Una exposición muestra la mirada fotográfica, móvil en mano, de Pasqual Maragall

Una exposición muestra la mirada fotográfica, móvil en mano, de Pasqual Maragall
. EFE/Archivo

Jugando con su segundo apellido, la exposición «Pasqual Maragall mira» muestra desde hoy en Barcelona una selección de las fotografías tomadas por el ex presidente catalán, móvil en mano, durante el último año.

Todo comenzó en noviembre del 2009 cuando Pasqual Maragall i Mira lanzó un reto a su amiga y fotógrafa Caro García: realizar un libro de fotografías juntos, pero ella respondió con una nueva propuesta, que fuese con las fotos tomadas con su móvil.

Maragall y Caro García han trabajado juntos para imprimir las fotografías, seleccionarlas y buscar un sistema de creación de páginas del libro, condicionado por la baja resolución de las imágenes.

«Al mismo tiempo, descubrimos que las fotos se emparejaban por diversas razones, que podían ser estéticas, documentales o narrativas», explica Caro García.

Cada díptico es una historia en sí misma, las imágenes se complementan de manera que cada página es una creación doble, la foto escogida y la que la complementa.

Grafitis de la calle, sus nietos, anuncios, gente anónima, autorretratos, amigos, paisajes, detalles, fotos de fotos se suceden en el libro y en la exposición paralela presentada hoy el Arts Santa Mónica de Barcelona.

El resultado es, en palabras del director de ese centro, Vicenç Altaió, «un retrato, un autorretrato de Pasqual Maragall».

Al margen de su capacidad de adelantarse a su tiempo, pues «las fotos de móvil no están pensadas para ser reveladas», Maragall «nos enseña cómo se puede hacer una novela, un cuento, una biografía a través de imágenes complejas y dobles», comenta Altaió.

Con su habitual fina ironía, Maragall señala que «seguramente, eso de hacer fotografías es de ex, de ex alcalde, de ex presidente, de ex de todo».

En opinión de Maragall, «cuando estás en un cargo político estás acostumbrado a ‘tocar’ la realidad, y cuando dejas la actividad la fotografía te ofrece la posibilidad de representar esa realidad, y, si puedes, transformarla; por lo que las fotos son una especie de continuación casi involuntaria de esa pasión por la transformación de las cosas», reflexiona.

Además de tomar las fotos con su móvil, participar en su clasificación y en su disposición, este proyecto ha sido para Maragall una forma de «ordenar» el pasado, porque, considera, que el presente es «el día a día y el futuro es incierto».

«Incierto. Desde el punto de vista político, no digamos con lo que viene; desde el económico no se sabe qué pasará; y desde la salud, yo estoy diagnosticado y no se sabe cómo avanzará la enfermedad, pero espero que los científicos encuentren una solución y mis nietos ya superen el Alzheimer», señala Maragall.

El editor Leopold Blume considera que este libro es un «privilegio» al permitir al lector seguir «la vida día a día de Pasqual Maragall, pero interpretada por él mismo».

El texto tiene una pátina de humor, pero también de interés social, de progreso, de afectos tan necesarios como la amistad o la familia.

También hay arte, interés por los paisajes, por la naturaleza del Empordà, donde Maragall se retira a descansar, y por muchos escenarios urbanos.

Abundan también los autorretratos, en los que Maragall aprovecha el reflejo de su imagen en espejos, cristales o pantallas de ordenador.

Para el político catalán el autorretrato responde a «una necesidad de fijar la presencia», que supone tiene que ver con la enfermedad, pero quizá también «con la egolatría», y admite que probablemente esa tendencia «es un defecto».

Confiesa que pasear por las Ramblas y tener que atender a los numerosos ciudadanos que le paran y le preguntan por su estado de salud es una «inyección de autoestima».

La mitad de los beneficios obtenidos con la venta del libro se destinará a la Fundación Pasqual Maragall Alzheimer Internacional.

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