Castilla.

La Batalla de Torrelobatón, última ofensiva del movimiento Comunero
Castillo de la localidad vallisoletana de Torrelobatón.

El episodio de la Toma o batalla de Torrelobatón se considera la última gran ofensiva llevada a cabo por el ejército comunero antes del desastre de Villalar, donde se esfumó toda posibilidad de mantener viva la llama de la revuelta comunera.

Después del golpe anímico que las huestes comuneras se llevaron con la pérdida de Tordesillas, necesitaban con urgencia un movimiento ganador que devolviera la moral a la tropa.

Desde todas las ciudades comuneras, llegó un gran ejército de más de 6.000 lanzas a Valladolid de forma secreta para ponerse a las órdenes de los capitanes comuneros y de forma inmediata valoraron los posibles objetivos militares y finalmente se decidieron por la plaza de Torrelobatón.

Dibujos obtenidos del Centro de Interpretación del movimiento comunero (Castillo de Torrelobatón). Vallisoletvm.

La decisión fue complicada, puesto que una parte de los comuneros pretendía reconquistar Tordesillas o marchar sobre Simancas, pero la decisión estaba tomada y se dispusieron a lanzarse sobre una de las joyas del mismísimo Almirante de Castilla, Fadrique Enriquez de Velasco, uno de los hombres fuertes del Imperio.

Juan de Padilla, uno de los principales capitanes comuneros, convenció a La posición estratégica de la villa y la posibilidad de asestar un golpe moral a Enríquez de Velasco y al ejército Imperial.

Las fuerzas rebeldes, que sumaban 6000 infantes y 600 lanzas, se presentaron ante Torrelobatón al amanecer del 21 de febrero de 1521. Primero dirigieron un aviso para que la guarnición que defendía el castillo se rindiera, pero como su respuesta fue la negativa y decidieron defender el castillo,  Padilla dio la orden de comenzar el asedio.

No fue una lucha encarnizada, pues Torrelobatón era una villa bien fortificada, con altas y protegidas murallas. Desde Tordesillas, los gobernadores pensaron enviar algunos refuerzos a los sitiados. Desde la Corte, enviaron a Torrelobatón un pequeño ejército a los mandos de el conde de Haro y partió el día 24 con 800 lanzas, pero nada pudieron hacer contra el ímpetu comunero empeñado y necesitado en una victoria rápida en la batalla.

Dibujos obtenidos del Centro de Interpretación del movimiento comunero (Castillo de Torrelobatón). Vallisoletvm

Y así fue, en el mediodía del 25 de febrero, después de cuatro días de asedio, escaramuzas y batallas, los comuneros, asentados en un arrabal, consiguieron entrar en la localidad, desatandose así un feroz saqueo del que solamente se salvaron las iglesias y el cual Padilla no tuvo reparos en autorizar como premio a las tropas.

El castillo continuó resistiendo de mano de su teniente García Osorio, pero los comuneros amenazaron con ahorcar a todos los habitantes de la ciudad si no claudicaba. Osorio finalmente cedió y entregó la fortaleza a los rebeldes, no sin antes acordar la conservación de la mitad de los bienes que se encontraban en ella para evitar el pillaje.

El júbilo llegó a la Santa Junta y la inquietud, los nervios y la desazón se apoderó de los Imperiales, pero incompresiblemente, esta victoria no supuso una continuidad de movimientos estratégicos en el bando comunero, lo que posibilitó que los imperiales, en su peor momento, se pudieran rearmar y preparar la batalla final… la Batalla de Villalar.

 

 

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Autor

Ramsés Laguna

Ramsés Laguna, un enamorado de Castilla y León, empeñado en escribir.

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