El Abanico.- Balenciaga tiene su templo en Guetaria.

MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Cuando hace diez años los miembros del Patronato pusieron la primera piedra de lo que se convertiría en el Museo Balenciaga nadie pensó en las dificultades con las que se iban a encontrar sus patrocinadores antes de que este viera la luz. Entre otras, una malísima gestión económica que hizo peligrar la obra emprendida y que puso en peligro de extinción parte de las colecciones que habían sido donadas por algunas de las clientas más famosas del gran modisto vasco. De ahí el retraso de tanto tiempo, inauguración que por fin se llevó a cabo el pasado martes en Guetaria, y que contó con la presencia de la Reina Sofía, de la ministra de Cultura, Angeles González-Sinde, de Jaime de Marichalar, de Beatriz de Orleáns, de Nati Abascal, de José Campos y de Carmen Martínez Bordiu, que fue junto con Sonsoles Díaz de Rivera, las únicas que lucieron trajes del maestro, convertidos hoy en obras de arte de gran valor.

Con este Museo se consigue salvaguardar la obra y la memoria de ese gran artista vasco, de cuyas fuentes han bebido la mayoría de los diseñadores actuales, entre otros Hubert de Givenchy, Oscar de la Renta, Elio Beranger, Pedro del Hierro, Hannibal Laguna, Modesto Lomba, Amaya Urzuaga y Fernando Lemoniz. Muchos de los cuales pudieron contemplar in situ los 90 trajes expuestos en Guetaria y que sorprenden por su modernidad. No hay que olvidar que Balenciaga fue un adelantado a su tiempo, que murió demasiado joven, pero a quien dio tiempo a saborear el reconocimiento y el triunfo que da el trabajo bien hecho.

Para quienes no recuerden a Cristóbal Balenciaga, sólo decirles que era guapo, elegante, tan meticuloso que son famosas las costuras de sus trajes, a las que mucha gente no presta atención cuando va a comprar una prenda pero que para él eran parte de su seña de identidad. Solo por ver el traje de novia de Fabiola de Mora y Aragón -la primera que se televisó en directo en nuestro país-, merece la pena visitar el museo, que casualidades de la vida se ha construido junto a la casona familiar de la reina belga. Pero no quiero terminar esta crónica sin mencionar a Sonsoles Diez de Rivera, por su abnegación, por su esfuerzo de todos estos años por mantener viva la llama de Balenciaga. A Ella pertenecen muchos de los trajes expuestos en Guetaria, que merecen ser admirados porque forman parte ya de la historia de nuestro país.

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