La exposición «Nuevos Realismos», que se inauguró hoy en el Museo Reina Sofía de Madrid, reúne cerca de 230 obras que fueron creadas entre 1957 y 1962, es decir, un período clave para entender la Historia del Arte de la segunda mitad del siglo XX y hasta la contemporaneidad.
Una etapa en la que pasaron a categoría de arte un montón de chapas metidas en una vitrina, un cuadro azul, tablones con trozos de carteles viejos, máquinas hechas con trozos de bicicletas que pintan automáticamente, ropa interior pintada, un lienzo empaquetado o una instalación de unas mil ruedas de coche.
Pero, ¿por qué?. «Nuevos realismos: 1957-1962. Estrategias del objeto, entre el ‘readymade’ y el espectáculo» trata de responder a esa pregunta.
La exposición, fue presentada hoy por el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, y Julia Robinson, comisaria de ésta casi retrospectiva cronológica, que muestra la evolución sin precedentes que provocaron los 29 artistas elegidos bajo el término «Nouveau Réalisme» (Nuevo Realismo).
La muestra podrá verse hasta el próximo 4 de octubre en el Museo de Arte Reina Sofía.
El crítico Pierre Restany fue el que acuñó el concepto «Nuevo Realismo» cuando montó la primera exposición de esos artistas que son un «no grupo» y un «no movimiento», como indicó la comisaria.
El germen del «Nouveau Réalisme» surgió a la muerte, en 1956, del estadounidense Jackson Pollock, padre del expresionismo abstracto, y el arte pop y minimalista, explicó a Efe Borja-Villel.
Y también en contra la sacralización mercantil de artistas como Pablo Ruiz Picasso, Vasily Kandisky y Joan Miró, ellos rescatan los manifiestos artísticos de Marchel Duchamp sobre el «arte ready-made», que consistía en la combinación y disposición arbitraria de objetos de uso cotidiano.
Esta premisa será seguida por los artistas de «Nuevos Realismos» que «rompieron con la autonomía de la obra del arte» y ahora son «realmente importantes», indicó el director de la pinacoteca.
El paso de una sociedad industrial a una de consumo a mitad del siglo XX genera una superproducción de objetos, que serán fuente de inspiración para esos artistas que piensan que «todo puede ser objeto de obra de arte», apuntó Borja-Villel.
Por lo que el espacio, el lugar y el tiempo a su vez pasan a ser parte de la obra, que se llena o se vacía de objetos.
Así Yves Klein, que patentó su azul «Klein» en 1960, promueve la idea de la obra inmaterial, es decir, sin elementos, con sus pinturas monócromas.
Por contra, Arman -Armand Fernández- crea esculturas con latas estrujadas -denominadas «accumulations»- o apila chapas de botellas, bombillas o peines en vitrinas, un elemento de la sociedad que por vez primera es considerado obra de arte.
Vaciar la obra de objetos y llenarla son dos dinámicas constantes que debatieron unos y otros artistas reunidos bajo el manifiesto «Nuevo Realismo» y que se palpa en esa exposición magna e inusual que ha organizado el Reina Sofía.
La muestra es laberíntica como fueron artistas de la talla de Piero Manzoni, que creó la serie de «Mierda de artista», es decir, supuestos excrementos de artista enlatados en 1961.
O Jean Tinguely, de quien se pueden ver algunas esculturas o máquinas metálicas que pintaban automáticamente o la instalación «Ballet de los pobres», que se mueve con estruendo metálico cada diez minutos.
Así como las esculturas con botellas de plásticos y palos de fregonas tituladas «Ave del paraíso», de Martial Raysse, o la instalación «Yard» con cerca de mil ruedas de coche que ideó Allan Krapow, «el (Jackson) Pollock en tres dimensiones», según Coleman.
Y así hasta completar la lista de obras y artistas -Robert Rauschenberg, Christo, Claes Oldenburg, e incluso Roy Lichtenstein y Andy Warhol- que son claves e, incluso todavía, incomprendidos y que algunos artistas jóvenes copian.
