'Soy apenas accesible pues habito entre los muertos y también entre los que aún no han nacido, bien lejos de ser nunca suficientemente próximo'
Paul Klee (1879-1940) es uno de los grandes nombres de la pintura del siglo XX, un cruce inclasificable de corrientes e influencias, con componentes del surrealismo, el expresionismo y la abstracción, uno de los integrantes de Die Blaue Vier (Los Cuatro Azules) junto a Kandinski, Feininger y Jawlensky. Entre 1921 y 1931 dio clases en la Bauhaus, la escuela para diseñadores fundada por Walter Gropius. De esa década dejó casi 4000 páginas manuscritas con sus reflexiones e investigaciones teórico-prácticas. Es lo que se conoce como su ‘legado pedagógico’ y por primera vez ha sido publicado y estudiado en su totalidad. Ello motiva y fundamenta la última propuesta de la Fundación Juan March, ‘Paul Klee: maestro de la Bauhaus’, con 137 obras entre pinturas, acuarelas y dibujos no solamente de esta década sino de toda su trayectoria, junto a una selección de un centenar de documentos de ese legado. Una propuesta muy seria, que exige un plus de compromiso por parte del visitante.
‘Meister’ Klee insistía en sus clases en que lo importante era el proceso, no el resultado. Insistía en el movimiento, en el devenir sobre la quietud, sobre la estabilidad. Decía que el camino emprendido por el artista configuraba la forma de sus obras, algo parecido a aquello de que ‘el medio es el mensaje’ que MacLuhan formulara cuando los medios de comunicación se irguieron como los maestros del mundo. A sus alumnos les transmitió que cada uno tiene su camino y que el camino del profesor no debe copiarse. Y escribía que el arte es un error en el Sistema que no se puede enseñar, que lo que él enseñaba no se basaba en su propia manera de hacer arte, porque esta era intuición pura.
En la Bauhaus, Klee tuvo numerosos problemas y malentendidos que la exposición no aborda. En su intento de trasponer sus impulsos irracionales a la esfera de lo lógico, pues la Bauhaus era exageradamente racionalista, no quedó satisfecho del todo. La idea ahora plasmada de abarcar el tan pomposamente llamado ‘legado pedagógico’ de Klee echó a andar en junio de 2009, cuando el Zentrum Paul Klee de Berna acometió la edición crítica completa esperando detectar la clave de sus teorías, la llave de la comprensión de un pintor que era además de un creador incansable, un intelectual de profundos conocimientos y un teórico que aplicaba al arte métodos científicos.
Ya en 1981 la Fundación Juan March había dedicado una exposición al artista suizo, la segunda en España tras la de 1972 en el Palacio de la Virreina en Barcelona y el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid. Después Klee ha protagonizado siete exposiciones más en nuestro país en las últimas cuatro décadas, una frecuencia a tono con la internacional, lo que da idea de la influencia que aún conserva.
¿Por qué Klee de nuevo? La Fundación justifica la pertinencia y la oportunidad de esta exposición en no tratarse de una aproximación “temática” sino “estructural”, fundamentada en la atención primordial a un rasgo esencial, un factor que afecta a toda su obra, decisivo para entender de un modo nuevo su teoría y su práctica artística. ¿Cuál es ese rasgo, ese factor? Que nadie espere una respuesta. Ni la obra expuesta ni los objetos y documentos que la contextualizan -fotografías de época, lecturas, publicaciones- permiten comprender con claridad los vínculos entre su teoría y su práctica artística. Tampoco podrían hacerlo el centenar de documentos expuestos procedentes del legado pedagógico, con sus reflexiones e investigaciones teórico-prácticas repletas de llamativos diagramas, esquemas, tablas, escalas de color, construcciones y dibujos en torno a la forma pictórica, sus regularidades, sus normas y su génesis; a la geometría, el plano y el volumen; al movimiento, las estructuras de la naturaleza y las de los artificios, las configuraciones plásticas, el ritmo o el color: un arcano escrito en alemán cuya presencia es meramente testimonial.
Estaríamos ante ‘un conjunto de reflexiones sobre la vida de las formas sin el que no pueden entenderse de manera concluyente ni la teoría del arte ni el propio hacer artístico de Klee’, -nos dicen los responsables de la Fundación- pero tardará aún en madurar en conclusiones accesibles al público y a la prensa especializada. En las relaciones entre la obra y la enseñanza de Klee, vienen trabajando Fabienne Eggelhöffer y Marianne Keller en paralelo al estudio, transcripción y edición crítica que han llevado a cabo. Han creado la página www.kleegestaltungslehre.zpk.org, que desde el pasado agosto permite acceder libremente a la base de datos que contiene todos los facsímiles y transcripciones de los textos. Pero durante los diez años que Klee dió clases dejó escritas más de 3900 páginas con notas que denominó, en su conjunto, “Teoría de la configuración pictórica”. Algo que sintetizar y resumir, necesitará aún ingentes esfuerzos.
Se nos explica que ese cúmulo gigantesco de anotaciones para la enseñanza no es una suerte de archivo de dibujos preparatorios o un reservorio de bocetos de los que Klee se sirviera para sus obras. De hecho –a diferencia de exposiciones anteriores sobre el asunto y de determinadas ediciones parciales de estos escritos de Klee–, esta exposición y el catálogo que la acompaña renuncian a establecer relaciones causales excesivamente rígidas entre el corpus “teórico” de Klee y sus obras. Se han evitado las que podrían establecerse a partir de determinados parecidos formales o basándose en un análisis centrado en exceso en la similitud de “motivos” entre determinadas obras y determinadas notas.
Sin embargo se nos explica también que es obvio que la reflexión, la actividad docente y la práctica artística no eran compartimentos estancos para Klee. De ahí que su teoría y su práctica artística se rocen de continuo y se hagan eco mutuamente, como cuando, por ejemplo, en sus dibujos de construcciones geométricas se le ve jugando libremente con los mismos procesos de configuración que recogen sus notas. Por tanto, entre las obras y las notas de Klee hay un “eco” recíproco y, consideradas al unísono, obras y reflexiones forman una especie de “caja de resonancia plástica” que en el espacio de la exposición se haría tridimensional y en el catálogo se presenta organizada estructural y temáticamente. Las obras de Klee están organizadas, tanto en la exposición como en el catálogo, en torno a cinco temas –el color, el ritmo, la naturaleza, la construcción y el movimiento– que ordenarían la mirada en el amplio universo plástico de un artista tan complejo.
Lo cierto es que uno queda insatisfecho, con la sensación indeleble de no haber penetrado en el secreto de este artista tan particular, cuya obra su mismo hijo definió como ‘enigmática’ y que a los historiadores del arte les deja también sin palabras claras para explicárnosla. Para Tapiès, tras la Bauhaus Klee se hará más espiritual, capaz de proporcionar una nueva orientación que las religiones ya no pueden dar. En su epitafio figura una frase extraída de sus diarios que viene a decir: ‘Soy apenas accesible pues habito entre los muertos y también entre los que aún no han nacido, bien lejos de ser nunca suficientemente próximo’.
Paul Klee apela siempre al intelecto, y frente al hermetismo de su obra se obtiene ayuda incidental en sus poéticos títulos. Nada más lejos de su obra que inspirar emoción o subyugar con belleza. Sus cuadros son matemáticos o musicales, nunca vehementes o pasionales. Representa la mayor coherencia posible en la abstracción con el mínimo de concesiones al que intenta comprenderle. Gran teórico y gran práctico vivió consagrado a su fría obsesión. Todavía nos estamos preguntando qué buscaba, qué preguntaba y qué respondía.
El Zentrum Paul Klee de Berna se inauguró en 2005 y posee la más grande colección de obras suyas, unos cuatro mil cuadros, lo que da idea de su inmensa producción en su relativamente corta carrera, calculada en diez mil óleos y casi cinco mil dibujos, con un deseo malogrado presidiéndolo todo: que cada obra, cada cuadro, debía ser un organismos vivo, como las plantas y los animales. ¿Son organismos vivo sus pinturas? El profesor Paul Klee nos ayuda muy poco en penetrar en la obra del pintor Paul Klee.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 6
Despliegue: 7
Comisariado: 6
Catálogo: 7
Actividades compldmentarias: 9
Programa de mano: 8
Documentación para los medios: 8
Fundación Juan March
‘PAUL KLEE: MAESTRO DE LA BAUHAUS’
Del 22 de marzo hasta el 30 de junio
Comisarias invitadas: Fabienne Eggelhöffer y Marianne Keller
Catálogo, en edición española e inglesa (con versiones para e-book)
Actividades complementarias:
-EL UNIVERSO MUSICAL DE PAUL KLEE
El viernes 22 de marzo, en el concierto inaugural, ‘Klee, el pintor violinista’, la violinista Lina Tur y el pianista Kennedy Moretti ofrecen una sonata de Bach y otra de Brahms.
El 3 de abril, ‘Klee y la música de la Bauhaus’, el pianista Alexander Kandelaki interpreta obras de Mozart, Béla Bartók, Bach y Paul Hindemith.
El 10 de abril, ‘En el estudio’, el Cuarteto Mosaïques y Raphaël Pidoux, violonchelo, con obras de Mozart y Schubert.
El 17 de abril, ‘Klee y Lily’, música doméstica, Leticia Moreno, violín, y Graham Jackson, piano, con obras de Brahms, Bach, Beethoven y Franck.
El 24 de abril, ‘En el espíritu de Klee’, el Ensemble Paul Klee, con dirección de Kaspar Zehnder, ofrece obras de Erwin Schulhoff, Beethoven, Leos Janácek, Onute Narbuaite, Elliot Carter, Haydn y Bohuslav Martinú.
-KLEE, UN MAESTRO
El martes 2 de abril: Luis Fernández-Galiano, El tiempo de la Bauhaus.
El jueves 4 de abril: José Jiménez, Paul Klee: el equilibrista de lo visible.
-En proyecto, traducciones al español y al inglés, en ediciones semifacsímiles, de sus Beiträge zur bildnerischen Formlehre (“Aportaciones a una teoría de la forma pictórica [Notas de clase]”), los apuntes para sus clases elaborados en 1921-22 y hasta ahora inéditos en ambas lenguas.