Cézanne, siempre Cézanne

El Thyssen reflexiona entre paisajes y bodegones sobre el 'padre' de las vanguardias

En tiempo de desolación, nunca hacer mudanza. El vaivén existente en la pintura de Paul Cézanne entre bodegones y paisajes, el ir y venir entre la naturaleza y el taller, el captar que los manteles de sus bodegones son como terrenos rurales, y que montañas y árboles en sus paisajes semejan objetos dispuestos ordenadamente para un bodegón, es el objetivo de esta ‘Cézanne Site / Non-site’, la propuesta invernal del Museo Thyssen-Bornemisza y su director Guillermo Solana, que ha reunido 58 pinturas del artista -49 óleos y 9 acuarelas- procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo.

El género dominante en la obra de Cézanne es el paisaje, que comprende la mitad de su producción total y que el pintor, como sus compañeros impresionistas, identifica con la práctica de la pintura al aire libre. Pero, a diferencia de los impresionistas, Cézanne otorga también una importancia decisiva a un género propio del taller: la naturaleza muerta. A lo largo de toda su carrera, cultiva paralelamente el paisaje y la naturaleza muerta, que encarnan respectivamente el encuentro directo con la naturaleza y el laboratorio de la composición. El subtítulo de la exposición, Site / Non-site, tomado del artista y teórico Robert Smithson, alude a esa dialéctica entre exterior e interior, entre la pintura al aire libre y el trabajo en el estudio.

Este profundo repaso a su trabajo, qie incluye muchas pbras suyas inéditas en nuestro país, se complementa y compara con 9 obras de otros artistas como Pissarro, Gauguin, Bernard, Derain, Braque, Dufy y Lhote. Se inicia con ‘Retrato de un desconocido’, la primera sección, que consta de un solo cuadro, el único retrato incluido en la exposición: el ‘Retrato de un campesino’, de la colección Thyssen-Bornemisza, uno de los últimos lienzos en que trabajó antes de su muerte. El rostro de este viejo campesino ha quedado sin pintar, como un hueco enigmático. Sabemos que Cézanne, cuando le faltaba uno de sus modelos, posaba a veces él mismo ante el espejo. ¿Se trata en realidad de un autorretrato indirecto del pintor?  El Retrato de un campesino está situado en la terraza del último estudio del pintor; entre el interior y el aire libre. Pero esa distinción se supera en el cuadro. La chaqueta azul se confunde a trozos con la vegetación verdiazul del jardín, igual que en esas vistas de la Sainte-Victoire donde montaña y cielo se comolementan. Desdibujando la frontera entre figura y fondo. Restaurando la continuidad entre el hombre y la naturaleza. 

La segunda sección -La curva del camino – se centra en los caminos y especialmente en la curva del camino. Cézanne fue un caminante incansable, que salía al campo a buscar sus motivos y recorría a pie, bajo el sol o la lluvia, los alrededores de Aix, escalando la montaña Sainte-Victoire con el morral a la espalda. Odiaba las carreteras modernas; prefería los caminos que se adaptan al paisaje, con sus cambios de punto de vista, con su expectación y sus sorpresas. Uno de los motivos más constantes en su obra es la curva del camino, que los paisajistas han utilizado tradicionalmente para atraer la mirada del espectador hacia el interior del cuadro. Pero en la pintura de Cézanne, esa entrada en el espacio pictórico se ve frustrada: bloqueada por unos árboles o unas rocas o por la misma topografía. Los caminos de Cézanne no van a ninguna parte. Incluso cuando divisamos el cielo al fondo, se parece más a una pared. 
 
Desnudos y árboles, la tercera sección, compara ambas cosas. Los cuadros de bañistas son el único sector de la creación cézanniana que no está pintado del natural, y por ello se han considerado siempre aparte. Pero al reinterpretarlos en el contexto de sus paisajes arbolados, sobre todo los pintados en el Jas de Bouffan, la casa de campo de la familia Cézanne, adquieren otro sentido. ¿Y si los desnudos sólo fueran una ensoñación suscitada por los árboles?, se pregunta el comisario. Los árboles poseen en Cézanne un valor antropomórfico. En las escenas de bañistas, árboles y desnudos se combinan íntimamente: una figura se esconde detrás de un árbol, o se abraza a él, o se recuesta sobre él; a veces el árbol parece surgir de un cuerpo. Otras veces, la figura humana de un cuadro es sustituida en otro por un árbol, inspirándose probablemente en las metamorfosis vegetales de la mitología clásica. 

El fantasma de la montaña Sainte-Victoire inspira la cuarta sala. Los bodegones de Cézanne están llenos de ecos de sus paisajes. Sobre todo de la montaña Sainte- Victoire, protagonista casi obsesiva de su pintura. En muchos de sus bodegones, el mantel sobre la mesa aparece ahuecado en forma de montaña, evocando la silueta familiar de la Sainte- Victoire. En la Naturaleza muerta con flores y frutas (c. 1890, Staatliche Museen zu Berlin, Nationalgalerie), la tensión entre el gran ramo de flores y el mantel que se levanta en diagonal encuentra su paralelo en el diálogo entre el pino y La montaña Sainte-Victoire (c. 1904, Cleveland Museum of Art). En las naturalezas muertas de Cézanne, manteles y cortinas irán cubriendo progresivamente la superficie de la mesa, las patas de la mesa y las paredes del estudio, hasta ocultarlas por completo. Hasta sepultar las coordenadas cartesianas del espacio interior, símbolo del control racional del artista, bajo la orografía de un paisaje.  

La quinta sala -Juego de construcciones- quiere demostrar que así como Cézanne convierte sus naturalezas muertas en paisajes, sus paisajes sin figuras y sin movimiento se transforman fácilmente en naturalezas muertas. Si en los bodegones de Cézanne la mesa quedaba enmascarada por las telas que simulaban un paisaje, en sus paisajes el pintor impone una estructura parecida a la superficie de una mesa: un primer plano vertical, un plano horizontal y otro plano vertical de fondo. Esta configuración en escalera, que empuja nuestra mirada hacia arriba y hacia el fondo, se desarrolla desde los paisajes de l’Estaque hasta las vistas de Gardanne. Esto tendrá una influencia decisiva en los primeros pasos del cubismo, representado en la exposición por algunas obras de Braque, Derain, Dufy y Lhote.

El reconocido canónicamente como padre de la pintura moderna ordenaba estructuralmente todo lo que veía en formas simples y planos de color, y sus pinceladas dicen que son fácilmente reconocibles. Dice la Wikipedia que Cézanne se esforzó por comprender y reflejar la complejidad de la percepción visual humana. Quería ofrecer una visión auténtica de la realidad, y para ello observa los objetos desde distintos puntos de vista, lo que le lleva a representarlos desde perspectivas diferentes simultáneamente. La obra de madurez de Cézanne muestra el desarrollo de un estilo de pintura solificado, casi arquitectónico. La intensidad de sus colores, unida al aparente rigor de la estructura compositiva, indican que, a pesar de la frecuente desesperación del propio artista, había sintetizado los elementos básicos de representación y expresividad de la pintura de un modo muy personal.

Estaba interesado en la simplificación de las formas en sus esencia geométrica: ‘Todo en la naturaleza se modela según la esfera, el cono, el cilindro. Hay que aprender a pintar sobre la base de estas figuras simples; después se podrá hacer todo lo que se quiera’, decía en 1904. Por ejemplo, un tronco de árbol puede concebirse como un cilindro, una cabeza humana como una esfera. Además, la atención concentrada con la que había registrado sus observaciones de la naturaleza dieron como resultado una profunda exploración de la visión binocular, pues vemos dos puntos de vista simultáneamente.

Aunque la última retrospectiva de Paul Cézanne en España fuera la del MEAC de 1984, nunca ha dejado de estar presente en la actividad expositiva nacional por una u otras razones. Hace justo un año la Fundación Mapfre presentaba ‘Impresionistas y postimpresionistas. El nacimiento del arte moderno. Obras maestras del Musée d’Orsay’, que dedicaba uno de sus siete apartados a ‘Cézanne y su influencia’, su importancia como nexo de unión entre el impresionismo y el postimpresionismo, exhibiendo algunas de sus obras más conocidas, como ‘La señora Cézanne’, dos importantes bodegones —Bodegón con cebollas y Manzanas y naranjas— y varios paisajes provenzales en torno al Château Noir, en los que abre camino al cubismo.

En este mismo Museo Thyssen-Bornemisza, Cézanne está siempre presente, evocado en exposiciones como las de Modigliani en 2008 o Pisarro el pasado año. En aquella muestra ‘Jardines impresionistas’ de 2010 se expuso ‘L’hermitage en Pontoise’ de 1881, obra que se ha vuelto a pedir de nuevo al Museum Wuppertal para esta ocasión. Y en 2007, el retrato de su esposa Hortense estuvo entre los 145 retratos de 60 artistas diferentes de la exposición ‘El espejo y la máscara. El retrato en el siglo de Picasso’, que el Thyssen con la Fundación Caja Madrid presentaron en un evento aún memorable.

Presencia también de Cézanne en ‘El Hermitage en el Prado‘ en 2011. Y en ‘Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes’ en Caixaforun en 2010. Y en el Museo Picasso de Barcelona cuando en 2007 incluyó varios paisajes de Cézanne dentro de la exposición dedicada a la colección personal de Pablo Picasso, una muestra vista antes en París (1978) y Múnich (1998) con un centenar de obras de artistas como Renoir, Rousseau, Braque o Matisse.

Cézanne,siempre Cézanne. Mientras sus colegas, encabezados por Monet y Renoir, iban conociendo el éxito, siguió siendo ignorado hasta 1895. Cuando Paul Cézanne murió en 1906 ya era reconocido como una figura crucial del arte moderno. Y el culto, bien aliemntado y nutrido, se mantiene un siglo después, hasta nuestros días.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 7
Comisariado: 7
Catálogo: 8
Documentación a los medios: 8
Programa de mano: 8

Museo Thyssen-Bornemisza
‘Cézanne Site / Non-site’
Del 4 febrero 2014 al 18 mayo 2014
Comisario: Guillermo Solana, director artístico del Museo 
Comisaria técnica: Paula Luengo, Área de Conservación
Número de obras: 67 pinturas (58 de Cézanne y 9 de otros artistas)
   
Paseo del Prado 8. 28014, Madrid
Horario: de martes a domingo, de 10.00 a 19.00 horas. Sábados, de 10.00 a 21.00
Tarifas: Exposición temporal: – Entrada general: 11 € – Entrada reducida: 7 €  

ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS 
Del 5 de marzo al 9 de abril de 2014, un ciclo de conferencias que correrá a cargo del equipo de conservadores del Museo; será los miércoles a las 17.30 horas en el salón de actos.
Y los días 8 y 9 de mayo, un simposio internacional, dirigido por Guillermo Solana, reunirá a diversos especialistas en la obra de Cézanne para debatir sobre las cuestiones planteadas en la exposición.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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