Las obras de los grandes maestros del siglo XX del Museo Hermitage, de San Petersburgo, cuelgan ya de las paredes de la sala con la que finalizará el recorrido por la exposición «El Hermitage en el Prado».
Picasso y Matisse son el centro de este espacio concebido como un pequeño museo en el que es posible apreciar los movimientos más destacados que se produjeron en el pasado siglo.
La exposición, que inaugurarán los reyes el próximo día 7, estará formada por casi noventa obras de las célebres colecciones de pintura, dibujo y escultura del museo ruso, así como por una cantidad similar de piezas procedentes de sus extensas colecciones arqueológicas y de artes decorativas.
Desde su apertura al público el día 8, la muestra podrá visitarse todos los días de la semana, gracias a la iniciativa aprobada ayer por el Patronato del Prado según la cual el museo solo cerrará los días Navidad, Año Nuevo y 1 de mayo. Aunque esta medida se pondrá en marcha a partir del 16 de enero del próximo año con carácter general, la exposición del Hermitage se beneficiará de ella.
En la sala dedicada a los maestros del siglo XX es fundamental la labor que realizaron dos coleccionistas rusos, Sergei Shchukin e Ivan Morosov, quienes fueron «los primeros en comprar obras de Matisse y de Picasso», comentó a Efe Carmen Giménez, comisaria de arte del siglo XX del Guggenheim de Nueva York y patrona del Museo del Prado.
«Estos coleccionistas -añadió- marcaron la colección del Hermitage. Compraron las obras más grandes de aquellos años de estos artistas. Matisse casi no hubiera podido ni pintar estos cuadros si no hubiera tenido a Shchukin, pues no tenía dinero».
La selección de obras realizada para esta sala por el comisario Mikhail Piotrovsky se centra en Picasso y Matisse, además de en dos grandes artistas rusos Malevich y Kandinsky.
Como hilo conductor entre lo que se expone en la planta baja y esta sala, situada en el primer piso de la ampliación del museo, se han situado las obras de Caspar David Friedrich, quien, en opinión de Carmen Giménez, conlleva la «modernidad», y Renoir, que influyó «tanto en Picasso».
En este pequeño museo, «entramos en el impresionismo con Monet, Renoir, Gauguin y también Rousseau, que pertenece ya al siglo XX. Tenemos también a Rodin, que aunque es del XIX es el primer escultor que trae el modernismo», indicó Giménez, asesora del museo.
Completan este espacio la gran escultura de Beethoven realizada por Bourdelle, escultor del XIX que muere en el XX, así como la del gran artista expresionista alemán Franz von Stuck.
A ellos se une Cézanne, quien, recordó la asesora del museo, inspiró tanto a Picasso y a Matisse.
En opinión de Carmen Giménez, la selección permite apreciar «lo grandes que son Matisse y Picasso y contemplar sus diferencias».
Para la experta la diferencia más significativa entre ambos artistas es que mientras Picasso introduce «el cubismo y transforma el siglo» Matisse representa «el sentido del color».
«La Conversación» es uno de los grandes cuadros de Matisse que se exhiben. «Es una obra maravillosa que rara vez se presta y que nunca había venido a España», subrayó Giménez.
Giménez destacó asimismo «La bebedora de absenta», que calificó como interesante al marcar el principio del cubismo.
Como «extraordinaria y muy interesante» tildó también la pintura «Mujer sentada», posterior a «Las señoritas de Avignon», así como el cuadro cubista sintético «Mesita en un café», de 1913, y «Niño con un perro» que pertenece a la serie de la familia de los saltimbanquis.
«Mujer con sombrero negro» de Kees van Dongen une las obras de Picasso y Matisse, en un recorrido que finaliza con «Cuadrado negro» de Malevich, artista con el que se inicia la abstracción.
Junto a esta pieza se muestra «Composición VI», de Kandinsky «que representa la abstracción expresionista», en opinión de Carmen Giménez.
Completan esta sala pinturas de Zuloaga, André Derain, Chaim Soutine, Giorgio Morandi, Sonia Delaunay y Fernand Léger.
