'No doy mensajes, sólo creo lugares donde se pueda pensar y llegar a uno mismo', nos dijo en la presentación de la muestra
Esta mujer tiene un aspecto dulce y recatado que en nada anuncia una forzada obrera de trabajos enormes, una forjadora de estructuras con fibrocemento y resina, de enrejados de aluminio y hierro, de creaciones que son corredores y pozos, reductos esquinados y colgantes, laberintos sin salida, acequias mágicas que brotan del suelo. El Museo Reina Sofía presenta la gran retrospectiva de su vida, un jalón a sumar a su presencia en 1993 en la colectiva de Amberes y en el pabellón español de la Bienal de Venecia, a la exposición individual que la dedicó el Guggenheim en 1997, y ya iniciado este siglo lo que supuso su obra más emblemática, las puertas de la ampliación del Museo del Prado. En un despliegue fabuloso se muestra una alegoría insinuante de una obra que nunca podrá exponerse conjuntamente, por estar destinada en gran parte a embellecer ambientes públicos al aire libre.
Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) presenta cincuenta piezas desde los inicios de su carrera a mediados de la década de los ochenta hasta la actualidad. A través de treinta esculturas, algunas de ellas de más de nueve metros de longitud, realizadas en muy diversos materiales (bronce, hierro, cemento, cristal, hormigón…) y sin proponer un recorrido estrictamente cronológico, la exposición quiere subrayar aquellos aspectos sobre los que se fundamenta el trabajo de Iglesias, que permiten comprender tanto la orgánica evolución de su lenguaje, como la maduración de su concepto del espacio y de la práctica escultórica a lo largo de estos años.
La comisaria de la exposición, Lynne Cooke, hasta el año pasado subdirectora del Reina Sofía, ha planteado un recorrido más temático y sensorial que cronológico, para que cuando el visitante atraviesa las salas, se vea incitado a habitar, deambular por los diferentes caminos y pasadizos que configuran las obras. Esta experiencia laberíntica se ve amplificada por los efectos de luz, por los claroscuros que potencian la propia configuración de las piezas, y por las distintas sombras que se dibujan en el suelo, formando una falsa duplicidad. Ha sacado provecho del edificio Sabatini jugando con la luz, el espacio y la arquitectura. Prácticamente todas las ventanas de la sala A1, en el antiguo edificio del Museo, se han abierto para que entre la luz natural y situar al visitante en el espacio. Además, a través de un inmenso cristal, se ha mantenido la puerta que comunica las salas con el jardín otorgando al espacio luz y profundidad.
En el inicio del recorrido, una de las primeras piezas que sorprende al espectador es ‘Techo suspendido inclinado, 1997’. Con nueve metros de largo por seis de ancho, esta obra transforma de manera sorprendente el espacio. Le siguen las conocidas celosías donde se puede percibir una influencia de las formas talladas de la arquitectura árabe. ‘Celosía À rebours [contra natura], 2006’; ‘Impressions d’Afrique II [Impresiones de África II], 2002’; y ‘Santa Fe I y II, 2006’ son algunos de los trabajos expuestos. En estas piezas la artista escribe fragmentos -recogidos en el catálogo- de sus lecturas favoritas de Beckford, J.K Huysmans o Roussel, unas mil y una noches infinitas. Estas obras conectan con tres corredores suspendidos: ‘Corredor suspendido I, II y III, 2006’, que se exhiben en la sala contigua y que, al igual que las celosías, exhiben fragmentos de obras, esta vez de Ballard.
En ‘Vers la terre [Hacia la tierra] 2011’, el agua es un elemento escultórico más y establece un vínculo con el jardín y con los diferentes Pozos que allí se presentan. La fascinación de Iglesias por el agua rememora de nuevo la tradición musulmana y las construcciones árabes con sus jardines y sus fuentes. El agua, mediante el fenómeno de la erosión, aporta fluidez y transparencia y sirve para asentar su consideración de la escultura como un arte de metamorfosis y transiciones, más que como una forma única y absoluta. Tres de sus ‘Pozos, 2011’ están instalados en el jardín de Sabatini. Realizados con un exterior de granito negro, al aproximarse y mirar dentro se descubren formas vegetales, hojas, raíces, barro, que permiten que el agua discurra y provoque distintos sonidos según la intensidad del caudal. Estas son las obras más recientes y nunca se han mostrado con anterioridad en España. La pieza ‘Towards the Bottom [Hacia el fondo] 2009’, ya en las salas, cierra esta serie de esculturas donde el agua tiene una importancia crucial.
Las plantas y árboles del jardín del Museo sirven de vínculo con las piezas de Iglesias con motivos vegetales presentes en las salas. El visitante podrá percibir la exuberante vegetación que despliegan los muros y pasillos de ‘Habitación vegetal II, 2005’, o ‘Habitación de eucalipto, 1994-1997’. A este respecto, Lynne Cooke señala: “en la obra de Iglesias, el mundo vegetal rico, envolvente, al que se accede a través de una senda laberíntica, más adecuada para el espectador solitario, se convierte en un refugio exótico, un lugar aislado”.
Las esculturas más tempranas, realizadas en las décadas de los ochenta y noventa, también están presentes en la muestra. Estas piezas, de dimensiones más reducidas, se caracterizan por la mezcla de materiales tales como alabastro, tapiz, cristal, hormigón o aluminio. Obras como ‘Habitación de alabastro, 1993’; ‘Sin título, Venecia I y II, 1993’, son algunos ejemplos expuestos. La elección del vidrio y el alabastro como materiales para sus obras, constituyó a finales de los años ochenta, un primer paso de ruptura con la escultura más convencional. Estos materiales dotan a las piezas de mayor trasparencia. Lynne Cooke afirma: “las obras con pequeños vidrios coloreados
y las esculturas de alabastro se aprecian mejor en salas iluminadas con luz natural. Los paneles translúcidos filtran la luz solar y demarcan un espacio sutilmente luminoso, apenas perceptible pero visceralmente palpable, un territorio fugaz e intangible”.
‘Cristina Iglesias: Metonimia’ presenta también una panorámica selección de sus serigrafías en cobre y seda. Estas obras parecen estar impresas en fotografías de instalaciones reales, cuando en realidad representan modelos en miniatura de los trabajos escultóricos de Iglesias, creando una ilusión de profundidad espacial.
La exposición dedica un remanso documental a las numerosas intervenciones que Cristina Iglesias ha realizado a lo largo de los años en espacios públicos y que se recogen a través de la serie de películas llamadas Guided Tour [Visita guiada], que incluyen Deep Fountain [Fuente profunda], obra inaugurada en 2006 en una plaza de Amberes, o Estancias sumergidas, realizada en 2010 en el fondo marino de una reserva natural situada en el litoral de Baja California Sur (México). Por último, dos maquetas de su futuro proyecto en la ciudad de Toledo, en una antigua torre de aguas y en la plaza del Ayuntamiento, cierran la muestra.
La escultura de Iglesias quiere ser ligera, huye de rigideces compactas, se diluye entre luces y sombras, ocupa ángulos, se abre en hendiduras. Sus últimos pasos la llevan hacia pozos y acequias pobladas de vegetación metálica, habitados por el permanente fluir del agua, poblados de sus evocadores murmullos. Nadie se atreverá a decir que es una escultura femenina, sutil y grácil, ligera y graciosa. Pero la comparación con su paisano Oteiza no deja de ser ocurrente en este sentido. Ciertamente en las últimas décadas ha aparecido toda una generación de instaladores y escultores que confluyen a un espacio común entre los géneros, empeñados en cuadrar el círculo de lo duro y lo blando, lo macizo y lo frágil. Cristina Iglesias construye colosos alados, gigantes bailarines, estructuras que han evolucionado del hormigón a la resina. Y todo lo contrapresta con florestas de hierro forjado. Modifica el orden del mundo para introducir buenos deseos y bellos mensajes de entereza. Esta es la secreta metonimia con la que se expresa.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo: 8
Acceso multimedia: n/s
Documentación para los medios: 8
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
‘Cristina Iglesias. Metonimia’
5 de febrero – 13 de mayo de 2013
COMISARIA: Lynne Cooke
COORDINACIÓN: Cristina Guerras
Actividades paralelas:
–Políptico
El Museo ha propuesto a los alumnos de Bachillerato Artístico y Escuelas de Arte, la participación en un proyecto que les permitirá adentrarse en el proceso de trabajo de Cristina Iglesias a través de varias actividades: encuentro-entrevista con la propia artista, visita a la exposición y taller de creación. Los alumnos y el profesor del grupo participante, trabajarán junto a las educadoras del Museo durante cuatro sesiones, que
se desarrollarán tanto en el museo como en el centro escolar.
Destinatarios: alumnos de Bachillerato Artístico y de Escuelas de Arte. Días: 4 sesiones (del 5 de febrero al 13 de mayo de 2013)
–Laberinto arqui-lectura. Taller para jóvenes
Para adentrarse en la obra de Cristina Iglesias, el taller propone a los jóvenes una visita sensorial por la exposición. A través de pasadizos con paredes vegetales, arquitecturas irreales, habitaciones suspendidas y paredes con mensajes ocultos, los
participantes conocerán los lugares extraños e inesperados de la creadora. Destinatarios: Jóvenes de 13 a 18 años
Fechas y horario:
Días 2 y 16 de marzo 16.30 tarde
Días 9 de marzo y 13 de abril, 11.30 mañana
Días 20 y 27 de abril, 16.30 tarde.