Miles de viajeros se detienen cada día unos minutos ante la fachada de la Universidad de Salamanca para contemplar su majestuosa decoración y, cómo no, buscar con curiosidad a la célebre rana que según la leyenda debían encontrar los estudiantes para aprobar. No suele faltar algún despistado, que incita a localizar aquí también a un astronauta. La figura compite en fama desde hace unos años con el batracio de piedra, pero fue esculpida a unas calles de allí. La segunda prueba de esta gynkana turística se encuentra en la Catedral Nueva de Salamanca, un templo levantado entre el siglo XVI y XVIII, adosado a la vieja catedral románica, según recoge Mónica Arrizabalaga en ABC.
¿Cómo es posible que exista un astronauta en un edificio que acabó de construirse en 1733? El anacronismo labrado en piedra no es obra de ningún viaje en el tiempo ni de ningún visionario del futuro. El cantero Miguel Romero esculpió el astronauta en la Puerta de Ramos durante la restauración llevada a cabo en 1993. «Siguiendo los criterios de evidenciar el momento histórico en el que un bien ha sido restaurado, fueron incorporados a la zona intervenida en 1993 una serie de elementos identificativos del tiempo, conjunto al que pertenece el ya famoso astronauta», explican desde la Catedral.