Las novedades atañen tanto al discurso expositivo como a la incorporación de obras
La renovación de la colección permanente del Museo Reina Sofía avanza procelosamente por las aguas del arte contemporáneo, y ahora vuelve sobre sus pasos, revisando el tramo segundo, el titulado ‘La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945–1968)’.
Se amplia el espacio dedicado a los realismos, se abre una nueva sala sobre la fotografía neorrealista española de los años 50 y 60), se agiganta la proyección de Val del Omar, se incluye el valioso depósito de siete obras de Claes Oldenburg, y se imprime más tinte antifranquista al período con trabajos de Joan Rabascall, Eduardo Arroyo, Equipo Crónica o Juan Genovés.
La presentación a los medios de comunicación fue caótica, como demuestran la mayor parte de las reseñas publicadas, que no encuadran esta ‘renovación de la renovación’ en su justo lugar dentro de la colección. ¿Ha perdido el rumbo el MNACR, mareamos la perdiz en el inmenso caserón de Atocha?
Hace justamente tres años se presentó el nuevo despliegue de la colección permanente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, reorganizada en 7.500 metros cuadrados donde exponer un millar de obras, de las que la mitad -entre adquisiciones y fondos no exhibidos- no se habían mostrado nunca. El nuevo director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), Manuel Borja-Villel, cumplía así su primer año en el cargo. Esta es su descripción oficial.
El pasado noviembre fue la presentación del tercer tramo. El segundo tramo había sido inaugurado un año antes por la Reina Sofía en el 20º aniversario del Museo.
Ahora vuelven a producirse cambios en este tramo segundo de los tres en que está dividida. Las novedades atañen tanto al discurso expositivo como a la incorporación de obras poco expuestas anteriormente de Villalba, Guston, Dian Arbus, Vostell o Kitaj, o medio centenar de recientes compras, daciones o depósitos, entre los que figuran las firmas de Télémaque, Rabascall, Martial Raysse, Richard Hamilton o el ya citado Oldenburg. El Reina y su actual director prosiguen con su propuesta de revalorización de la figura de José Val del Omar (Granada 1904 – Madrid 1982), iniciada con la retrospectiva de octubre de 2010 “Desbordamiento de Val del Omar”. En su incorporación a la colección permanente destaca una reconstrucción de su refugio al final de su vida, el laboratorio »Picto Lumínico Audio Tactil», una ‘instalación’ más jugosa que la mayoría de las que se exhiben habitualmente.
El nuevo despliegue potencia la presencia de películas, libros y revistas que documentan la época, como La Codorniz española y Life norteamericano. Incluye una selección de arte militante del Mayo del 68 parisino y destaca por encima de todo la presencia de Val del Omar y el protagonismo de Eduardo Arroyo en el centro neurálgico del tramo con sus dos obras probablemente más famosas, los cuatro óleos de cuatro dictadores -¿quién es quién?- y el políptico de ocho piezas firmado junto a sus colegas y amigos Aillaud y Recalcati ‘Vivir y dejar morir o el fin trágico de Marcel Duchamp’ (1965). Arroyo que hoy ha protagonizado la presentación de la colección explicando prolijamente la historia de esta obra, cerró precisamente ayer ‘Bazar Arroyo’, una muestra eclécticas de sus trabajos en el vecino Círculo de Bellas Artes. No se puede aspirar a disponer de más influencia institucional en nuestros días.
En las salas dedicadas a los Realismos se ha incluido el de corte expresionista heredero del informalismo, combinando obra nacional e internacional de autores como Bacon, Guston, Villalba, Kitaj o Gordillo. La figuración política española tiene ahora como decimos mayor representación, tras la adquisición de la serie “Spain is Different” de Joan Rabascall y la instalación de otros trabajos representativos de este momento, como los de Eduardo Arroyo, Equipo Crónica o Juan Genovés.
Importante destacar el valioso depósito de siete obras de Claes Oldenburg, realizado por la colección Sonnabend, de Nueva York, que se podrán ver por primera vez en el Museo y que, junto a la obra de Rauschenberg, ofrecen una nueva visión del arte americano de principios de los 60 anteriormente no representado en la colección. Junto a ello, se expone la emblemática obra de Vostell 6 TV Dé-Coll/age (1963).
Otra de las novedades radica en el montaje de una nueva sala dedicada a la fotografía neorrealista española que reúne el mayor número de fotógrafos españoles de los años 50 y 60, algunos de cuyos trabajos son inéditos en el museo: por ejemplo la serie “Neutral corner” de Ramón Masats, o las fotografías de Gabriel Cualladó, y Oriol Maspons, por citar sólo algunos nombres. Este espacio se ha puesto en relación con la sala dedicada a Antonio López y Carmen Laffón.
Asimismo, como homenaje al recientemente fallecido Cy Twombly su obra se ha puesto en relación con las experiencias radicales de Fontana a principios de los 60. Por último, la sala donde se exhibe la obra del artista argentino Alberto Greco cuenta con una nueva adquisición de un importante óleo realizado en España.
No nos quedaron claras las razones aducidas para estos recambios del cambio. Después de una etapa en la que parecía que el rompecabezas del MNCARS se solucionaba, que el laberinto cogía forma y que el minotauro tenía despacho, volvemos a temer por la coherencia de una de las instituciones esenciales de la cultura institucional española.
MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA
Colección Permanente. Tramo II. ¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945–1968)
4ª planta. Edificio Sabatini
En el nuevo planteamiento han participado:
Manuel Borja-Villel, director del Museo
Rosario Peiró, responsable del Área de Colecciones
Cristina Cámara, conservadora de Cine y Vídeo
Horacio Fernández, historiador del arte y crítico de fotografía.