El Museo Reina Sofía celebra veinte años con su futura ley como regalo

El Museo Reina Sofía celebra veinte años con su futura ley como regalo
El director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel. EFE/Archivo

Con el regalo de una futura ley que le otorgue más autonomía, el Museo Reina Sofía festeja hoy sus veinte años con la apertura de la reordenación del segundo tramo de su colección, que propone a través de mil obras una nueva lectura artística desde 1945 hasta 1968.

El sesenta por ciento del millar de obras expuestas no se habían visto nunca en el museo. A partir de ahora pasan a ocupar los más de 4.000 metros cuadrados de la cuarta planta que ha inaugurado hoy la reina Sofía acompañada de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde y el director del museo, Manuel Borja-Villel.

Antes de la inauguración, en rueda de prensa, la ministra ha valorado la celebración de estas dos décadas de un museo en el que «se habla de la memoria y de la historia, pero también del presente» de una institución que propone «reflexión, discusión y participación ciudadana».

«Es un día importante no sólo porque se dé un paso adelante en su historia sino porque el museo inicia también su senda de futuro», ha añadido.

La titular de Cultura se refería así a la anunciada ley del Museo Reina Sofía que el Gobierno prevé aprobar en mayo de 2011, una normativa que supone «uno de los proyectos más importantes del Ministerio de Cultura» y que responde al criterio del Ejecutivo socialista de que «en tiempos de crisis es momento para la política».

«La fórmula de la ley es necesaria para un museo que ha tenido en veinte años un crecimiento espectacular», ha destacado la ministra, quien consideró que esta ley agilizará los trámites burocráticos del museo, le concederá más autonomía en su gestión y permitirá nuevas formas de financiación.

En opinión de la ministra, la nueva norma será «similar» a la que reguló el Museo del Prado en noviembre de 2003, lo que supuso «un salto importante» para esa institución, por lo que insistió en que «parece recomendable ir en esta misma senda de mayor autonomía».

Para el director del museo, Manuel Borja-Villel, el Reina Sofía «plantea más preguntas que respuestas» y ha logrado en veinte años «difíciles pero maravillosos» cosas «extraordinarias», entre las que ha destacado el lugar relevante logrado por la institución a nivel local e internacional, lo que ya convierte al Reina, ha dicho, en «una referencia para explicar el arte español e internacional».

El segundo tramo de la colección permanente presentada hoy con el título «¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945-1968)», propone un recorrido fundamentalmente cronológico por uno de los periodos más convulsos del arte de vanguardia donde, de un lado, se produce la consolidación de un modernismo alineado con el poder y, de otro, otras corrientes modernistas que fueron marginadas del discurso oficial de la historia del arte.

La visita arranca con «Monumento a los españoles muertos en Francia» (1947) de Pablo Picasso, una pieza política que refleja el inicio de la muestra que culmina con la película del director francés Alain Resnais «La guerra ha terminado» (1966), que ilustra el desgaste de las resistencia antifranquista en los años sesenta.

Para el director del museo, se trata de un periodo dominado por diferentes «tensiones» como la existente entre París y Nueva York, Europa frente a EEUU, Unión Soviética y Occidente o la que se refleja entre la abstracción pictórica y la figuración.

Unas tensiones que tienen como nombres propios a juicio del director a Picasso y Miró al comienzo, y Marcel Duchamp y John Cage en los sesenta, sin olvidar las relevantes piezas de los legados de Brassaï y Morris Louis (un asombroso lienzo transido por tres campos de color negro) o las dejadas en depósito, como es el caso de las colecciones de Lygia Clark, Franz Weissmann y Onnasch que ha cedido 27 obras.

Entre esta veintena, destacan algunas de autores de la talla de Clyfford Still, Franz Kline, Rauschenberg, Christo o George Brecht, además de una completa representación del informalismo de los años sesenta con Antoni Tàpies, Antonio Saura, o Manuel Miralles.

En la nueva reordenación propuesta por Borja-Villel destacan figuras como Alberto Greco en el ámbito español y en el internacional Georges Brecht.

Al igual que en anteriores presentaciones, la cuarta planta también concede importancia al cine con la proyección de «La ventana indiscreta» (1954) de Alfred Hitchcock, «Bienvenido Mr. Marshall (1953), de Luis García Berlanga o «La sociedad del espectáculo» (1973) de Debord.

Por otro lado, la fotografía también adquiere protagonismo con las instantáneas de Brassaï y Eugéne Smith sobre la España de los años cincuenta.

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