Poéticas de la democracia y poder del arte

El Reina presenta un balance artístico bastante desolador de los cuarenta últimos años

Poéticas de la democracia y poder del arte
Poéticas de la democracia/El poder del arte - Museo Reina Sofía

Al calor del 40 aniversario de la Constitución española, el Museo Reina Sofía presenta ‘Poéticas de la democracia. Imágenes y contra imágenes de la Transición’, una propuesta discreta que no consigue decirnos nada revelador de aquellos años. Un conjunto de tópicos que se completa con ‘El poder del arte’ obras de la colección del Museo que se exponen en el Congreso y en el Senado..

Desde hace una década el Museo trata de reivindicar experiencias artísticas ‘excluidas’ (poco valoradas) del discurso institucional del arte español de los 70, y con esta exposición quieren ‘poner el acento en lo participativo, reivindicativo y colectivo, se rememora un periodo en el cual, junto a las demandas civiles en favor de las libertades democráticas surge una nueva estética vinculada a prácticas culturales innovadoras [sic] que buscan subvertir el orden franquista [sic] y los diseños institucionales que tratan de heredarlo [sic]’. Lejos estamos pues de ocuparnos de aquellos tiempos sin anteojeras. Quizás para el 60º aniversario o el 90º más probablemente.

Poéticas de la democracia reúne unas 250 piezas (pintura, vídeo, cine, fotografía, cómic, documentos e  instalaciones), en torno a un eje temático: De la Bienal del 76 a lo contracultural, dos acontecimientos poco estudiados -dicen-, la Bienal de Venecia de 1976 y el surgimiento de la subcultura urbana en España a mediados de la década de los 70. 

Tras el homenaje que la Bienal había dedicado en 1974 a la resistencia chilena contra Pinochet, los responsables de la misma decidieron convocar a la España del tardofranquismo para la siguiente edición, la de Venecia en 1976. Para llevar a cabo el proyecto, el director, Carlo Ripa, encargó la organización de una muestra a una comisión de expertos, liderada por Tomás Llorens y Valeriano Bozal e integrada por Oriol Bohigas, Alberto Corazón, Manuel García, Agustín Ibarrola, Antonio Saura, Rafael Solbes, Antoni Tàpies y Manuel Valdés, que se conformó gracias al apoyo del pintor Eduardo Arroyo, residente en Italia y miembro de la Comisión de Artes Visuales de la Bienal de Venecia. 

Las últimas ejecuciones del Régimen y la muerte de Franco cambiaron la naturaleza de la exposición. El periodo histórico que se abría impulsó la configuración de una relación entre arte y política diferente, así como la aparición de nuevos agentes implicados. El proyecto de Llorens y su equipo dejaba fuera de la muestra a numerosos artistas muy conocidos en el momento pero sí incluía a los propios artistas organizadores, lo que desató una tormenta de críticas tanto a nivel nacional como internacional. Sin arredrarse, el comité de comisarios organizó una muestra militante de izquierdas que pretendía transformar el relato histórico oficial en otro más sesgado todavía. Se tituló ‘España. Vanguardia artística y realidad social (1936-1976)’.

La primera sala reconstruye, 42 años después, el espacio principal de la muestra veneciana recuperando obras de la época que allí estuvieron presentes: Ronda de noche con porras, de Eduardo Arroyo; La mujer, de Alberto Corazón; Amnistía, de Agustín Ibarrola; Venecia, de Eusebio Sempere; El abrazo, de Juan Genovés; Dos pueblos dos miradas, de Andreu Alfaro; una serie de serigrafías de Antonio Saura, y la serie Paredón, de Equipo Crónica. Esta última tiene una significativa historia y reaparece en lugar preeminente tras décadas perdida en los almacenes del Museo.

A continuación, una sala de carácter documental intenta retratar la Bienal, desde su gestación a su instalación, a través de documentación variada: carteles, manifiestos, fotografías, vídeos y el plano del arquitecto Oriol Bohigas del pabellón donde se expuso. Se completa con obras de Picasso, Renau, Miró, o la escultura de Alberto, Reclamo de alondra. También se pueden ver documentos relativos a otras manifestaciones artísticas de programas organizados en paralelo a la Bienal: música, cine, poesía y representaciones teatrales de varias compañías como Els Joglars, Tábano, o la de Nuria Espert.
 
En las siguientes salas se recuperan otras obras presentes en Venecia como Sí, sí entraremos en el Mercado Común de Eduardo Arroyo, varias piezas de la Serie Mussolini de Manolo Millares o serigrafías de Juan Genovés. Artistas que mostraron una línea antifranquista y de corte social y marxista, como Josep Albert Ràfols-Casamada con Morir pel Vietnam, Antoni Tàpies con Paja prensada en X y Cadira i roba, o Luis Gordillo con Cabeza roja y Mano en ojo, por ejemplo, también están representados en estas salas. El espacio denominado Reducción Conceptual incluye la instalación de Grup de Treball, compuesta de documentos facsímiles y recortes de prensa relativos a la Bienal.

La segunda parte se centra en la contracultura que emerge durante la Transición española, cuestionamiento de las instituciones existentes y de los dispositivos ideológicos que las sostienen, de la familia a la cárcel, de la escuela al ejército, de la iglesia a la fábrica y de la psiquiatría o a la sociedad de consumo, tal como se venía haciendo insistentemente en Europa desde Mayo del 68. Las nuevas formas de organización de la sociedad civil (asociaciones vecinales, agrupaciones de barrio, movimientos soberanistas, feministas, ecologistas y pacifistas, etcétera) dan lugar a nuevas prácticas estéticas. medios de comunicación paralelos –revistas como Ajoblanco o Vindicación Feminista, fanzines, radios libres, pintadas, documentales, adhesivos, murales y cine militante.

Este segundo bloque de la exposición comienza con la proyección de La Cabina de Antonio Mercero y las fotografías de la serie de Alberto Schommer sobre los líderes de los partidos políticos. La sala se cierra con la instalación de Carlos Pazos, Ni se compra ni se vende, que pone en tela de juicio el modelo de familia tradicional que ha dominado hasta ese momento.

El espacio expositivo denominado ‘La calle es nuestra, estética de la protesta’ reivindica la calle como un teatro de la democracia plagado de manifestaciones, protestas callejeras, activismos vecinales, grafitis y performances, con fotos de  Pilar Aymerich, Anna Turbau y Manel Armengol. Jóvenes artistas entre los que se encuentra Ceesepe, Raimundo Patiño o Salvador Costa i Valls están representados en la sala ‘La juventud en transición’. Es el momento también de los espacios alternativos de creación; la cultura se expande por bares, festivales disidentes, pisos francos o ateneos, ajenos a toda institucionalidad. Es el contexto de películas como Deprisa, deprisa de Carlos Saura o la obra de Ocaña, de nuevas revistas como Ajoblanco o Euskadi Sioux.

No falta una sala relacionada con la autodestrucción, la droga, los excesos nocturnos y la proliferación de una gran multitud de tribus urbanas que ocupan los espacios de la ciudad. Se refleja en los óleos y litografías de Victor Mira, en los dibujos y collages de Ceesepe, en las fotografías de Alberto García-Alix y en la película Entre tinieblas, de Pedro Almodóvar, que se proyecta en la sala, y cuyo cartel, realizado por Iván Zulueta, también se expone. Y se presta especial, quizás excesiva, atención al movimiento feminista que en estos años está emergiendo, a Les Jornades Catalanes de la Dona (1976), a Vindicación feminista de Lidia Falcón o al Bar-Biblioteca La-Sal situada en el Raval.

La “anormalidad democrática” es la sala que intenta llamar la atención acerca de los ciudadanos que no participaron en la aprobación de la Constitución, ‘los apartados de la sociedad y considerados peligrosos o los que quedaron excluidos de la norma jurídica’. Finaliza el recorrido en torno al referéndum sobre la Constitución, con fotografías, libros, carteles y pintadas pidiendo el Sí o el No en el Referéndum, junto con varias versiones de la Carta Magna. 

En fin, nada que no se haya visto anteriormente en sucesivas rememoraciones de la Movida en los últimos años. Una exposición casi ininteligible para el visitante foráneo pero seguramente cargada de recuerdos para el oriundo que vivió aquellos años. Refleja la espuma de unos días en los que quizás alguien estaba haciendo cosas más importantes.

Completa o es completada esta exposición con ‘El poder del arte. Obras de la colección del Museo Reina Sofía’, con dos inusuales recorridos en el Congreso y en el Senado, donde las obras estarán instaladas en espacios tales como el Salón de los Pasos Perdidos del primero o el mismo hemiciclo del segundo. Se muestra obra de 42 artistas: Juan Muñoz, Colita, Ignasi Aballí, Esther Ferrer, Antoni Muntadas, Juan Genovés, Elena Asins, Luis Gordillo o Dora García entre otros. Sus trabajos expuestos supuestamente reflexionarían sobre cosas tan importantes como el poder, la libertad, la democracia, la identidad, llegando hasta la antropología o la filosofía sin olvidar el recuerdo o los símbolos. 

La verdad es que poco de tantas promesas se traduce en realidad. Mucho mejor la parte del Congreso que la del Senado, ambas tienen un notorio aspecto improvisado. La presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, que se atribuye la idea, aporta al menos la apertura de unas impresionantes bóvedas árabes en los sótanos del edificio, que hasta ahora eran desperdiciadas como simple almacén de trastos viejos. En el Senado, su presidente Pío García-Escudero no se mostraba especialmente impresionado por esta irrupción desordenada, que palidecía ante los desconocidos fondos pictóricos que adornan este vetusto palacio, tan descuidado como la institución que alberga, un Senado que lleva cuarenta años desaparecido.

En fin, el Reina no quería quedarse atrás y dejar todo el protagonismo de la conmemoración al Prado en esta poco reconfortante ‘carrera de sacos’. Lo que nos ofrece puede todo verse con aprecio pero sin emoción.  Hacer balance artísitico del juancarlismo, de cuatro décadas que superan en duración al franquismo, no parece estar al alcance de nuestros gestores culturales. Una sorpresa destaca cada vez más ampliamente, fue más intensa y productiva la etapa de la dictadura que la etapa de la democracia. Lo que ello signifique se lo dejamos a los opinadores del año 2050.

Aproximación a las exposiciones (del 1 al 10)
Interés: 6
Despliegues: 6
Comisariados: 6
Catálogos: n/h
Documentación a los medios: 6

Museo Reina Sofía
Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición 
5 de diciembre de 2018 – 25 de noviembre de 2019    
ORGANIZACIÓN:  Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Cortes Generales y Acción Cultural Española (AC/E)
DIRECCIÓN DEL PROYECTO: Manuel Borja-Villel y Rosario Peiró
COMISARIADO:  Rosario Peiró, Lola Hinojosa, Cristina Cámara y Germán Labrador
ASISTENCIA DE COMISARIADO: Carla Giachello
COORDINACIÓN: Carolina Bustamante
EXPOSICIÓN RELACIONADA: El poder del arte. Obras de la colección del Museo Reina Sofía.                 
Congreso y Senado 
Del 1 diciembre de 2018 al 2 de marzo del 2019.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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