Picasso y París, una relación retratada por la cámara de Brassaï

Picasso y París, una relación retratada por la cámara de Brassaï
Retrato del pintor Pablo Picasso. EFE/Archivo

El fotógrafo húngaro Brassaï fue testigo excepcional del mundo íntimo de Picasso en el mágico París de los años 30 por su amistad con el pintor español, unas escenas que quedaron plasmadas en numerosas fotografías que ahora pueden verse en Buenos Aires.

El Museo Nacional de Bellas Artes de la capital argentina acaba de inaugurar la muestra «Brassaï», una selección de 126 instantáneas en blanco y negro en las que el húngaro radiografía los contrastes del París de la década de 1930, desde sus oscuros bajos fondos hasta el resplandor de su ambiente artístico.

La exposición, la primera monográfica del artista húngaro en Argentina, está dividida en cinco secciones en las que retrata la intimidad de Picasso, escenas de la noche parisina y del mundo bohemio de la capital francesa, y su interés por los graffitis y sus obras surrealistas.

Desde que Picasso y Brassaï se conocieron en 1932, el artista húngaro, cuyo nombre artístico era Gyula Halász (1899-1984), retrató de manera sistemática la obra escultórica del malagueño en su estudio de París.

«A Picasso le encantaba la forma y el volumen de las fotografías de Brassaï», explicó hoy a Efe la comisaria de la muestra, Agnès de Gouvion Saint-Cyr, del Ministerio de Cultura francés, el organismo que ha cedido las obras.

«Brassaï conoció muy bien a Picasso, eran amigos. De hecho fue una de las pocas personas a quien Picasso permitió el libre acceso a todos sus talleres, y el primero en fotografiar sus esculturas», recordó Gouvion Saint-Cyr, de visita en Buenos Aires.

Pese a que las esculturas de Picasso protagonizan la mayoría de fotografías de la muestra, también hay lugar para escenas intimistas del pintor español (1881-1973).

En ellas puede verse a un relajado Picasso pintando en pijama y zapatillas o posando distendido con amigos junto a sus obras.

Otras instantáneas también reflejan los botes de pintura y los pinceles que usaba el malagueño en su estudio parisino.

La relación entre Picasso y Brassaï permaneció intacta hasta la muerte del español en 1973, y dio lugar a distintos ensayos fotográficos del artista húngaro, que fue también pintor y escultor.

El acercamiento de Brassaï a Picasso y al ambiente artístico parisino hubiese sido inimaginable sin el éxito de «París de noche», la serie de imágenes que publicó el húngaro en 1932.

Estas fotografías nocturnas de las calles de París, en las que Brassaï juega continuamente con contrastes de luces y sombras, llamaron la atención de las más destacadas revistas de arte de la época y de artistas surrealistas como el francés André Breton (1896-1966) y el español Salvador Dalí (1904-1989).

En ellas Brassaï retrata, por ejemplo, la oscuridad de las adoquinadas calles de París en una noche de niebla, el reflejo de la luz sobre el río Sena o el brillo del agua de la fuente de la Plaza de la Concordia.

También destacan las fotografías de la serie «París Secreto» en las que captura los bajos fondos parisinos, con escenas de prostíbulos o de bares en los que se emborrachan jóvenes y travestis.

«Se trata de escenas de la vida cotidiana en barrios que nadie conocía», explicó la comisaria de la muestra.

Sin embargo, Brassaï también capturó escenas de la aristocracia parisina, como el emblemático beso entre dos jóvenes en la esquina de una cafetería repleta de espejos.

La exposición también cuenta con fotografías «surrealistas» de Brassaï de distintos objetos metálicos, como un dedal, y de elementos animales y florales.

La muestra, que puede verse hasta el próximo 26 de septiembre, se completa con instantáneas de graffitis que hizo sobre vidrio y con la proyección del cortometraje «Tant qu’il y aura des betes», sobre animales y que fue distinguido con un premio especial en el Festival de Cannes de 1956.

Nacido en 1899 como Gyula Halász en Brasso, una aldea de la Transilvania del Imperio austro-húngaro, Brassaï pasó por la escuela de Bellas Artes de Budapest y en 1920 se instaló en Berlín para continuar sus estudios, donde trabó una sólida amistad con el pintor ruso Vasíli Kandinsky (1866-1944).

Empujado por la Gran Depresión, en 1924 decidió mudarse a París, ciudad de la que se enamoró y en la que descubrió su pasión por la fotografía.

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