Los Farnesio abren las puertas de su palacio para dar a conocer su historia

Los Farnesio abren las puertas de su palacio para dar a conocer su historia
. EFE/Archivo

La historia de una de las familias más importantes de Roma, los Farnesio, se muestra hoy en el palacio romano del mismo nombre y actual sede de la embajada de Francia, con 150 obras que acompañaron los fastos y la suntuosidad en los años de máximo auge del linaje rico y culto.

La exposición «Palacio Farnesio. De las colecciones renacentistas a la Embajada de Francia» abre mañana sus puertas hasta el 27 de abril de 2011 y alberga 150 obras entre pinturas, esculturas, diseños, monedas y cerámicas que harán revivir la fascinante historia de este bello edificio.

La apertura es todo un acontecimiento, ya que, al acoger la legación diplomática francesa, semejante palacio renacentista no puede ser visitado habitualmente por el público, a pesar de que en él se combinan arquitectura, pintura, escultura y pasión por la antigüedad.

La celebridad de los Farnesio se inició en el año 1534, cuando el cardenal Alejandro fue elegido Papa con el nombre de Pablo III. Príncipe de la Contrarreforma y mecenas renacentista, ordenó la construcción del palacio a Antonio Sangallo en 1515, pero, a la muerte de éste, fue Miguel Ángel quien en 1546 asumió la dirección de las obras.

Miguel Ángel fue autor de la imponente cornisa superior y del elegante patio interior, junto a Sangallo y Jacopo Vignola.

A la muerte de Pablo III, quien tuvo cuatro hijos con una mujer de nombre desconocido, fue Vignola el encargado de rematar el palacio bajo la dirección de Giacomo della Porta en 1589.

Casi un siglo, pues, para construir el llamado «dado Farnesio» por su forma de cubo, su austeridad, grandeza y sobriedad, un palacio que acogió cenáculos y tertulias de artistas, de escritores y amantes de la Roma del Cinquecento.

Todo ello impregna la muestra, en la que los pasos llevan al visitante a la Sala de los Emperadores y de los Filósofos, decorada con frescos de Taddeo Zuccari y Francesco Salviati para reivindicar los orígenes romanos de los Farnesio.

Las famosas estatuas de los «prisioneros dacios» han recuperado su puesto al lado de los grandes portones del Gran Salón. El regreso de estas obras antiguas ha sido posible gracias a los préstamos del Museo Arqueológico de Nápoles, según explicó el comisario de la exposición, Roberto Cecchi.

Una de las sorpresas que depara la muestra es la recolocación en forma virtual de las imponentes siluetas de Hércules Farnesio y Hércules Latino en su lugar original en el patio, además del Toro Farnesio junto a la monumental estatua de Apolo, conocido en la época como Roma Triumphans.

Una de la joyas expuestas es el «studiolo», rarísimo mueble renacentista realizado exclusivamente por maestros romanos para conservar la colección de monedas de los Farnesio.

También los cuadros han sido colgados en las paredes de la galería nordeste, como el «Retrato del Papa Pablo III», de Tiziano, y «Cristo y la Cananea», que Aníbal Carracci pintó para la capilla privada de Eduardo Farnesio. Ambos cuelgan junto a las obras de Del Piombo, Carracci y El Greco, testimonios mudos de la espectacular colección de los Farnesio.

Tanto Pablo III con sus nietos Ranuccio y Eduardo reunieron una magnifica colección de arte, pero, gracias a la última Farnesio, el palacio pasó a España.

Isabel de Farnesio contrajo matrimonio en 1714 con Felipe V de España, y su hijo Carlos III de Borbón, que fue rey de Nápoles desde 1735, heredó los bienes de la familia.

Sin embargo, Francia aparece en la historia del palacio en alquileres a los Borbones, hasta que en 1911 ese Estado compra el inmueble y lo vende a Italia en 1936, aunque con una cláusula por la que se pone el Farnesio a disposición de Francia durante 99 años y, a cambio, Francia cede por el mismo período el hotel de La Rochefoucauld- Doudeauville, sede de la embajada de Italia en París.

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