Por primera vez no llegaron sólo turistas sino también obras de arte. Y es que en el marco del Año Dual España-Japón desde el 12 de junio se exhibirá en la Galería Central, escoltando al gran retrato ecuestre de Carlos V de Tiziano, dos biombos pertenecientes a la Escuela Rimpa de los siglos XVII y XVIII enviados desde Tokio: ‘Grulla y ciervo’ y ‘Plantas y flores de las Cuatro estaciones junto a un arroyo’, lo más preciado en Japón en épocas cuando aquí se imponían Luca Giordano y Goya respectivamente. Para acompañar a los dos ilustres visitantes, en el edificio Villanueva se expondrá por primera vez al público una selección de 26 estampas japonesas de los siglos XVIII y XIX que pertenecen a las colecciones del propio Museo. Apenas un esbozo de un arte tan lejano, el ‘Ukiyo-e’, término que significa algo así como ‘imágenes de un mundo flotante’. El Príncipe Heredero Naruhito, en viaje oficial a España, inaugurará mañana la pequeña, sutil y recoleta muestra.
Dos espacios y una presencia que nos hubiera gustado más amplia, que sabe a menos que aperitivo, pero que se debe a las duras restricciones de presupuesto. Una pequeña sala que imita los tradicionales interiores japoneses, de colores suaves, con detalles de madera y papel, hospeda la selección de 26 estampas japonesas de los siglos XVIII y XIX, una muestra representativa de las diferentes técnicas y tipologías del arte japonés que atesoran las colecciones del Prado y que desde 1936 no habían salido de las cajas donde estaban almacenadas. Subiendo las escalinatas, y en el corazón del Museo, escoltado de ‘rubens’, vigilado por ‘grecos’, con La Familia de Carlos IV al fondo y Las Meninas casi enfrente, los dos biombos de la Escuela Rimpa que se extiende durante prácticamente la totalidad del periodo Edo (1603-1868), marcan la enorme diferencia de culturas en un momento que coincide con el aislamiento total de Japón respecto a las influencias exteriores.
El primero de ellos, Grulla y ciervo, procedente del Museo de Arte Seikado Bunko deTokio, es una obra relevante de Ogata Kōrin (1658-1716), uno de los pintores más representativos de esta escuela durante el S. XVIII. Su obra fue especialmente original, ya que trabajó ajeno a toda influencia china o de otras culturas, y su arte muy apreciado por su colorismo excepcional y su técnica casi impresionista, con formas simples e idealizadas y un marcado desinterés por el realismo, tendiendo a la abstracción. Es una gran composición formada por un ciervo con un cerezo en flor y una grulla al lado de un arce mostrando así el paso circular de las estaciones, de la primavera al otoño.
El otro biombo es ‘Plantas y flores de las Cuatro estaciones junto a un arroyo’, procedente del Museo Nacional de Tokio, obra de Sakai Hōitsu, que fue admirador de Kōrin y conocido por imitar sus composiciones y su estilo. La pieza, formada por cuatro hojas en las que están pintadas unas corrientes de agua con plantas y flores que muestran el paso de las cuatro estaciones, se caracteriza por su realismo y un sentido muy refinado de la belleza utilizando colores vivos sin sombreado, y fue realizado cuando ya se había convertido el artista en monje budista.
En cuanto a la selección de estampas de los propios fondos del Museo, reflejan el paradigma cultural de las clases urbanas de la época, con escenas del teatro kabuki, geishas aquí y allá e ilustraciones de relatos, un imaginmario representativo de aquel país y aquella época. Hay ejemplos de meisho (guías urbanas y vistas de lugares
famosos), bijinga (elegantes retratos de cortesanas) y yakusha-e (retratos de teatro kabuki), sin olvidar una estampa de guerra que representa la rebelión de Hôgen, el retrato de una cortesana de Yoshiwara, paisajes típicos como la panorámica del lago Shinobazu de Chikanobu y hasta un tablero de Sugoroku, un juego de mesa similar al de la oca.
Sería en 1936 cuando el Museo Nacional de Arte Moderno de Madrid expusiera una colección de estampas japonesas que estaban de gira por Europa, y adquiriera veinte de ellas. En 1955 la colección se enriqueció con la compra de un nuevo conjunto de estampas procedentes de otra muestra organizada por la UNESCO. después llegarían algunas obras más procedentes de la colección Madrazo (2006) y la donación del coleccionista Antonio Correa (2007). Son un total de cincuenta estampas de las que se han seleccionado estas 26 que hoy se exponen. Nos preguntamos si no hubiera merecido la pena exponerlas todas.
Hermosísimos biombos, curiosas estampas, y un catálogo (17’50€) que es una auténtica joya para bibliófilos. El arte clásico japonés es un perfecto desconocido en nuestros lares. Hace 400 años una embajada de uno de los señores feudales japoneses visito al rey de España y al Papa para conseguir relaciones comerciales con la Nueva España. El samurai que la presidía se entrevistó con Felipe III en Madrid. Tardaron un año en atravesar dos océanos y fue el primer contacto. Nunca antes se había expuesto una obra japonesa en el Prado: que no pasen otros cuatro siglos.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 8
Comisariado: 7
Catálogo: 9
Folleto explicativo: 8
Actividades complementarias: 7
Museo del Prado
El arte japonés se presenta en el Prado
Del 12 de junio al 7 de julio de 2013,
Con el apoyo de Mitsubishi Corporation y Japan Tobacco Internacional (JTI)
-Conferencias
Miércoles 12 de junio a las 18.30 h., Dos biombos japoneses de la Escuela Rimpa, Tazawa Hiroyoshi, Museo Nacional de Tokyo, con traducción simultánea
Miércoles 19 de junio a las 18.30 h., Las estampas japonesas en el Museo del Prado, Ricard Bru, Doctor en Historia del Arte
-Itinerarios didácticos
(más información en www.museodelprado.es).